Hacia un nuevo orden mundial posterior a la guerra de Ucrania

Vivimos un momento de revisión del orden mundial instaurado después de la Segunda Guerra Mundial, que fue bipolar desde 1947 a 1989/91 -con dos superpotencias dominantes, Estados Unidos y la URSS- y unipolar tras la caída del muro de Berlín (1989) y de la implosión de la URSS (1991), con una sola potencia hegemónica: Estados Unidos.

La guerra de Ucrania abre un nuevo período, en el que destaca la confrontación creciente entre las dos únicas superpotencias hoy existentes -Estados Unidos y China- para conseguir la hegemonía en todos los ámbitos clave del poder (político, económico, militar , tecnológico).

La competencia bipolar es ya una realidad. El reto es ahora cómo gestionar esta rivalidad y evitar que degenere en conflicto bélico.

Ésta ha sido una de las principales conclusiones del último seminario internacional War&Peace, que organiza cada año el think tank de relaciones internacionales CIDOB en el Palacio de Pedralbes de Barcelona.

Uno de los participantes destacados en el seminario de este año ha sido el diplomático y académico indio Shivshankar Menon. Sus opiniones han sido muy escuchadas. No en vano su país, India, está emergiendo como un gran actor global dentro del nuevo orden mundial en formación.

India ya es, desde hace pocos meses, el país más poblado del mundo, después de haber superado a China en habitantes y la India ya es también la nueva “fábrica del mundo”, en sustitución de China.

India tiene una frontera de más de 3.000 kilómetros con China y forma parte de una entidad llamada QUAD -junto a Estados Unidos, Japón y Australia- considerada por China como una organización que busca su «cerco». Existe junto a otros que buscan lo mismo, como AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos) o Five Eyes (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda).

India también forma parte de lo que hoy se llama el “Sur Global”, el gran conjunto de países en vías de desarrollo de África, América Latina, Oriente Medio y Asia.

Según Menon, la rivalidad entre China y Estados Unidos hace difícil solucionar las grandes crisis que atraviesa el Sur Global.

“Su rivalidad hace más difícil para el sistema internacional intentar hacer lo correcto; si no hablan entre sí para abordar los grandes problemas que afectan al Sur Global -como la crisis de la deuda, el cambio climático, los efectos de la pandemia, el desarrollo, el problema del agua, etc.- entonces estos problemas dejan de abordarse, porque todos los problemas transnacionales necesitan soluciones transnacionales; la humanidad necesita un orden mundial  que garantice la producción de los bienes públicos universales que son necesarios, empezando por la paz, la seguridad y la prosperidad para toda la humanidad“.

Menon no cree que el choque directo entre Estados Unidos y China sea un riesgo inmediato, “aunque nunca se pueden descartar errores ni insensatez humanas”. «Lo que sí es cierto es que el riesgo que afrontamos ahora es más elevado que hace diez años».

Xi Jinping lleva precisamente diez años siendo el líder máximo de China, con una visión propia sobre el nuevo orden mundial que está naciendo y se necesita, que “no es la misma que la de sus antecesores Hu Jintao, Jiang Zemin y Deng Xiao Ping”.

«La mentalidad china es hacer las cosas poco a poco y pensar siempre en el largo plazo».

Quien construye una primera visión de China en el mundo es Jiang Zemin, secretario general del Partido Comunista Chino entre 1989 y 2002. Es en ese período que se elabora la idea del compromiso con la paz mundial, la cooperación y el beneficio mutuo entre países como fórmula para abrirse al mundo.

Su sucesor, Hu Jintao, afianza esta idea. En el último congreso del Partido, celebrado en octubre de 2022, Hu Jintao es expulsado de forma inusual del encuentro. De hecho, con el cambio de siglo se percibe ya un salto en el lenguaje de los dirigentes chinos.

Con la llegada de Xi Jinping a la secretaría general en 2012, el énfasis en presentar, sin complejos, China como gran potencia es absoluto. “Hay que hacerse respetar”, afirma Xi una y otra vez. “No volveremos nunca más al siglo de humillación“ (en referencia al período de intervención en el país de las potencias imperialistas, Japón y Gran Bretaña principalmente, entre 1839 y 1949).

“Hay una enorme diferencia entre cómo ve Xi el papel de China en el mundo y cómo lo veía el gran líder pragmático Deng Xiao Ping (1978-2009)“, quien convirtió a China en “la fábrica del mundo“ en sólo treinta años, un récord histórico. Deng  tenía  por lema, en materia económica, “no importa que el gato sea blanco o negro, mientras pueda cazar ratas es un buen gato“  y, en materia internacional,  “esconde tus capacidades y espera tu hora“.

Sobre la guerra de Ucrania, Menon no cree que la invasión militar ni las sanciones solucionen el problema.

“Creo que India lo ha dejado bien claro y por eso nos hemos abstenido en la mayoría de resoluciones que se han votado en Naciones Unidas; pero también hemos dejado claro que la soberanía de Ucrania y su integridad territorial son importantes, criticamos las atrocidades que han cometido las tropas rusas y pedimos que haya investigación internacional en este sentido; nuestro primer ministro Modi planteó públicamente en un reciente encuentro con Putin en Samarcanda que ésta no es la era de la guerra. De todas formas, yo creo que China seguirá haciendo su camino, pase lo que pase, y que esto no va relacionado con el número de mandatos que acumulen los dirigentes políticos (hace referencia al inusual tercer mandato actual de Xi), va más allá de las personas, va de los grandes objetivos de futuro de China, que Xi Jinping explicita cada vez más, mande quien mande“.

Esta semana, el jefe de gobierno español y futuro presidente rotatorio de la UE (julio-diciembre), Pedro Sánchez, realiza una visita a China que culminará con una visita a Xi Jin Ping, que le ha invitado especialmente como líder europeo.

Sánchez va de cumbre en cumbre estos días: Consejo Europeo en Bruselas, Cumbre Iberoamericana  en República Dominicana y reunión con Xi en Pekín. Sánchez tendrá el honor de ser el primer líder europeo que reciba a Xi tras su encuentro con Putin de la semana pasada. Un encuentro que acabó con estas palabras enigmáticas de los dos líderes: “se acerca un cambio en el mundo no visto en los últimos cien años” (Xi); «estoy de acuerdo» (Putin). Xi recibirá en pocos días a otros líderes europeos, empezando por Macron.

La visita tiene lugar en el año del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y China.

Se supone que Sánchez acude a Pekín con tres ideas principales. Mantenerse fiel a la OTAN en la guerra de Ucrania, defender una mayor autonomía de Europa en la relación comercial con China (línea alemana) y reforzar aún más su protagonismo en la política internacional. Sánchez sabe que es recibido principalmente por Xi como próximo presidente de la UE.

La próxima semana XI recibirá a la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen y al presidente de Francia Emmanuel Macron. China quiere mantener buenas relaciones con la UE, y sabe que la UE también. Sólo contra Estados Unidos adopta un lenguaje de abierta confrontación. Lo más urgente para el contexto global es la guerra de Ucrania y el plan de paz recientemente presentado por Xi.

Sánchez, por su parte, apoya el plan de una paz «justa y duradera» propuesta por Zelenski. Al mismo tiempo, quiere conocer «con más detalle» el «documento de posicionamiento» que Xi planteó a Putin, y el significado del «gran cambio» que se avecina en el orden mundial según Xi.

El plan de paz de Xi en doce puntos parece poco a los occidentales. La única paz real y aceptable a sus ojos pasa por una retirada inmediata de las tropas rusas de Ucrania.

Xi dijo en Moscú desde su pedestal de superpotencia a un Putin subordinado y líder de una economía menor que la italiana lo siguiente: “te presento mi plan de paz sobre Ucrania”, al que Putin contestó: “en algunos puntos puedo estar de acuerdo, se puede tomar como base de una resolución pacífica, podría ser un buen punto de partida a negociar“.

El primer punto del plan es clave: «respeto a la soberanía de todos los países y su integridad territorial» (Xi tiene aquí presente su concepto de soberanía territorial de una China que incluye Taiwán). Si China cree en la soberanía territorial, no se entiende que siga el juego de un Putin que niega la suya en Ucrania. China debe explicar si propone volver a las fronteras de 2014 (antes de la ocupación rusa de Crimea y las regiones del este) o no. Habrá que ver hasta dónde está dispuesto a llegar Xi con ese plan, y cuando se decide a hablar con Zelenski, como ha declarado.

Pedro Sánchez deberá coordinarse con Úrsula von der Leyen,  que acaba de declarar que es partidaria de una política  más dura con China, pues “se ha vuelto más represiva en casa y más asertiva en el extranjero; el factor clave de las futuras relaciones de la UE con China vendrá determinado de cómo China siga interactuando con la guerra de Putin”.

Xi quiere eliminar el orden mundial posterior a 1945. Aspira a un «multilateralismo» distinto al existente, centrado en los intereses de las grandes potencias. Ha presentado recientemente tres Iniciativas sobre cómo debe ser el nuevo orden mundial.

La “Iniciativa sobre Seguridad Global“, que se opone a los esfuerzos para contener o rodear a China militarmente.

La “Iniciativa Global para el Desarrollo”, que promociona el modelo chino  basado  en unas relaciones  con los estados autocráticos del Tercer Mundo sin injerencias internas.

La “Iniciativa sobre Civilización Global”, que argumenta que la defensa occidental de derechos humanos universales no es más que una nueva forma de colonialismo.

Xi está convencido del declive inexorable del orden mundial liberal unipolar liderado por Estados Unidos, basado en normas y centrado en la defensa de los derechos humanos. Cree que los americanos les pisan cuando les conviene, como ocurrió con la guerra de Irak. Quiere otro modelo de orden mundial más transaccional, basado en un sistema de pactos entre las grandes potencias.

Estados Unidos no quiere que los países europeos mantengan unas buenas relaciones con China. Esto significa que estamos a las puertas de una segunda guerra fría. Henri Kissinger, a punto de cumplir cien años, ya ha advertido que esta segunda guerra fría puede ser más peligrosa que la primera.

Evidentemente, a Estados Unidos les preocupa mucho más las exportaciones alemanas de alta tecnología a China que las modestas ventas españolas de productos menos sofisticados. Últimamente, las importaciones españolas de China han subido y las exportaciones han descendido. El déficit comercial ha aumentado notablemente y en un solo año ha pasado de 26.200 millones de euros a 41.600 millones. Esta dinámica ha relegado a Alemania al segundo puesto de los países proveedores de España.

China es una superpotencia que va a más. Rusia es para China un socio junior, aunque Putin haya querido presentar su reciente encuentro con Xi como un encuentro entre iguales.

China podría utilizar su inmensa influencia sobre Rusia para terminar la guerra de inmediato, si quisiera, pero China se guía por sus propios intereses. La cuestión es si llegará el momento en el que decidirá que una guerra comporta el peligro de una escalada internacional y va en contra de sus intereses.

Sánchez ha declarado que explorará las opciones de colaboración china para preservar un orden internacional basado en reglas y mantener la estabilidad en la frontera rusa. Un analista acaba de escribir que “si quienes mandan en Pekín concluyen que el belicismo ruso interfiere en su misión de conquistar el mundo a través del comercio, pensarán seriamente en influir en Putin para que se comporte como una persona adulta y responsable ; el principal incentivo para Xi es que, como Sánchez sabrá, una guerra mundial no es buena para sus intereses“.

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