Marco Rubio, futuro secretario de Estado de la Administración Trump

Marco Rubio, de 53 años, hijo de padres cubanos escapados a Florida, es la persona designada por Trump para ocupar el cargo de secretario de Estado (ministro de asuntos exteriores) de Estados Unidos, en su próximo gobierno que comienza el mes de enero del próximo año. Es un político Republicano que representa a Florida en el Senado de Estados Unidos desde 2010 con un objetivo permanente: “volver a ofrecer el Sueño Americano ( American Dream ) a todos aquellos que creen que se les ha negado en los últimos tiempos”.

En la introducción de su libro Marco Rubio escribe que «treinta años de predicar a los americanos que no necesitan familias, comunidades o una historia común está destruyendo lo que hizo de nuestro país la envidia del mundo».

“Mientras muchos americanos estaban y siguen estando muy preocupados por China, la apertura de fronteras, los opioides, las comunidades rotas y las familias en crisis, nuestras élites nos han explicado que todo esto es correcto porque no sólo es inevitable sino que es por nuestro bien”.

«Cada parte de nuestra nación se encuentra hoy en declive y todo está conectado«.

Las élites han atacado los cimientos de nuestra nación y los cuatro pilares de su fortaleza: buenos trabajos locales, familias estables, comunidades geográficas y una nación soberana que sea el faro de la libertad y de la prosperidad. Todo esto ha sido erosionado no sólo por la globalización sino por mentiras como éstas: cualquiera que ame a cualquiera es una familia, la comunidad real se puede encontrar en internet o todos somos ciudadanos del mundo. No es demasiado tarde para rechazar todos estos errores. América sigue siendo una nación poderosa y rica, basada en verdades ancestrales. Pero no podemos permitirnos otra década de decadencia. Es necesario evitar una época oscura y restaurar la posición de América como un ideal global de armonía, oportunidad y democracia”.

“Tenemos  muchos retos que superarpero a pesar de todo soy optimista sobre el futuro de América. No existe ningún otro lugar en el mundo donde una persona como yo, hijo de un pobre inmigrante, hubiera podido llegar a una posición como la mía. No es demasiado tarde para corregir un rumbo que nos lleva al desastre y para dejar de oír las sirenas del marxismo Americano. Pero queda poco tiempo para reaccionar. América nunca había tenido que enfrentarse a enemigos tan poderosos como los actuales. No se trata sólo de la emergencia de China o de una Rusia beligerante; los marxistas woke radicales están tratando de destruirnos desde nuestro propio interior. Son ayudados, instigados y alentados por nuestros enemigos, que saben que la lucha interna es el camino más directo que conduce a la ruina”.

Debemos volver a comprometernos con los ideales fundacionales de América, sentir el orgullo de ser una gran nación, tener la voluntad de expulsar viejas ideas que nos arruinan y hacer de este siglo un nuevo siglo Americano”.

El contenido resumido del libro es el siguiente.

El regreso de la historia

En 1989 Francis Fukuyama escribió esto: “Lo que estamos viendo (caída del Muro de Berlín, próxima implosión de la URSS) no es sólo el final de la Guerra Fría o el pasaje de un período particular de la historia de posguerra, sino el fin de la historia como tal, es decir, el fin de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de la gobernanza humana”.

La Guerra Fría había terminado. Estados Unidos había vencido. Pero a partir de entonces, en lugar de consolidar su victoria, las élites americanas del progresismo liberal decidieron que todo lo que nos había llevado a la victoria debía revisarse. El libro trata de los momentos críticos de este trágico revisionismo en los últimos treinta años.

Parte de la base de que los tres principales fallos del liberalismo progresista son estos: 1) destrucción de las instituciones americanas tradicionales, 2) errores de diagnóstico monumentales sobre acontecimientos históricos mundiales y 3) confianza arrogante en su propio sistema de valores.

El Sueño Americano en peligro

El Sueño Americano consiste en la idea de que cualquier persona puede prosperar trabajando duro, y está amenazado debido al estancamiento de los salarios, la desigualdad económica creciente y un sistema educativo que no prepara adecuadamente a los jóvenes

Importancia de la clase media

La fortaleza estadounidense depende de una clase media próspera. Las familias trabajadoras confrontan costes de salud, educación y vivienda que limita su capacidad de ascensor social y económico.

Educación y preparación laboral

El foco de la educación actual pone demasiado énfasis en los títulos universitarios tradicionales. Es necesario reformar el sistema educativo para incluir más programas de formación técnica y vocacional, conectando mejor a los estudiantes con las empresas y los puestos de trabajo del futuro.

Reformas económicas

Es necesario un sistema tributario más sencillo y equitativo que fomente la inversión y la creación de empresas, reducir la burocracia gubernamental y facilitar la creación de pequeñas y medianas empresas; modernizar las políticas laborales y adaptarlas a los cambios tecnológicos.

La familia es la base de la sociedad

La estabilidad familiar es fundamental para una sociedad fuerte. Se necesitan nuevas políticas de apoyo a las familias, como créditos fiscales a los padres y horarios de trabajo más flexibles.

Políticas migratorias

Hijo de inmigrantes, Rubio es partidario de una reforma migratoria que combine seguridad fronteriza con una solución para los inmigrantes indocumentados, respetando siempre el estado de derecho.

Nuevo liderazgo político

Los partidos políticos y sus líderes a menudo no están a la altura de los retos, es necesario un liderazgo renovado que busque soluciones a largo plazo y que eviten el abuso de los enfoques excesivamente a corto.

Críticas a la sociedad woke que propugna la progresía liberal

La política woke es conocida como la «política de la sala de profesores» en alusión a los cenáculos de las universidades americanas de élite donde se ha gestado prioritariamente esta doctrina. Se trata de elitismo y supremacía moral autootorgada de una izquierda arrogante que proclama estar al lado de la historia, que cree estar en posesión de una superioridad moral y eleva sus ideas a la categoría de dogma, sólo susceptible de adhesión inquebrantable y de obligado cumplimiento.

Diversidad, equidad e inclusión son los conceptos fetiche del pensamiento woke en Estados Unidos, exportados a los países occidentales por sectores de izquierdas que han dejado de apostar por las clases trabajadoras e industriales y ahora lo hacen por las llamadas políticas identitarias.

La agenda progresista liberal es radical e intolerante. Propugna que debe denunciarse la existencia de opresores y oprimidos, hasta el punto de que el máximo opresor hoy es un hombre, blanco y heterosexual. Han fracasado con el proletariado, por lo que se han inventado otra víctima. La ideología woke es un corpus doctrinal que la mayoría de americanos no comparte.

El ascenso de China

Existe una gran diferencia entre el inevitable ascenso de China como poder global y una China poderosa que trata de emerger como poder global a nuestra costa. Estados Unidos permitió a China acceder como miembro de pleno derecho a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001. Las élites, es decir, prácticamente todo el mundo en Estados Unidos con estudios universitarios realizados en las mejores universidades del país, creían que con esta incorporación de China a la OMC el gobierno chino liberalizaría su economía y avanzaría hacia la apertura económica y la adopción de valores democráticos. Al mismo tiempo, las grandes corporaciones empresariales estadounidenses se enriquecían con la globalización incluyendo a China.

Existía una convicción casi religiosa de que China se integraría pacíficamente en el orden liberal mundial existente. Después de treinta años vemos que no y que incluso podría cumplirse lo que un día Lenin profetizó: “los capitalistas nos venderán la cuerda con la que les colgaremos”. China se está preparando para liderar un nuevo orden mundial.

La historia de este desastre comienza en 1974 cuando George Bush (padre) fue enviado a Pekín como “embajador no oficial” de Nixon y se hizo amigo del pragmático líder chino Deng Xiaoping. George Bush llegó más tarde a la presidencia de Estados Unidos (1989-1993). Pensaba que con la caída del Muro de Berlín (1989) el mundo entraba en una etapa indefinida de democracia y libre mercado, de paz y prosperidad jamás visto, “el fin de la historia”, según Fukuyama.

Pensaba también que Estados Unidos tenía la misión o el “destino manifiesto” de extender la democracia y el libre mercado por todo el mundo. En 1989 se produjo la matanza de Tiananmen en 1989 y George Bush la toleró sin ninguna reacción. Por el contrario, dirigió una carta a Deng Xiaoping en la que escribía que “el ascenso del liberalismo en China era inevitable”. Con la matanza de Tiananmen sonó una primera alarma (first wake-up call), pero Estados Unidos no reaccionó. Mientras, el prestigioso analista Thomas Friedman escribía libros celebrando que «el mundo es plano», un gran elogio de la globalización.

En una conferencia de prensa, George Bush dijo: «las fuerzas de la democracia son tan fuertes en China que superarán los desafortunados acontecimientos de Tiananmen». Asunciones erróneas. La ingenuidad y la arrogancia de George Bush en relación a China eran sorprendentes. Imperaban los mandamientos del neoliberalismo, una fe ciega ideológica.

Todo siguió igual con la presidencia de Bill Clinton (1993-2001). China servía de base a multitud de empresas estadounidenses, que hacían grandes negocios. Ya era «la fábrica del mundo». En 2018, dos prestigiosos analistas escribían en la revista  Foreign Affairs que “las expectativas con China no se habían cumplido”.

Hoy en China manda Xi Jinping, que es el dictador más totalitario después de Mao Tse Tung. China no es una democracia liberal, es un régimen comunista totalitario. Con Xi en el poder, ha emergido como el oponente económico y militar de Estados Unidos más formidable después de la Segunda Guerra Mundial. China trabaja para suplantar a Estados Unidos como la potencia más importante del mundo.

Ha llegado el tiempo de parar el declive, cambiar políticas y avanzar hacia un nuevo siglo americano. Ronald Reagan condujo en 1989 a Estados Unidos a la victoria de la Guerra Fría sobre la URSS. Lo logró a través de una combinación de inspiración y determinación. Reagan detuvo la URSS y evitó la expansión del comunismo y del marxismo en todo el mundo. La situación actual es similar. Estados Unidos necesita un nuevo líder con determinación para afrontar los nuevos retos y hacer del siglo XXI un nuevo siglo americano.

Según Marco Rubio, treinta años de predicar a los americanos que no necesitan familias, comunidades o una historia común está destruyendo lo que hizo de nuestro país la envidia del mundo Share on X

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