Uno de los platos fuertes de la actual presidencia española de la UE ha sido la celebración en Bruselas la semana pasada (18 y 19 de julio) de la cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un grupo de 33 países sin estructura organizativa, inaugurada como institución en 1999.
Después de un paréntesis de ocho años sin reunirse (la última cumbre UE-CELAC se celebró en 2015), el complejo contexto geopolítico actual empuja con urgencia a ambas partes a cooperar.
«La simple celebración de la cumbre ya ha sido un éxito»
Según la Comisión Europea y la actual presidencia española de la UE, haber conseguido convencer a todos los jefes de Estados y de gobierno de la región -especialmente al presidente Lula de Brasil, pero también al presidente López Obrador de México, la segunda economía de la región después de Brasil- a asistir a la reunión de Bruselas se puede considerar una gran cosa. «La simple celebración de la cumbre ya ha sido un éxito», acaba de confirmar el eurodiputado Javi López, copresidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana.
El Alto Representante de la UE para las políticas de exterior y de seguridad, Josep Borrell, piensa que “reforzar nuestra asociación con esta región es un imperativo estratégico; no podemos fallar porque se trata de las dos regiones del mundo que están más alineadas en materia de intereses y valores“. También ha afirmado que «la UE no dedica una atención suficiente a sus flancos latinoamericano y mediterráneo, los dos que precisamente interesan más en España».
Desde el primer momento de la cumbre, los representantes latinoamericanos quisieron marcar terreno:
«No queremos ser vistos como una región de extracción de materias primas, sino como un socio en busca de soluciones y no simplemente proveedores». La canciller mexicana Alicia Bárcena, declaró: “No es aceptable que seamos sólo un plantel de recursos naturales, condenado al extractivismo y la provisión de alimentos baratos y mano de obra de baja calificación“.
El papel de China
Cuando se habla de «complejo contexto geopolítico actual» se piensa, sobre todo, en el impacto de China en el mundo actual. La presencia de China en América Latina demuestra ser muy eficaz, más que la UE, principalmente a través de su nueva política conocida como “la nueva ruta de la seda”, bautizada oficialmente (siglas inglesas) como BRI (Belt and Road Iniciative) y también OBOR (One BeltOne Road).
Además de una gran consumidora de productos primarios de la región, China es también una gran inversora y una gran financiadora, sobre todo de infraestructuras, practicando la no injerencia en los asuntos políticos internos de cada país.
La UE
La UE se ha dotado recientemente (2021) de una política que pretende contrarrestar la influencia china no sólo en América Latina, sino en todo el “Sur global” (países latinoamericanos, África, países asiáticos en vías de desarrollo). Se trata de una nueva iniciativa llamada Global Gateway (Portal Global):
“Es un modelo de la forma en la que la UE tratará de construir nuevas conexiones más innovadoras y resilientes con el resto del mundo. Tiene por objeto promover vínculos inteligentes, limpios y seguros. Su objetivo es invertir una suma de hasta 300.000 millones de euros en los sectores digital, energético y de transporte entre 2021 y 2027, y fortalecer los sistemas de salud, educación e investigación en países emergentes y en desarrollo a nivel mundial”. La UE destinará 45.000 millones de euros a la región latinoamericana.
Sobre el papel, la UE debería ser un socio atractivo para muchos países de renta baja y media en todo el mundo, y América Latina en particular es la región más prometedora para que la UE haga valer su ventaja.
Salvo el recién creado Global Gateway, la UE no ha contemplado y menos articulado, formas más profundas de relación que podría ofrecer a los países latinoamericanos más allá de los tradicionales acuerdos comerciales y de asociación. China lo ha hecho.
La UE debería pensar en crear nuevos tipos de vínculos con países lejanos que nunca serán miembros. Debería igualar la ambición de China y aspirar a una economía mundial lo más centrada posible en Europa.
La guerra de Ucrania
Sobre la pretendida intención de instrumentalizar la cumbre de cara a encontrar apoyo en la tesis europea sobre la guerra de Ucrania, el presidente de la CELAC, Ralph Gonzalves, presidente de Granadinas y San Vicente, fue muy claro desde el principio.
En su discurso inaugural dijo: «Los países de la UE pueden tener una preocupación comprensible sobre la situación en Ucrania, pero esta cumbre no debe convertirse en ningún otro campo de batalla inútil sobre discursos al respecto, que deben ser abordados en otros foros más relevantes». Anteriormente, ya había logrado que Zelenski no fuera invitado a la cumbre.
Los negros pronósticos sobre la aceptación por parte de los países latinoamericanos de las propuestas de la UE sobre la guerra de Ucrania con la que arrancó la cumbre, se convirtieron el segundo día en inesperada joya con el anuncio de una declaración común sobre la guerra de Ucrania que permitió a ambas partes calificar la cita de «éxito total» y dar por inaugurada una nueva etapa de cooperación biregional muy buscada por ambas partes para hacer frente a los nuevos retos geopolíticos.
Efectivamente, en la declaración final acordada después de largas discusiones se puede leer lo siguiente:
“los líderes reunidos (27 países de la UE y 32 de los 33 socios de la CELAC) expresamos nuestra profunda preocupación por la actual guerra contra Ucrania; en este sentido, apoyamos la necesidad de una paz justa y sostenible“.
Sólo Nicaragua se desmarcó de la declaración común, avalada por 59 países de los 60 reunidos.
La declaración no menciona en ningún momento a Rusia -lo impidieron enérgicamente países como Cuba y Venezuela- pero habla de la guerra «contra» Ucrania y no sólo de la guerra «en Ucrania», como planteaban los negociadores latinoamericanos.
También se hizo referencia -tras una fuerte presión ejercida por la presidencia de la CELAC- a las «responsabilidades coloniales» de Europa, así como al «sufrimiento incalculable» producido por el tráfico de esclavos, todo lo que apunta a una «necesidad de reparaciones» por parte de la UE.
La valoración de la cumbre por parte de los líderes latinoamericanos es positiva.
El presidente argentino, Alberto Fernández, ha declarado: “La cumbre ha satisfecho nuestras expectativas. Por primera vez hemos hablado de verdad de mecanismos para acabar con el extractivismo y la idea de que América Latina sólo es proveedora de productos primarios. Hemos tardado cinco siglos, pero lo hemos logrado”.
El presidente de la CELAC ha manifestado: “La relación entre América Latina, Caribe y la UE es mucho más fuerte que ayer gracias a los resultados de esta cumbre. Nos volveremos a reunir en dos años en Colombia, nada de esperar ocho años como hemos hecho hasta hoy”.
Por parte europea ha habido aún más optimismo.
El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, presidente de la cumbre, ha dicho que «se abre una página optimista y prometedora en la relación».
Pedro Sánchez
Pedro Sánchez abandonó la cumbre en la tarde del segundo día por compromisos de campaña electoral en España. De esta forma, Sánchez priorizaba hacer campaña en su agenda presidencial europea.
Se le ha reprochado por parte de algunos políticos españoles que pusiera por delante sus «urgencias electorales» a sus obligaciones y los intereses de España en la UE.
El adelanto de las elecciones al 23 de julio supuso ya un primer movimiento que restó valor a la presidencia europea. Un segundo ha sido su ausencia en la rueda de prensa final de la cumbre UE-CELAC.
Acuerdos
La declaración final de la cumbre hace referencia a los avances en las distintas negociaciones comerciales abiertas que se arrastran desde hace tiempo entre los dos bloques. Los acuerdos con México y Mercosur se encuentran en punto muerto desde hace tiempo.
Según una fuente diplomática europea, “Francia lo bloquea desde hace veinte años, siempre atenta a defender los intereses de su agricultura; desde su elección en 2017 Macron nunca se ha dignado visitar la región latinoamericana“.
Además de Francia, Países Bajos, Irlanda y Austria han sido firmes opositores.
La presidenta de la Comisión ha declarado que: «acabaremos de negociar el acuerdo con México dentro de unos meses y pensamos cerrar las conversaciones con Mercosur antes de finales de año». Bruselas espera un impulso político positivo de parte de Brasil que podría poner en un aprieto a los estados miembros de la UE tradicionalmente opuestos a hacer concesiones a los países latinoamericanos. «La UE tiene un gran interés en cerrar el acuerdo con Mercosur, se querría firmar el acuerdo aprovechando el mandato de Lula».
Si se cierra antes de finales de año, la UE habrá concluido el mayor acuerdo comercial por volumen de intercambios internacionales, que afecta a unos 800 millones de personas, recuperando así terreno perdido frente a China.
Se ha celebrado una cumbre con un fuerte contenido geopolítico impulsado por la guerra de Ucrania y la fuerza expansiva de China en la región. Sus principales resultados son:
Cautela sobre Ucrania, su misma realización es un éxito después de ocho años sin contactos entre ambas partes, la realización prevista de una próxima cumbre dentro de dos años en Colombia, el cambio de actitud geopolítica de la UE hacia la región latinoamericana persiguiendo convertirla en un aliado y socios estrechos dentro de un nuevo orden mundial posguerra de Ucrania y las buenas perspectivas de cerrar en un futuro cercano los acuerdos con México y Mercosur.
La UE no ha contemplado y menos articulado, formas más profundas de relación que podría ofrecer a los países latinoamericanos más allá de los tradicionales acuerdos comerciales y de asociación Share on X