La presidencia europea de Sánchez empieza mal para la UE

La reunión de la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) era el primer gran evento de la nueva presidencia de Sánchez y éste, según sus propias palabras, le había dado especial importancia.

De hecho, el primer acto de la presidencia europea de Sánchez como presidente de turno de la UE fue un viaje a Kiev en el que se reunió con Zelenski y en el que se comprometió a que participaría en ese encuentro.

Era una forma de mostrar el potencial de la UE y el aislamiento de Rusia.

Al final Zelenski no ha participado, ni siquiera por videoconferencia, y la declaración lograda,  después de largas horas de reunión sobre la guerra de Ucrania, es decepcionante, y de hecho está mucho más cerca del enfoque chino que de lo que pretendía la UE.

Concretamente, habla de «profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania». Reclama «una paz justa y sostenible» y todos los esfuerzos diplomáticos encaminados a una solución justa y una paz sostenible acorde con la carta de la ONU.

Como puede verse, no se ha logrado ni la menor condena a la agresión rusa y en este sentido significa una clara ventaja para Putin. Pero es que además, como contrapartida de estas inanes frases, la UE y, por tanto, Sánchez han tenido que comerse:

  1. Alusiones al carácter argentino sobre las Malvinas.
  2. La condena al bloqueo estadounidense sobre Cuba.
  3. La negativa a la inclusión de la dictadura castrista en la lista de países que apoyan el terrorismo.
  4. Una referencia que condena «el estrabismo transatlántico y la necesidad de una justicia reparativa» que abre la puerta a reclamaciones por parte de países latinoamericanos a las potencias europeas colonizadoras en el pasado.

Peor balance imposible

Todo ello aderezado por una cuestión estructural que es que la amonedada CELAC no tiene nada de comunidad desde el punto de vista jurídico. Es una etiqueta sin infraestructuras ni siquiera funcionarios propios y, por tanto, todos los acuerdos no tienen ningún tipo de utilidad fuera de haber establecido el diálogo.

Sólo las relaciones bilaterales entre la UE y cada Estado miembro permiten llegar a conclusiones operativas. Es, por tanto, más un foro de relaciones y de crear puntos de vista comunes que de derivadas prácticas. Y, en este sentido, el propósito europeo de implicar a América Latina en su pugna con Rusia no ha funcionado.

Pero es que eso Sánchez y sus asesores ya lo sabían, o por lo menos debían saberlo. 

La posición occidental en relación con Rusia, no es ni de lejos la misma que la de América Latina, que ve este país en muchos casos más como un aliado o un contrapeso al poder de EEUU que como un peligro, y la guerra de Ucrania no ha hecho cambiar esa posición. Entre otras razones porque en la memoria histórica de una parte de los estados latinoamericanos pesan las frecuentes intervenciones militares que en el pasado cometieron EEUU.

De hecho, cuando la CELAC envió el texto en el que proponía la resolución y en el que aparecen todos los puntos citados críticos con occidente que ha aceptado la UE, la guerra de Ucrania ni siquiera aparecía. Y no era debido a países pequeños muy decantados por Nicaragua, Cuba o Venezuela, sino sobre todo por la línea política de Brasil que Lula de Silva ha querido mantener.

la CELAC no deja de ser una deseada alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA) de la que forman parte Canadá y EEUU

Cabe recordar en este sentido que él es junto al presidente de México, quien ha vuelto a impulsar la CELAC que en realidad no deja de ser una deseada alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA) de la que forman parte Canadá y EEUU, y que es la que corta el bacalao en la política americana. También es la única organización que dispone de un nivel de técnicos y diplomáticos propios lo suficientemente importante como para mantener una actividad internacional remarcable.

Por si fuera poco, la UE además tuvo que comerse con patatas su prohibición de pisar territorio de la UE la venezolana Delcy Rodríguez, porque tuvo que ser recibida con todos los reconocimientos formales, dado que Maduro la envió como representante de Venezuela.

En realidad, incluso países pequeños o con muchos problemas vitales como los cubanos, venezolanos y nicaragüenses le tienen el número tomado a la UE porque saben que todo siempre acaba igual. Palabras, palabras, palabras.

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