La supermanzana de Barcelona no resuelve los dos grandes problemas vitales: contaminación y aumento mortal de las temperaturas

Barcelona presenta problemas vitales y acuciantes. Son el de la contaminación, que mata, y el aumento de las temperaturas en el período estival, que también es causa de mayor mortalidad. En ninguno de los dos casos lo que está haciendo Colau en Barcelona lo resuelve; más bien lo agrava y al mismo tiempo no actúa en lo necesario para paliar sus efectos.

Empecemos por la contaminación. De los componentes más peligrosos para ésta, el que tiene una mayor incidencia sobre la salud son las llamadas micropartículas. El agente causal más importante, pero no el único, es el tráfico, la circulación por la calle. Naturalmente, no es solución convertir en calles peatonales una serie de calles, a las que llama ejes verdes, que de verde tienen poco, y trasladar los vehículos a otras calles, porque es evidente que la emisión de partículas continúa y se extienden por la atmósfera. En todo caso, lo que acentúa es el peligro de vivir en las 2/3 partes de las calles del Eixample que no serían peatonales. Actúa en sentido contrario a lo que sería paliar ese impacto: disolverlo más en la atmósfera. Por el contrario, lo concentra.

Por otra parte, según los estudios que se publicaron llevados a cabo por el Instituto de Salud Global de Barcelona, ​​la ciudad sufre un fuerte impacto por los episodios de exceso de calor. Las olas de calor, cada vez más frecuentes y de mayor duración y las noches tórridas, hacen estragos. El citado estudio ha calculado que de las muertes producidas en verano en Barcelona, ​​casi el 15% se deben a lo que llama “isla urbana de calor”. Las ciudades por su estructura, sobre todo cuando son grandes y densas como Barcelona, ​​tienden a registrar una temperatura superior a la del entorno, agravando así las oleadas de calor.

Este hecho se debe, en gran parte, no principalmente, a la concentración de actividades, sino al tipo de material y al color de las urbes . Los pavimentos oscuros almacenan calor y son una de las causas de ese aumento de temperatura. Barcelona es una de las ciudades más afectadas por este fenómeno con una tasa de mortalidad del 26,69% ​​por 100.000 habitantes.

Pero el mismo informe sitúa la respuesta: aumentar el arbolado. Si se incrementa un 30% la cobertura arbórea, el número de fallecidos se habría reducido en 215 personas. Éste es el problema grave y urgente de la ciudad. Y eso tampoco lo resuelve la supermanzana, porque los llamados ejes verdes tienen una baja densidad de plantación y sobre todo poca masa arbórea. La plantación de árboles, además, significa simultáneamente una mejora en la lucha contra las micropartículas, dado que la superficie foliar las absorbe y actúa como un filtro natural de la contaminación. Además absorbe el CO₂ y emite, en régimen diurno, oxígeno. Por la noche, como se sabe, el proceso se invierte, pero entonces la emisión de CO₂ antropomórfica es mínima.

Por tanto, la respuesta urgente que Barcelona necesita se concreta en una palabra: árboles. Multiplicar el arbolado de la ciudad. Esta política, que no se hace, significa:

  • Replantar toda la gran cantidad de árboles perdidos y que siguen abandonados por falta de actuación municipal.
  • Plantar más árboles en las calles de la ciudad. La cantidad que puede llevarse a cabo es muy elevada.
  • Arborizar todas las plazas de la ciudad, empezando por las plazas duras. Los cientos y cientos de hectáreas que pueden ser plantados son importantísimas en su número.
  • Proseguir y mejorar la recuperación de los interiores de los ensanches, una acción detenida en la época Colau.
  • Repoblar a los besantes más desprovistos de Collserola.

Sólo con estas actuaciones tendríamos ya una mejora de las condiciones de vida de Barcelona, ​​y lo que es más importante, la mayoría de estas medidas se distribuirían de forma regular por todos los barrios y por todas las calles. El objetivo es cumplir con la llamada regla 3-30-300, que significa que todas las personas puedan ver desde su casa al menos 3 árboles, que haya un 30% de cobertura arbórea en su barrio y que no vivan a más de 300 metros de un parque o espacio verde cercano.

Los estudios indican que en Barcelona menos del 5% de la población cumple con las tres reglas. El 43% tiene 3 o más árboles en el radio de 15 metros. El 62% de un espacio verde importante en un radio de 300 metros. Y sólo el 9% vivía en una zona con suficiente verde circundante.

Arborizar la ciudad y aumentar los parques densamente arbolados y vegetación es el camino necesario que, naturalmente, requiere destinar muchos más recursos que los actuales al mantenimiento de estos espacios. Si se realizan los ejes verdes, las condiciones mencionadas en cuanto a cobertura arbórea y grandes espacios verdes no se cumplirán y, al mismo tiempo, se exigirá un gasto importante para evitar la degradación de estas vías. Son dos tipos de soluciones incompatibles.

O mejoramos el conjunto de la ciudad contra la amenaza de la contaminación y la isla de calor, o si se saca adelante la supermanzana, Barcelona empeorará sus condiciones en lugar de mejorarla.

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    Salvemos el Pla Cerdà!

    No a la superilla de Colau

    Con la Supermanzana del Eixample, Colau hace una Barcelona de primera y una de segunda.
    Evitémoslo. Firma la declaración con las reivindicaciones cívicas de Converses a Catalunya.




     

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