El nombramiento en 2019 de la alemana Úrsula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea para el período 2019-2024 supuso una sorpresa, y no solamente por ser la primera mujer que lo ocupaba.
Llegó al cargo con el presidente francés, Emmanuel Macron, como mentor, con el asentimiento de su buena amiga y cancillera Ángela Merkel, ambas militantes de la CDU (democracia cristiana). No había brillado especialmente en Berlín durante sus largos años al frente de varios ministerios que le había confiado Merkel, con diferentes responsabilidades, como defensa, trabajo y asuntos sociales.
El papel de Emmanuel Macron
El presidente de la República Francesa ganó en 2019 la batalla de los grandes nombramientos europeos para los próximos años, por partida doble. Fue él quien tomó la iniciativa de proponer Von der Leyen a Ángela Merkel como candidata a la presidencia de la Comisión Europea, mientras que en la misma reunión del Consejo Europeo decisorio Macron consiguió que fuera designada una francesa, Christine Lagarde, nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE).
Macron era enemigo declarado del sistema de los spitzekandidaten para la elección de la presidencia del órgano ejecutivo comunitario, consistente en que el cargo recayera entre los candidatos mejor situados de cada grupo político en las elecciones europeas. Macron apoyó a Von der Leyen tanto por sus expectativas personales como por la constatación de su propia debilidad dentro del Parlamento Europeo, en el que su grupo político era menor y se encuadraba en una formación que solamente suponía ser la tercera fuerza del hemiciclo.
El puesto de presidenta de la Comisión parecía sentarle bien, desde un principio, a Von der Leyen
Era multilingüe, hablaba perfectamente francés e inglés, además de su alemán materno. Había nacido en Ixelles (barrio de Bruselas), vivido y crecido allí, dado que su padre había ocupado durante años puestos de gran responsabilidad en la sede principal de la Comisión Europea en Bruselas. Ella decía a menudo que “había nacido europea“.
Asumido el cargo, Von der Leyen sorprendió a los Eurócratas por tres circunstancias.
La primera, su carrera profesional. Había estudiado arqueología, ciencias económicas, medicina, para entrar después en política, nombrada por Merkel ministra en Alemania, casada, católica y con siete hijos.
La segunda, su peculiar decisión de alojarse en el mismo edificio central de la Comisión Europea en Bruselas, lo nunca visto, según ella “para trabajar allí día y noche“.
La tercera, su premonición sobre hablar desde el principio de su mandato que se disponía a presidir una Comisión “geopolítica“.
El tiempo le daría la razón. Von der Leyen ha tenido que hacer frente a graves problemas y grandes crisis geopolíticas durante los más de cuatro años que lleva de mandato.
El problema más reciente con el que ahora mismo se enfrenta es cómo relacionarse con la gran potencia reemergente del mundo: China. La UE debe definir de inmediato una nueva estrategia sobre una China cada vez más asertiva y poderosa en el complicado contexto geopolítico mundial.
Las dos grandes crisis conocidas por Von der Leyen como presidenta de la Comisión han sido la pandemia y la guerra de Ucrania.
La reacción de la UE ante estos dos retos, dirigida por ella, ha sido enérgica y ha fortalecido la unidad de los veintisiete.
El plan europeo de vacunación ha sido un éxito y la Comisión ha propiciado un salto adelante cualitativo de carácter federal en el proceso de integración europeo, a través de la primera emisión europea de bonos y la adopción consecuente del programa Next Generation para hacer frente a la crisis económica provocada por la pandemia, con un importe de 750.000 millones de euros.
La guerra de Ucrania ha llevado a la Comisión a la adopción de severas sanciones económicas contra Rusia, la entrega a Ucrania de un paquete de ayudas por valor de 40.000 millones de euros y envíos de armas por un valor de otros 4.000 millones de euros.
El mandato de Von der Leyen termina en 2024. Se comienza a hablar en Bruselas de cómo será el próximo. A pesar de sus éxitos reconocidos, se le dirigen algunas críticas:
Algunos la acusan de centralizar excesivamente el poder en pequeños equipos de ayudantes.
Otros consideran que se dedica simplemente a canalizar los intereses de los gobiernos de los estados miembros de la UE y le echan en cara no perseguir un alto ideal común europeo, que permita a la UE terminar su proyecto fundacional.
Los federalistas más recalcitrantes estiman que no se podrá llegar a una unión política federal hasta que Europa vuelva a tener líderes potentes que la hagan posible. Deberían provenir de las potencias claves de la UE, dispuestos a pegar un puñetazo sobre la mesa decisoria europea y exigir un acuerdo general para llegar a una plena unión política con políticas exterior y de defensa comunes, que permitiera a la UE actuar como un verdadero actor global, para que pudiera ejercer un poder mediador entre las grandes superpotencias, Estados Unidos y China.
La decisión sobre nuevos altos cargos de la UE para una futura legislatura 2024-2029 se tomará después de las elecciones europeas que se celebrarán en la primavera de 2024.
Circulan rumores en Bruselas en el sentido de que Úrsula von der Leyen podría renunciar a un segundo mandato y dejar la Comisión para ocupar el puesto de secretario general de la OTAN. El cuartel general de la organización atlántica está precisamente radicado en Bruselas. Su decidida reacción contra la invasión rusa de Ucrania y su experiencia como ex ministra de defensa en Alemania ayudan. Cuando se le pregunta sobre su futuro inmediato, ella no hace más que responder con una sonrisa dulce y estas palabras: “ya se verá “o “no comment”.
Las dos últimas gran crisis, la covid y guerra de Ucrania, han encontrado en ella una firme respuesta en el marco de una eficaz unidad de acción por parte de los veintisiete, no siempre fácil. Acaba de declarar que “mantener Europa unida es un trabajo constante en marcha; es un trabajo que hay que desarrollar un día y otro día y otro día… “
También ha declarado que lo que le preocupa especialmente en los últimos tiempos es la relación entre China y Estados Unidos y el papel de Europa, en el contexto de la guerra de Ucrania.
Ha acusado recientemente a Pequín de “represión doméstica y asertividad exterior “. Tanto ella como el Alto Representante de la UE para exterior y seguridad, Josep Borrell, reclaman que la UE adopte rápidamente una nueva posición común respecto a China.
Piensan que la UE necesita renovar su estrategia sobre China, fijada en 2019, que la definía no solamente como socio sino también como “rival sistémico“. “Desde entonces, el mundo ha cambiado enormemente. China ha cambiado. Por eso, nuestra estrategia europea también tiene que adaptarse “, ha declarado la presidenta ante el Parlamento Europeo en su intervención de finales de marzo. También ha señalado la necesidad de que la nueva estrategia se base en “reducir riesgos hacia China sin llegar a cortar los lazos “.
Por su parte, Borrell ha subrayado ante los eurodiputados una idea que ya lanzó la presidenta hace algunas semanas: “Nuestra relación con China no pude desarrollarse normalmente si China no usa su influencia en Rusia para conseguir que retire sus tropas de Ucrania y ponga fin a la guerra “.
Viaje a China
La presidenta compareció ante el pleno parlamentario para explicar su reciente viaje a China, que se produjo pocos días después de que el líder chino, Xi Jinping, mostrara claramente su apoyo a Putin durante una visita anterior a Moscú. En su discurso, Úrsula señaló que “la forma en que China continúe interactuando con la guerra de Putin será un factor determinante para el futuro de las relaciones UE-China.”
La realidad es que todos saben que Pequín está dando oxígeno a Rusia, piensa Borrell, que ha criticado que “cualquier neutralidad que no distinga entre agresor y el agredido es ponerse del lado del agresor “.
La presidenta piensa que “ahora es el momento de que Europa pase a la acción y demostrar una voluntad europea unida “.
Borrell también ha señalado la necesidad de unidad de acción hacia China. “Inevitablemente hay puntos de vista diferentes, porque los intereses son diferentes”.
Sobre Taiwán, Von der Leyen ha afirmado que “siempre hemos pedido paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán y nos oponemos a cualquier cambio unilateral del statu quo en particular mediante el uso de la fuerza “. Este tema fue el gran protagonista de su reciente viaje a China.
Macron acompañó a Von der Leyen en este viaje. Ha quedado claro que no piensan igual sobre las relaciones China-UE.
Macron realizó unas polémicas declaraciones a dos medios de comunicación (Les Echos y Político) en su vuelo de regreso a Europa, en las que pedía, en referencia a Taiwán, que Europa, “no se viera arrastrada a crisis que no son las suyas “. Señalaba, además, que “los europeos no han de ser vasallos o seguidores de los americanos sobre China“, sino que se han de convertir en un “tercer poder entre Estados Unidos y China“. Añadía que la UE debe avanzar urgentemente hacia su “autonomía estratégica” (concepto inicialmente lanzado por él hace unos años) en relación con Estados Unidos.
Estas palabras merecieron inmediatamente el aplauso de la China oficial (periódico Global Times), mientras que por el contrario encendieron los ánimos tanto en Washington como en algunas capitales del este de Europa, especialmente en Polonia.
«Autonomía estratégica abierta»
La propuesta sobre “autonomía estratégica“ es tradicionalmente combatida en Europa desde dos frentes.
Por una parte, hay quienes acusan a Francia de querer transformar su poder nacional menguante en un poder reforzado a través de la UE desde los mismos comienzos del proceso de integración por la vía comunitaria o de las Comunidades Europeas, iniciada en 1951 con la creación de la CECA. Francia ha pretendido ser desde entonces y de diferentes modos una “tercera fuerza “en el mundo.
Otros críticos recelan del concepto porque representa un distanciamiento del paraguas de seguridad europeo que garantizan Estados Unidos y la OTAN.
La UE había conseguido, hasta ahora, un cierto consenso alrededor de la idea de una autonomía estratégica “abierta“ y cooperativa (precisamente el tema central de la reunión del Consejo Europeo de Granada, durante la próxima presidencia española de la UE del segundo semestre del año en curso).
El concepto de “autonomía estratégica abierta“ significa la capacidad de dotarse de más instrumentos de acción en el plano internacional en cooperación con socios como Estados Unidos, pero sin renunciar a la capacidad de acción autónoma.
Al hablar de ”vasallos“, Macron ha hecho desaparecer parte del consenso alcanzado en Europa hasta su reciente viaje a Pequín. Ahora los países bálticos y de Europa Central y Oriental le acusan abiertamente de antiamericanismo y de pretender hacer crecer la soberanía europea a costa de Washington.
Los recelos hacia Macron también derivan de sus declaraciones anteriores sobre la “muerte cerebral“ de la OTAN y de su política fallida de apaciguamiento y acercamiento a Putin antes de la guerra de Ucrania.
Borrell ha replicado directamente al presidente francés declarando que “Taiwán es fundamental para Europa; es el estrecho estratégico más importante en particular para nuestro comercio; la isla se encuentra en el perímetro estratégico de Europa y el objetivo debe ser garantizar la paz sin echar leña al fuego; estoy seguro de que todos los países comparten esta posición“.
El alemán Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo (PPE), ha acusado a Macron de “destrozar la unidad europea en su reciente viaje a China“.
Las discrepancias sobre China entre Von der Leyen y su mentor Macron son relevantes.
A la vista de lo anterior, si Von der Leyen pretende aspirar a un segundo mandato, es evidente que deberá navegar hábilmente entre aguas turbulentas provocadas por discordancias internas europeas sobre el papel de la UE en la guerra de Ucrania y sobre las relaciones de Europa con Washington y Pequín. Las discrepancias sobre China entre Von der Leyen y su mentor Macron son relevantes.
Alemania se declara favorable a su reelección
Lo que ya es seguro sobre un posible segundo mandato de Úrsula von der Leyen al frente de la Comisión Europea, es que su país de origen, Alemania, la mayor economía de la UE, apoya su reelección. El voto alemán pesará, sin duda, a la hora de tomar la decisión final sobre la futura presidencia de la Comisión Europea que se producirá en los primeros meses del próximo año.
Está por ver la decisión del resto de países de la UE, especialmente Francia. Nada substancial puede suceder en Europa a menos que el “motor francoalemán“ esté bien engrasado. No parece estarlo en los últimos tiempos.
Las pretensiones de Macron sobre “soberanía europea“ o “autonomía estratégica“ no son seguidas al pie de la letra por Berlín, que parece mirar hoy, en plena guerra de Ucrania, más hacia Washington que hacia París o Bruselas. Von der leyen se muestra más cercana de Estados Unidos que de Francia en cuestiones tan importantes como las relaciones con China.
Se plantean cuestiones fundamentales sobre prioridades estratégicas de la UE en momentos cercanos a la constitución de una nueva Comisión Europea. Von der Leyen podría ser clave a la hora de engrasar de nuevo el “motor francoalemán“ durante un hipotético segundo mandato al frente de la Comisión Europea.
Había estudiado arqueología, ciencias económicas, medicina, para entrar después en política, nombrada por Merkel ministra en Alemania, casada, católica y con siete hijos Share on X