¿Conoce los peligros que corremos con la ola de calor?

Durante los periodos de temperaturas excesivas y olas de calor aumentan, en términos generales y sin actuaciones preventivas, tanto la mortalidad como el número de ingresos hospitalarios. Las altas temperaturas aumentan los niveles de ozono y otros contaminantes del aire que agravan enfermedades cardiovasculares y respiratorias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la temperatura ambiente óptima para el organismo es entre 18 y 24º C, cuando el cuerpo se mantiene a unos 36°C-37°C. Cualquier nivel más elevado provoca que los riesgos para la salud se incrementen.

Cuando la temperatura exterior se eleva, el cuerpo humano reacciona y activa su mecanismo de termorregulación para refrescarse. Sin embargo, en ocasiones la sudoración que se produce para tal fin no es suficiente para enfriar el cuerpo, lo que puede llevar a que la temperatura corporal se eleve peligrosamente. Si el cuerpo se calienta hasta los 39º C-40º C, el cerebro le dice a los músculos que trabajen menos y comenzamos a sentir fatiga. Entre los 40º C y los 41º C se produce el agotamiento por calor y, por sobre los 41º C, el cuerpo comienza a dejar de funcionar. Comienzan también a verse afectados los procesos químicos, las células dentro de tu cuerpo se deterioran y hay riesgo de que fallen múltiples órganos

El cuerpo humano tiene un rango de temperatura en el que puede funcionar adecuadamente. La temperatura corporal normalmente se mantiene en un rango estrecho alrededor de los 36.5 a 37.5 grados Si la temperatura ambiente es más alta que la temperatura corporal, el cuerpo tiende a absorber calor del entorno. Cuando la temperatura ambiente es más baja, el cuerpo puede perder calor hacia el entorno.

Cuando la temperatura ambiente supera la temperatura corporal normal, el cuerpo tiene que trabajar para mantenerse fresco y evitar el sobrecalentamiento.

Aquí están algunas de las consecuencias negativas que pueden ocurrir a medida que aumenta la temperatura ambiente:

Deshidratación: Con altas temperaturas, el cuerpo puede sudar más para mantenerse fresco, lo que puede conducir a una pérdida significativa de líquidos y electrolitos. Esto puede dar lugar a la deshidratación, que puede afectar negativamente la función orgánica y el rendimiento físico.

Golpe de calor: Si la temperatura ambiente es extremadamente alta y el cuerpo no puede enfriarse adecuadamente mediante la sudoración, la temperatura interna del cuerpo puede aumentar rápidamente. Esto puede dar lugar a un golpe de calor, una condición peligrosa que puede provocar daño cerebral y daño a otros órganos. El golpe de calor puede ser potencialmente mortal si no se trata a tiempo.

Agotamiento por calor: Con temperaturas elevadas, el cuerpo puede experimentar agotamiento por calor, lo que provoca síntomas como debilidad, fatiga, mareos y náuseas. Si no se aborda adecuadamente, el agotamiento por calor puede progresar hacia un golpe de calor.

Agravamiento de condiciones médicas preexistentes: Las altas temperaturas pueden agravar ciertas condiciones médicas preexistentes, como enfermedades cardíacas, respiratorias o metabólicas.

Por tanto les altes temperaturas por encima de los 32ºC no solo afectan a las personas que tienen patologías previas, sinó también a las sanas   en función de la temperatura, el tiempo de exposición y la actividad física. En este sentido es una pésima idea salar al aire libre a practicar deporte cuando la temperatura supera los 31-35 ºC dependiendo de la humedad y adecuación histórica del organismo. No es lo mismo 35 en Granada que 32 en A Coruña.

La capacidad del cuerpo para adaptarse a temperaturas más altas varía de una persona a otra, dependiendo de factores como la edad, la salud general y la aclimatación previa al calor. La aclimatación es el proceso mediante el cual el cuerpo se adapta gradualmente a un clima más cálido, lo que puede mejorar la tolerancia al calor.

Existe una temperatura ambiental límite en función del número de horas que una persona puede soportarla de manera segura. La capacidad del cuerpo humano para tolerar altas temperaturas durante períodos prolongados varía según diversos factores, como la edad, el estado de salud, la aclimatación previa al calor y la hidratación. Además, la humedad y otros factores ambientales también influyen en la capacidad del cuerpo para enfriarse y regular su temperatura interna.

Cuando la temperatura ambiente es elevada y se mantiene durante un tiempo prolongado, aumenta el riesgo de sufrir problemas relacionados con el calor. Las personas pueden sufrir agotamiento por calor, golpe de calor y otras condiciones médicas graves. Los síntomas iniciales del agotamiento por calor pueden incluir debilidad, fatiga, calambres musculares, sudoración excesiva y mareos. Si estas señales de advertencia se ignoran y la exposición al calor continúa, puede producirse un golpe de calor, que es una emergencia médica y puede poner en peligro la vida.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos proporciona algunas pautas generales para reconocer el riesgo asociado con la temperatura y la duración de la exposición:

Temperaturas de 32 °C (90 °F) o superiores: Se considera que las temperaturas de este nivel ya representan un riesgo moderado para la salud, especialmente si la humedad es alta y no se toman precauciones adecuadas.

Temperaturas de 37.8 °C (100 °F) o superiores: Las temperaturas a este nivel se consideran peligrosas y pueden tener efectos adversos significativos en la salud, especialmente si persisten durante varias horas.

En general, cuando la temperatura ambiente se acerca o supera los 38 °C (100.4 °F) y la exposición se prolonga durante muchas horas, el riesgo de problemas graves relacionados con el calor aumenta considerablemente.

Es importante recordar que cada persona es diferente y la tolerancia individual al calor puede variar. Es esencial prestar atención a las señales que el cuerpo envía, mantenerse bien hidratado, buscar refugio en lugares frescos y evitar la exposición prolongada al calor, especialmente durante los días más calurosos del año. Siempre es recomendable consultar a un profesional de la salud si se tienen preocupaciones sobre la exposición al calor y la salud.

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