El falso debate sobre la reducción de la jornada laboral. Factores clave

Tras el fracaso de las manifestaciones convocadas por los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, contra la oposición al gobierno con motivo del decreto ómnibus, que en el caso de Barcelona reunieron a unas 500 personas, ahora vuelven con otra convocatoria, en este caso con un motivo sindical más claro: la reivindicación de la reducción de la jornada laboral que propone la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz. Pero en esta ocasión, como algo extraordinario, en lugar de elegir Madrid, como es habitual, han elegido Barcelona.

El motivo principal es que quien tiene la clave de la aprobación o no de la propuesta gubernamental es, como en otras ocasiones, Junts per Catalunya. Puigdemont ha ido recibiendo a empresarios y organizaciones patronales, sobre todo las relacionadas con el comercio o de carácter sectorial, para que haga valer sus votos para que la norma no se apruebe en el Congreso de los Diputados.

Si los sindicatos logran en esta ocasión una buena presencia en la calle, confían en que, mediante esta presión, se disuada el voto negativo de Puigdemont, que de ese modo rechazaría las peticiones del ámbito empresarial para ponerse junto a Díaz, UGT y CCOO.

Y es que el conflicto sigue enquistado, porque esta medida perjudicará de forma muy notable a la pequeña y mediana empresa, cada vez más castigada por la creciente burocracia que exigen las administraciones, sobre todo en determinados sectores de baja productividad como la hostelería y el comercio, por el continuado aumento del salario mínimo, por un absentismo laboral descontrolado, por la burocracia administrativa y por el desarrollo de medidas laborales que, en un número creciente de empresas, resulta prácticamente imposible de cumplir. Por eso crece el número de pequeñas empresas que se ponen a la venta.

Para éstas, la reducción de la jornada puede resultar la puntilla final . Porque en una pequeña empresa de 2, 3 o 5 trabajadores, la reducción puede significar la necesidad de un nuevo trabajador, lo que resulta inviable, o bien que sea el pequeño empresario quien lo supla trabajando aún más horas.

Pero es que, además, resulta discutible que en España se trabajen muchas horas: La media de horas de trabajo efectivas a tiempo completo en la Unión Europea sitúa a España en el lado bajo de la clasificación. Con un total de 1.725 horas, sólo tiene por detrás a Bélgica, con 1.687; los Países Bajos, con una hora menos; Francia, con 1.673, y cerrando la clasificación, Suecia, con 1.667, y Finlandia, con 1.625.

Francia es emblemática. Hace un cuarto de siglo hizo una reducción histórica al situar la semana laboral en 35 horas. Con el paso del tiempo, esta prescripción se fue debilitando por varias vías, pero todavía sigue siendo uno de los países en los que se trabajan menos horas en Europa. Pero esto no ha redundado, como defienden los partidarios de la disminución de la jornada laboral, en una mejor productividad ni en un buen funcionamiento de la economía. Más bien ha sido lo contrario, como puede observarse en la tabla adjunta en la que se expresa la productividad por hora trabajada en euros de igual poder adquisitivo en la Unión Europea.

Francia presenta una mediocridad en los resultados productivos junto a sus vecinos belgas, neerlandeses y, sobre todo, alemanes, que además trabajan bastante más horas que los españoles (1.790). Suecia y Finlandia, que son los campeones en cuanto al número de horas trabajadas, ya que lo hacen en la menor medida de toda Europa, tienen una productividad aún menor que la francesa.

Y es que, si bien es cierto que reducir la jornada puede mejorar ese cómputo, también lo es que esta pretensión no es generalizable y depende del sector y del tamaño de la empresa. En trabajos con mayor carga intelectual, es posible que mejore la productividad por hora trabajada, pero en muchos otros sectores no es así.

Por otra parte, lo que cuenta a efectos del producto interior bruto es la productividad por horas de trabajo efectivas al año, y puede que se mejore la productividad por hora trabajada, pero que ésta no sea lo suficientemente importante para compensar la reducción de la cantidad de trabajo aplicada al año.

No es un detalle menor la crónica deficiencia que España manifiesta en términos de productividad, que había ido mejorando algo en los últimos años; existía una tendencia al alza que ya se ha roto en el 2024, porque sólo ha mejorado un 1,3%, por debajo de lo que había crecido el pasado año. Esto significa que la absorción de la reducción del tiempo que se pueda producir por la mejora de estos últimos tiempos de la productividad, otro argumento de Díaz, no está nada clara.

De todas formas, centrar el debate sobre la productividad por hora trabajada es una simplificación excesiva porque el factor mayor y determinante, por tanto, es la productividad total de los factores (PTF), que es la gran debilidad española de carácter crónico, como se puede observar aquí.

Según los últimos datos sobre la PTF, referidos a 2023, se observa que España continúa en las últimas posiciones, sólo por delante de Francia, Italia y Grecia, y al mismo nivel que Hungría. Es en relación con este factor, sector por sector, donde es necesario plantear la posible reducción de las horas trabajadas; esto, y darles un mayor margen de confianza a los empresarios para que, con la realidad en la mano, sepan a qué atenerse.

PaísPTF (Crecimiento anual medio)
Alemania1.2%
Francia0.9%
Italia0.7%
España1.0%
Países Bajos1.3%
Bélgica1.1%
Austria1.0%
Suecia1.2%
Finlandia1.1%
Dinamarca1.3%
Grecia0.5%
Portugal0.8%
Polonia1.4%
Hungría1.0%
República Checa1.1%
Irlanda1.5%

Como puede verse en la tabla adjunta, este indicador nos dice mucho más sobre cómo funciona cada país que la simple consideración de la productividad del trabajo.

Y, dicho sea de paso, la productividad en Catalunya no está para echar cohetes, más bien al contrario, como puede verse aquí. Pero éste es un tema que merece atención por sí solo.

Si finalment Trump aprova la imposició d'aranzels a la UE, com creu que afectarà Espanya i Catalunya?

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