El declive demográfico de Barcelona

Mucho salón del Mobile, mucha Copa América, mucho startups, pero la base de la ciudad que son su economía y su población, se tambalea y decae.

Por decirlo claramente Barcelona es una ciudad en la que cada vez tienen más peso en la formación de su renta, las pensiones. Y éste es un mal signo.

En estos momentos el 20% de la población, 1 de cada 5 personas tiene 65 y más años. Una cifra superior en 2 puntos en la otra capital de Madrid. En paralelo la población más joven, la comprendida entre los 0 y 14 años, es sólo de un pírrico 12%. Sencillamente, la gente joven está desapareciendo de Barcelona. Esta cifra es casi 3 puntos menor que la de Madrid y peor que la de Catalunya, que al menos alcanza un muy modesto 14,6%. Incluso es algo peor que la del Barcelonès (12,7%).

En el período en el que ha gobernado Ada Colau, la relación de envejecimiento, es decir, la que existe entre la población de 65 y más años y la de 14 años y menos, ha empeorado claramente, pasando del 1 ,76% en el 1,71%. La actual alcaldesa no ha hecho nada por frenar uno de los principales problemas, porque es estructural, que sufre Barcelona. De hecho, ni siquiera lo tiene en la agenda.

El saldo vegetativo, la diferencia entre las personas que nacen y las que mueren, es también negativo desde hace años. En 2016, cuando empezó Colau, era del 0,96, una magnitud que ha evolucionado en los años siguientes, todos ellos en signo negativo, situado entre el -1,35% y el -1,53%, con la gran excepción debida en la covid-19 en la que la pérdida se situó en el -4,5%.

Si hacemos la comparación obligada con Madrid, constataremos dos cosas, ambas desfavorables para la capital catalana. La primera que el saldo vegetativo negativo no comienza en Madrid hasta más tarde, en el 2018, y tiene escasa significación, el -0,06% y presenta una magnitud similar en el 2019. Naturalmente, con la covid se produce el gran bajón, pero éste es claramente menor que en Barcelona, porque su reducción es de -4,07%, casi medio punto menos que Barcelona.

Barcelona sigue envejeciendo a pasos acelerados

Por tanto, la Covid-19 diezmó de una manera mucho mayor a los barceloneses, y de este hecho todavía estamos pendiente de disponer de una información del porqué. Y por si todo esto no fuera suficiente en el 2021 presenta un resultado claramente peor. El saldo vegetativo es de 2,61%, casi 3 veces mayor de cuando Colau inició su mandato y muy por encima del catalán, siendo negativo, se sitúa en el 1,5%. Por tanto, Barcelona sigue envejeciendo a pasos acelerados y esto significa pérdida de capacidad emprendedora y de productividad, y aumento de las necesidades sociales y sanitarias.

Cuando se realiza este tipo de balances naturalmente siempre se acaba apelando a la solución populista de la inmigración, pero ésta no es una solución taumatúrgica. Primero, porque pasado un determinado nivel es portadora de muchos problemas y, segunda, porque no se trata de sustituir a un no nacido de Catalunya por un venido de fuera. La cosa es más compleja.

Se trata de disponer de personas que tengan un buen capital humano y en este ámbito la inmigración ofrece, como es lógico, valores significativamente menores. Ésta ya es muy importante en Barcelona, algo más de 1 de cada 5 habitantes es ya un inmigrante y básicamente con origen de fuera de España.

Pero esta cifra ha sido ampliamente superada en Ciutat Vella donde el 51% son de procedencia foránea, los otros dos distritos con más población de fuera son el Eixample con un 24%, es decir 1 de cada 4 residentes, y Sants-Montjuïc con un 23%. Estos tres distritos concentran el 46% de todos los inmigrantes de la ciudad.

Pero es que además esta vía de la inmigración se ha tambaleado en el 2021 porque ha presentado un saldo negativo de -7,14%, mientras que en Catalunya ha sido positivo en un 2,53%. En otras palabras, se han ido de Barcelona más personas de las que han venido.

Una ciudad que en la que muere más gente que la que nace y de la que se va más gente de la que llega, es una ciudad declinante

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