La última reunión de la Conferencia de Seguridad de Múnich evidencia la ruptura del orden mundial

La Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM) es la principal cita mundial en materia de defensa y seguridad, que desde 1963 tiene lugar cada mes de febrero en la capital de Baviera. Algunos lo han calificado, por su importancia, como «el Davos de la defensa» (haciendo referencia a las reuniones anuales de carácter económico y político organizadas por el World Economic Forum en la localidad Suiza de Davos). La CSM es la mayor reunión de este tipo del mundo. Su eslogan es «Paz a través del diálogo».

Durante las últimas décadas se ha convertido en el mayor foro independiente para los intercambios de puntos de vista entre los encargados de la toma de decisiones en el ámbito de la seguridad internacional. En la lista de asistentes de este año figuraban cincuenta jefes de Estado o de Gobierno, un centenar de ministros de defensa y asuntos exteriores, junto a altos representantes de organizaciones internacionales, parlamentarios, militares, representantes de organismos científicos y de la sociedad civil, empresarios y periodistas. La reunión de este año es la sesentena de la serie y se ha celebrado en un hotel de Múnic del 16 al 18 de febrero.

Al margen de la Conferencia, se celebró una reunión del G-7 (formado por Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, más la UE). Sus mandatarios se han limitado a reiterar su compromiso de apoyo económico y militar a Ucrania, y a guardar un minuto de silencio por la muerte del líder opositor ruso Aleksei Navalny.

La muerte de Navalny en una prisión rusa de alta seguridad situada en el Ártico, producida inmediatamente antes de empezar la Conferencia, ha tenido un gran eco entre los asistentes. La comparecencia de su esposa en la sesión inaugural de la Conferencia ha tenido un gran impacto mediático. Declaró que «no se debe permitir que Putin y sus partidarios queden impunes por lo que han hecho a nuestro país, a mi familia y a mi marido».

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha sido, una vez más, protagonista clave de la reunión. Se ha presentado después de haber cerrado en los últimos días tres acuerdos sobre armamento con Reino Unido, Alemania y Francia, pero a pesar de ello quejándose de que no llegaban a Ucrania las armas que el país necesita urgentemente para derrotar a Rusia.

Sus quejas se han dirigido especialmente a los retrasos provocados por el bloqueo del Congreso de Estados Unidos en el último paquete de ayudas a Ucrania. Ha reconocido que la situación en el frente de guerra actualmente es más favorable a las tropas rusas que en las últimas semanas. Sobre la muerte de Navalny ha dicho: «Putin ha querido enviarnos a todos un mensaje, un mensaje de confrontación total con Occidente. En esta confrontación no está solo, Irán le suministra drones, Corea del Norte munición, China no le entrega armas que se sepa, pero sí oxígeno económico por la vía del comercio, incluidos productos tecnológicos indispensables para la economía de guerra rusa, y también le da oxígeno político por la vía de múltiples reuniones de alto nivel y declaraciones conjuntas que reclaman un nuevo orden mundial».

Zelenski ha comparado los momentos actuales en Europa y en el mundo como en los años treinta del siglo pasado.

Rusia ha sido la gran ausente de Múnich. Putin viajó a Múnich en 2007 para advertir que rechazaba la primacía de Estados Unidos y dio a entender que se opone al orden mundial dirigido por Estados Unidos de forma hegemónica. Lo dijo ante una Angela Merkel visiblemente muy afectada, sentada en la primera fila de los asistentes. Putin pasó de la queja a los actos muy pronto, actuando sobre Georgia y Crimea, y en 2022 invadía Ucrania.

El ambiente reinante entre los asistentes era que la situación mundial se hacía cada vez más peligrosa

El ambiente reinante entre los asistentes era que la situación mundial se hacía cada vez más peligrosa, y que se estaba avanzando de forma decidida hacia un gran rearme a escala global.

El gasto militar en el mundo ha crecido un 9% en 2023, hasta alcanzar una cifra de 2,2 billones de dólares, un nuevo récord, según los datos publicados por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en las vísperas de apertura del foro. Es una cifra superior al PIB de Italia. Según ese Instituto, el gasto militar en el mundo todavía aumentará fuertemente en los próximos años. La tendencia es global, pero afecta de forma especial a Europa, debido a la escalada bélica rusa y a la perspectiva de que Trump vuelva a la presidencia de Estados Unidos.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha comunicado a sus homólogos chino e indio que Rusia está desarrollando una nueva arma nuclear, particularmente relacionada con la guerra en el espacio. Washington busca abiertamente la complicidad de Pekín y Nueva Delhi, para evitar una nueva gran escalada militar del Kremlin.

Se han oído muchas voces de líderes europeos alertando sobre la agresividad de Rusia y la perspectiva de una victoria de Trump en las próximas elecciones presidenciales americanas. En 2014, los aliados europeos de la OTAN gastaron 235.000 millones de dólares en defensa, un 1,47% de su PIB. En 2023, la cifra ha ascendido a 347.000 millones, equivalentes a un 1,85%. Para 2004, se espera que lleguen al objetivo previsto de un 2% del PIB, lo que va pidiendo Trump con insistencia desde hace tiempo, que supone un gasto de 380.000 millones de dólares.

Muchos líderes europeos han insistido en que Europa debe gastar más y más rápido en defensa, entre ellos Josep Borrell, el Alto Representante de la UE en asuntos exteriores y defensa, el canciller alemán Olaf Scholz y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. Esta última ha declarado que «debemos gastar más y gastar mejor en armamento; si miramos las cifras, este año ha habido un aumento del 20% respecto al año pasado, pero todavía no es suficiente».

Se daba por supuesto que Von der Leyen se está posicionando para presidir un segundo mandato al frente de la Comisión Europea (2024-2029). Pocos días después de la CSM, el 19 de febrero, ha oficializado en Berlín que aspira efectivamente a un segundo mandato, tras recibir el aval unánime de su partido, la democristiana CDU alemana. En Múnich ha anunciado la presentación en tres semanas de una nueva estrategia industrial en materia de defensa. Si logra presidir un segundo mandato de la Comisión, nombrará a un Comisario de Defensa. Sería el primero en toda la historia de la UE, un proyecto integrador europeo fundado sobre la paz. Von der Leyen ha dado a entender que los dos retos principales de la próxima Comisión Europea serán defensa y economía.

El canciller alemán, Olaf Scholz, ha declarado que «la amenaza rusa es real, por lo que la defensa y la disuasión deben ser creíbles». Ya anunció hace dos años, inmediatamente después de la invasión rusa de Ucrania, un gran giro político en Alemania (zeitenwende) para hacer frente a la amenaza rusa, con un presupuesto adicional en defensa de 100.000 millones de euros. «Este año 2024 Alemania llegará a gastar, finalmente, el 2% de su PIB en defensa, según exige la OTAN», declaró el ministro alemán de defensa, Boris Pistorius.

La invasión israelí de Gaza ha tenido un trato secundario si se compara con el dedicado a la invasión de Ucrania. Ha emergido un amplio consenso de fondo sobre una hoja de ruta: alto el fuego, liberación de los rehenes, entrada de ayuda humanitaria y puesta en marcha de un proceso que lleve al establecimiento de un Estado palestino con garantías de seguridad para Israel.

La UE se ve bloqueada por sus divisiones internas.

España e Irlanda pidieron que se estudie la posibilidad de revisar las relaciones con Israel si se detectan incumplimientos en materia de derechos humanos. Un grupo de países europeos liderado por Hungría se opone a adoptar medidas contra Netanyahu. El canciller alemán y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, han defendido el derecho de Israel de defenderse del terrorismo de Hamás. La verdad que ha aflorado en Múnich es que nadie parece capaz de frenar a Netanyahu y de parar la guerra de Gaza.

China

Por su parte, el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, ha tratado de perfilar a su país como una fuerza estabilizadora en un contexto mundial turbulento y ha sabido jugar con serenidad un papel de moderación. «El mensaje claro que llevo es que China es un actor responsable y que servirá como una sólida fuerza de estabilización».

Declaró que «el mayor riesgo que corre el mundo es la ausencia de cooperación a escala internacional». Tenía en mente de modo especial la falta de cooperación de Washington con Pekín. Wang ha asegurado que «por mucho que el mundo cambie, China servirá como una fuerza incondicional para la estabilidad en un mundo turbulento». Ha hecho un llamamiento a «otros grandes países» (pensando sobre todo en Estados Unidos) a «asumir las responsabilidades cruciales para la estabilidad estratégica global».

Los expertos consideran que la clave del futuro geopolítico mundial son las relaciones entre Estados Unidos, potencia hegemónica, y China, potencia emergente, y el resto de problemas no son más que derivadas de esa gran rivalidad bilateral.

Wang ha hecho una serie de declaraciones, recibidas con mucho interés, como las siguientes.

“Cuando China y Estados Unidos trabajan juntos, se pueden conseguir grandes cosas por ambos países y para el mundo. Cuando la postura es de confrontación, hace daño a ambos países y al mundo entero“.

«Es imperativo que Europa y China se aparten de distracciones geopolíticas e ideológicas y que se vean mutuamente como socios en lugar de rivales para inyectar energía positiva en un mundo volátil».

Sobre Rusia, Wang ha rechazado cualquier intento de «culpar o desviar a China la responsabilidad de resolver la crisis de Ucrania; las relaciones entre China y Rusia crecen de forma sostenida sobre las bases de la no alianza, la no confrontación y la no fijación sobre terceros países; cumplen con los intereses comunes de ambos países, sirven a la estabilidad en Asia-Pacífico y en el mundo». Wang no ha desperdiciado la ocasión de insistir en que Taiwán «es parte de China».

Sobre la guerra de Ucrania, ha asegurado que China «nunca se ha rendido a la hora de promover la paz ni ha escamoteado esfuerzos para impulsar las negociaciones, el presidente Xi Jinping siempre ha intentado desarrollar un papel constructivo».

Un amplio número de países del llamado Sur Global (países en vías de desarrollo, antes países no alineados) rechaza en gran medida alinearse a la confrontación entre democracias y regímenes autoritarios. Reclaman un orden mundial que les sea más favorable.

Con una Rusia ausente de la Conferencia de Seguridad de Múnich por razones obvias, y negada la posibilidad de encuentros informales con el país que se ha convertido en «la principal amenaza para el continente europeo», se puede afirmar que el protagonista invisible de Múnich ha sido la industria de armamento.

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1 comentario. Dejar nuevo

  • Oscar Llaudet
    22 febrero, 2024 20:03

    Interessant! De moment ja estem veient un increment d’inversió en defensa en els països pertanyents a l’Aliança Atlàntica i veurem com és de rellevant per la guerra d’Ucraïna.

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