Han hecho falta años para que el Ayuntamiento de Barcelona, a través de la empresa de transportes municipales, descubra lo que es un hecho de éxito en muchas grandes ciudades del mundo: el bus rápido. En el caso de la capital de Cataluña, se trata de una línea que cubriría, con trayecto de ida y vuelta, el itinerario desde la plaza Francesc Macià hasta la plaza de las Glòries, pero no lo haría por la distancia más corta, es decir la Diagonal, sino a través de las calles del Eixample.
El objetivo es cubrir este recorrido en 20 minutos a base de sólo 4 grandes paradas en puntos estratégicos a lo largo del recorrido. De esta manera se piensa alcanzar una velocidad comercial de 15 kilómetros por hora, cuatro más que la velocidad media de los buses en Barcelona.
Cabe destacar además que no hay ningún tipo de prioridad semafórica, lo que aún acortaría de una manera mucho mayor el tiempo. La misma iniciativa municipal cuestiona aún más el polémico proyecto del tranvía por la Diagonal. Una reordenación de las actuales líneas que transcurren por este eje, servidas por una combinación de autobuses rápidos con algunas líneas convencionales, permitiría una solución diligente y eficaz para el transporte público y el enlace entre estos dos puntos. Con sólo 4 paradas, se garantizaría que cada una de ellas no estuviera a más de 500 metros de la otra, y por tanto, todo peatón tendría acceso al bus en una distancia inferior a esos 500 metros en cualquiera de los puntos intermedios.
Un servicio de este tipo, en lugar del tranvía, facilitaría, además, una cuestión decisiva para la lucha contra la contaminación, como sería la mera transformación de todos los autobuses municipales en eléctricos. Porque, y aquí se manifiestan una vez más las incoherencias de Ada Colau, el nuevo bus rápido que se quiere implantar no será eléctrico. Por un lado se dice que se quiere el tranvía para luchar contra la contaminación, pero por otro se pone en marcha una nueva línea de buses y se utilizan vehículos contaminantes. Es la maraña que caracteriza este Ayuntamiento.
La contaminación de Barcelona no se resuelve con el tranvía, como no se resuelve con el urbanismo táctico, ni lo harán las supermanzanas, al contrario, lo agravarán porque aumentará la congestión de la circulación , y también porque la contaminación de Barcelona tiene en gran parte una causa metropolitana, dado que la polución en su área cuadruplica la de Barcelona ciudad. De los 13 millones de toneladas de CO2 que se emiten en la AMB sólo 3,4 corresponden a Barcelona, una proporción muy inferior a su peso demográfico y económico, y una manifestación más de que el problema está en primer término en el sistema de transportes y la actividad económica metropolitana, y en segundo, dentro de la ciudad en aquellos agentes que están más horas circulando: el transporte público, los taxis y los servicios de distribución de mercancías de proximidad.
Los diagnósticos son claros y las respuestas también lo son. Sólo la obcecación de un gobierno municipal, lastrado por el sectarismo ideológico, lo hace imposible.
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