Las cifras sobre el crecimiento del paro durante los meses de marzo y abril de este año en el ámbito provincial aportan una información que es muy preocupante para Cataluña, porque podrían señalar que el comportamiento del paro, al menos en Barcelona, Girona y Tarragona, será más duro que en el conjunto de España.
La comparación entre el comportamiento de este año de los dos meses indicados y el mismo período del año anterior, en el que todos los balances fueron extraordinariamente positivos, señalan que la variación entre aquella ganancia de 2019 y la pérdida de marzo-abril actual es notablemente mayor en Calaluña. En concreto, de las cinco primeras provincias en las que esta variación es mayor, tres, las ya indicadas, son catalanas, mientras que las otras dos corresponden a las Islas Baleares y Canarias, caracterizadas por el monocultivo turístico. Pero esta, obviamente, no es la explicación para territorios que son fuertemente industrializados como son Barcelona y Tarragona.
El aumento del paro este año ha sido de 16,2 puntos en Girona, y 12 en Tarragona y Lleida. Sólo Baleares y Las Palmas superan el porcentaje de estas dos últimas provincias.
Pero eso no es todo, cuando se observa el crecimiento del paro por sectores, durante este período, se constata que ni el comercio ni la hostelería, que son los más afectados, ocupan un lugar destacado en el aumento del paro. Este hecho es consecuencia de los ERTE que frenan el desempleo, pero esta es una contención temporal porque, cuando su efectividad cese, uno de cada tres afectados no recuperará su puesto de trabajo según la previsión de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).
Naturalmente, este es un balance muy provisional, que afecta a abril, que es el mes en que cada año se inicia la recuperación del empleo. Ahora habrá que ver el efecto del progresivo desconfinamiento, la recuperación más grande o más pequeña del turismo, la reentrada una vez pasado el periodo estival, y el rebrote o no de la pandemia. Y como un aspecto que afecta a todo, las expectativas económicas, que estarán muy condicionadas por la confianza en las políticas públicas, y el grado de incertidumbre sobre el futuro del Covid-19.
En el caso de Cataluña, puede influir de una manera muy importante lo que suceda de manera específica con el sector del automóvil, y cómo puede resultar dañado el motor, que es el capital de Cataluña. Mientras tanto, Ada Colau da trabajo suprimiendo carriles para los coches y pintando rayas en la calzada.
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