Hace año y medio, los tics autoritarios y la vista gorda ante la corrupción del presidente de Ucrania Volodímir Zelenski ya eran motivo de cierta preocupación entre la sociedad civil ucraniana.
Hace un par de semanas que Zelenski ha renovado su gobierno. Los medios han presentado la reforma como el cambio más substancial desde el inicio de la invasión rusa. Pero, según explica el jefe de opinión de Politico Europe, Jamie Dettmer, se ha tratado sobre todo de un juego de sillas en el que los propios personajes han encontrado sitio en lugares distintos.
Los críticos ucranianos citados por Dettmer lamentan particularmente que entre los nuevos ministros y altos cargos no se encuentren nuevas caras provenientes de la industria, la sociedad civil o el mundo académico. Se trata de una reivindicación de la oposición desde hace tiempo.
De hecho, el único ministro que verdaderamente ha sido defenestrado es el responsable de la cartera de asuntos exteriores, Dmytro Kuleba, que habría irritado al poderoso jefe de gabinete de Volodímir Zelenski, Andriy Yermak, que querría controlar de cerca este ministerio clave en tiempo de guerra.
El líder ucraniano llevaba desde la primavera dando vueltas a la posibilidad de reformar la composición de su gobierno, en parte como una forma de hacer frente a una popularidad decadente en las encuestas de opinión y también para remontar la moral a los ucranianos.
De hecho, la incursión ucraniana en Kursk de agosto se puede leer también, como Converses ya expuso, como una maniobra principalmente política y solo secundariamente militar. Y mientras, los rusos no solo han lanzado una contraofensiva para recuperar el territorio perdido, sino que siguen avanzando, pesadamente pero de momento de forma incesante, en el frente del Donbás.
Mientras, en el frente ucraniano «interior», el cansancio sigue, también lentamente, desgastando la figura de Zelenski.
Una de las preocupaciones en torno al presidente ucraniano es su dependencia de un círculo interno de confidentes, amigos y asesores, que se encuentran dentro de la administración y que juegan un rol a menudo equívoco o al menos, poco claro, según apunta Dettmer. Excluidos en buena parte del rendimiento de cuentas que deben los cargos públicos, algunos de los individuos que conforman este primer círculo han estado en el pasado objeto de investigaciones de corrupción.
En cambio, tanto Kuleva como el general Valery Zaluzhny, ex-comandante en jefe de las fuerzas armadas antes de que Zelenski le hiciera dimitir, responden a otro perfil: personajes externos al entorno personal de Zelenski, ambos gozaban de amplio reconocimiento popular y eran además respetados en el extranjero. Perfiles, pues, peligrosos en un entorno en el que Zelenski podría empezar a sentirse amenazado.
Y es que, según una encuesta del último mes citada por Dettmer, más de la mitad de los ucranianos pensarían que la administración de Zelenski está ejerciendo una influencia excesiva sobre las instituciones ucranianas de gobierno, desde los juzgados hasta el parlamento, pasando por la policía y los cuerpos anticorrupción.
En definitiva, el estilo de Volodímir Zelenski, afirman algunos de sus críticos, se asemeja cada vez más al de las decadentes élites postsoviéticas y rusas que él mismo afirma combatir, en vez de la Ucrania democrática y liberal que afirma querer construir.
El estilo de Volodímir Zelenski, afirman algunos de sus críticos, se asemeja cada vez más al de las decadentes élites postsoviéticas y rusas que él mismo afirma combatir Share on X