Interrogantes sobre nuestros años veinte y más allá. ¿Qué nos traerán?

Es frecuente referirse a los años veinte del siglo pasado como «los felices años veinte «. La Primera Guerra Mundial quedaba atrás y las potencias ganadoras -principalmente los Estados Unidos, Reino Unido y Francia- celebraban la victoria. Inglaterra los recuerda como los «años dorados», Francia como los années folles (los años locos) y los Estados Unidos como los Roaring twenties (locos años veinte). Fue un período de gran crecimiento y prosperidad económica. Todos sabemos que el frenesí de los años veinte terminó con la Gran Depresión de 1929, que a su vez impulsó los populismos que condujeron a la gran catástrofe de la Segunda Guerra Mundial y luego a una Guerra Fría que duró hasta 1989.

Los años veinte del siglo pasado ya son historia. La gran pregunta es cómo serán nuestros años veinte. Todo el mundo sabe que han comenzado con una pandemia que está provocando una crisis económica y social de grandes dimensiones. Lo que nadie sabe es como acabarán y, aún menos, que irá pasando después, a lo largo de las décadas siguientes del siglo veintiuno.

Tres previsiones de especialistas en geopolítica y relaciones internacionales se encuentran actualmente sobre la mesa.

La primera se decanta por la llegada de una nueva Guerra Fría, parecida a la que se vivió en el mundo desde 1945 hasta 1989 protagonizada por Estados Unidos y la URSS, pero esta vez entre los Estados Unidos y China. Esta nueva Guerra Fría podría dar paso, incluso, a una confrontación bélica entre las dos superpotencias.  La segunda previsión contempla el establecimiento de un nuevo equilibrio de poder en un mundo multipolar y coexistencia pacífica. La tercera profetiza una época de desorden y de anarquía.

Las tres coinciden en que China -la gran potencia emergente- marcará el paso de nuestros años veinte, así como del resto del siglo veintiuno, considerado un «siglo asiático», en contraposición al «siglo americano» que fue el siglo pasado.

El presidente chino, Xi Jinping, ha inaugurado este año la edición virtual de la reunión anual de Davos organizada por World Economic Forum (WEF). Ha aprovechado la ocasión para hacer un llamamiento a evitar precisamente «una nueva guerra fría» , en una clara alusión al nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sin mencionarlo.

Partidarios de la escuela «realista» de las relaciones internacionales tienden a pensar que la confrontación entre Estados Unidos y China llegará.

Para empezar, explican que «la trampa de Tucídides» está a su favor. Esta dice que el conflicto militar es inevitable entre una potencia hegemónica y una potencia emergente que le disputa la hegemonía, tal como lo fue en su momento entre Esparta y Atenas, generando la Guerra del Peloponeso (Tucídides escribió su historia), de la que resultó vencedora Esparta, la potencia hegemónica del momento. Por otro lado, los «realistas» consideran que los Estados Unidos han perdido su apuesta a favor de un proceso gradual de democratización en China que se iría produciendo a medida que se fuera desarrollando económicamente. La diplomacia estadounidense pensaba que la democratización de China sería inevitable, especialmente a partir de 2001 con su entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero no ha sido así ni parece que lo sea en el futuro.

En contraposición a los puntos de vista «realistas», los seguidores de la escuela «idealista» de las relaciones internacionales ven muchos campos de cooperación entre los Estados Unidos que pueden ser cultivados en beneficio mutuo (ámbitos económico, comercial, educativo, cultural, ecológico , etc.), lo que significaría un fuerte incentivo al entendimiento entre las dos superpotencias y la coexistencia pacífica.

En cualquier caso, todo indica que la relación entre Washington y Pekín determinará el escenario político mundial durante décadas. Su convivencia es clave para la paz y la prosperidad de la humanidad en los años veinte y más allá. Las dos potencias deberían ser capaces de pactar nuevas reglas de juego sin imposiciones y sin renunciar, al mismo tiempo, a sus principios. Una relación construida sobre la cooperación y la competición debería excluir la confrontación .

El presidente Biden acaba de designar responsable de la nueva política estadounidense con China al diplomático Kurt M. Campbell. Se trata de una personalidad muy respetada, con una larga experiencia asiática.

Está dispuesto a eliminar el errático unilateralismo de Trump y recuperar las antiguas alianzas para definir juntos una nueva relación con China. Aquí es donde la Unión Europea tiene un gran papel a jugar. Campbell acaba de escribir un artículo en el que afirma que «Washington necesita coaliciones fuertes de aliados y socios para cambiar los incentivos estratégicos de Pekín». Piensa que la respuesta de Occidente ante China debe ser la adopción de una política común, y que cuenta con la UE como aliado indispensable al respecto.  Si se procede de este modo -piensa Campbell- conseguirá el equilibrio de poder y la coexistencia pacífica en los años veinte y más allá.

No son pocos los que se apuntan a una tercera visión sobre los años veinte y más allá, caracterizada por el desorden y la anarquía. Algunos analistas ya usan habitualmente la expresión «Era del Desorden» que habría llegado a partir del final del orden mundial liberal, liderado por Occidente desde 1989. Sería una nueva época caracterizada por la ausencia de un orden mundial reglado, el deterioro progresivo de las relaciones Estados Unidos-China y la reversión de una globalización desenfrenada. Reconocen, sin embargo, que la derrota de Trump en las últimas elecciones norteamericanas ha frenado la consolidación del desorden y la anarquía, y que el tiempo dirá sobre la actuación de la administración Biden para superarlos.

El ensayista estadounidense, Robert D. Kaplan, es uno de los prestigiosos analistas que afirma que hemos entrado en una fase de desorden que puede conducir al mundo a una nueva era muy anárquica . En un libro reciente ( «El retorno del mundo de Marco Polo», 2019) ha escrito que «lo que ahora comienza es una era de anarquía comparativa, es decir, un contexto de un nivel de anarquía muy superior al que había durante la Guerra Fría y la post Guerra Fría «. Piensa que este nuevo mundo es muy complejo y muy difícil de gestionar sin una gobernanza global y que estamos muy lejos de esta hipótesis.

Los años veinte del siglo pasado fueron muy alegres para algunos, pero acabaron muy mal con la Gran Depresión de 1929 y posteriormente con una terrible guerra.

Ojalá que en el futuro se pueda decir lo contrario de los años veinte de nuestro siglo, es decir, que  empezaron mal con una pandemia, pero que acabaron bien, hasta establecer las bases de un largo periodo de paz y prosperidad en el mundo a partir de un entendimiento entre las grandes potencias. Esto es precisamente lo que piensa que pasará Nicholas A. Christakisun, sociólogo y médico, profesor de la Universidad Yale (Estados Unidos), que acaba de publicar un libro titulado «La flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en nuestra manera de vida». Su tesis central es que nuestros años veinte tendrán dos fases claramente diferenciadas: una amarga por culpa de la pandemia y otra radiante. Tras el horror de la pandemia, vivido en la primera fase, la gente volverá, en una segunda fase, a la buena vida y a la creatividad, con un nuevo hedonismo que acabará produciendo una especie de «renacimiento», tal como sucedió tras superada la peste negra del siglo XIV.

Christakis lo expresa con estas palabras esperanzadoras: «En la segunda fase de nuestros años veinte es muy probable que se dé un aumento del consumo como revancha de privaciones pasadas, que aumenten las ganas de socializar y de probar cosas nuevas. La primera parte de los años veinte de nuestro siglo no habrá sido precisamente muy feliz, pero los años de su segunda parte pueden ser perfectamente esplendorosos, una especie de revival de los locos años veinte del siglo pasado. Podemos esperar grandes innovaciones sociales, tecnológicas y artísticas. La humanidad no sólo se habrá recuperado de la pandemia sino que habrá dado un gran salto adelante».

China -la gran potencia emergente- marcará el paso de nuestros años veinte, así como del resto del siglo veintiuno, considerado un siglo asiático, en contraposición al siglo americano que fue el siglo pasado Share on X

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