Úrsula von der Leyen ha pronunciado su discurso anual sobre “el estado de la Unión“

La presidenta alemana de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha pronunciado hace unos días su discurso anual sobre “el estado de la Unión“ en la sede del Parlamento Europeo de Estrasburgo.

Ha declarado que, durante su mandato, “la UE ha experimentado una verdadera (y exitosa) refundación“. Puede ser considerado así, pero en cualquier caso se trata de una refundación insuficiente, como veremos a continuación.

Así empezó su discurso:

“Sé que algunos tenían dudas cuando comparecí ante ustedes en 2019 con mi programa para una Europa verde, digital y geopolítica, pero eso fue antes de una pandemia y una guerra brutal en territorio europeo que han puesto el mundo boca abajo“.

Es verdad que la “refundación” a la que alude se ha producido encarando en común, retos extraordinarios, cada uno potencialmente letal:

Una pandemia inédita desde 1918; una invasión militar en el continente de efectos mundiales y no solo regionales (como la guerra de los Balcanes) insólita desde 1939; una crisis energética inigualada desde las petroleras de 1973 y 1979, y una crisis inflacionista insidiosa y duradera.

A todo ello hay que añadir los obstáculos augurados por el posible impacto del Brexit, que no ha generado imitadores ni apenas reveses económicos (los ha generado claramente en el país que ha abandonado la UE y que ya maniobra para regresar de alguna manera a ella).

O las amenazas del ascenso populista de la ultraderecha, que aún reclama mucho coraje político de la derecha democrática.

La UE ha comprado armas por vez primera conjuntamente, pero aún no las produce en común. Ha lanzado un necesario paquete de sanciones contra una potencia invasora, pero a ritmo sincopado.

Ha acogido a cinco millones de refugiados ucranianos, pero la frontera sur sigue siendo un foco de inhumanidad, mientras que Europa todavía bracea para culminar un necesario y urgente acuerdo sobre inmigración y asilo propuesto en septiembre de 2020.

Ha inaugurado una política sanitaria y de vacunación apenas prevista en los Tratados, aunque no completada.

Ha financiado la recuperación económica mediante una gigantesca emisión de deuda común (los primeros “eurobonos”, 750.000 millones de euros) – embrión de un Tesoro común hasta ahora considerados imposibles – pero no ha sido capaz de completar la unión bancaria.

El problema migratorio es un caso paradigmático sobre insuficiencia de medidas necesarias.

La presidenta ha pedido el apoyo de la Eurocámara y de los Veintisiete para aprobar antes del final de esta legislatura el llamado Pacto Migratorio.  Declaró que “se puede gestionar la inmigración de manera eficaz y con compasión al mismo tiempo“. Hizo referencia a un acuerdo firmado recientemente con Túnez para reforzar el control de las fronteras europeas a cambio de ayudas económicas, una controvertida iniciativa liderada por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, e insistió en que la UE “ha de trabajar en acuerdos parecidos con otros países“.

Pocos días después de pronunciar su discurso en Estrasburgo, la presidenta y Giorgia Meloni hicieron una visita relámpago a la isla de Lampedusa, abarrotada de inmigrantes ilegales. La presidenta ha tenido buenas palabras y ha hecho gestos, pero no consigue llegar al objetivo de alcanzar un buen Pacto Migratorio que la UE necesita hace tiempo con urgencia, le cuesta coordinar la acción de los Veintisiete.

Tareas de futuro

Algunas tareas comentadas para el inmediato futuro son las derivadas de la estrategia de digitalización y el desarrollo del Pacto Verde. Otras son más bien sobrevenidas, como el retorno de la necesaria ampliación de la UE al este, impulsada por Ucrania. Si lo realizado se ha alcanzado sin reformar los Tratados, con presión y tratando de convencer a los reticentes, es difícil que esto baste en el futuro.

Von der Leyen acierta en el rumbo, pero no en el énfasis ni en la intensidad.

Un salto en la política industrial y en la acción económica exterior para competir con Estados Unidos y China se quedará corto sin apoyo de cuantiosos fondos directos (de los que los competidores americanos y chinos disponen en abundancia), solo alcanzables con una nueva propuesta mutualizadora, que no ha formado parte de su discurso.

Ha planteado una gran ampliación de la UE, pasar de 27 a 30 miembros o más y llegar a los 500 millones de habitantes, pero la experiencia indica que una ampliación tan ambiciosa exige acrecentar la capacidad interna de absorción, matizar la unanimidad para asuntos constitucionales y reformar los Tratados de la Unión.

La presidenta ha situado la nueva gran ampliación al este como elemento central de su discurso, pero sin necesidad de reformar los Tratados. Los ciudadanos europeos se preguntan, además, qué se ha hecho de la cantidad y calidad de propuestas de reforma de los tratados recogida en el marco de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, ya terminada, y enviadas en su momento a las instituciones europeas responsables.

“Europa responde a la llamada de la historia. Y la historia nos llama ahora a trabajar para completar nuestra Unión“, ha declarado Von der Leyen. “Completar la Unión” es lo que la UE necesita vitalmente, y llegar a una verdadera unión política de carácter federal para convertirse en un tercer polo de poder en un mundo geopolítico en plena transformación, así como devenir mediadora entre las dos potencias dominantes: la hegemónica (Estados Unidos) y la remergente (China). “Completar la Unión“ (o “más Europa “, como reclaman muchos).

La anterior gran ampliación de 2004 sumó 13 nuevos países al club comunitario.

Ese es el ejemplo a seguir, como ha defendido primero Alemania (discurso del Canciller Olaf Scholz en Praga pronunciado el 29 de agosto del año pasado) y ahora también mucho más tímidamente Francia, con esta propuesta de segunda ampliación al este, que con los Balcanes (Serbia, Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Albania) lleva años congelada y que la invasión rusa ha revivido, sumando además a Ucrania, Moldavia y Albania como aspirantes, mientras Georgia (con dos regiones ocupadas por Rusia), Armenia y Azerbaiyán se lo miran de lejos.

En su discurso de Praga, el canciller alemán se mostró partidario de la entrada en la UE de Ucrania, Moldavia, Georgia, Albania y de los cinco países de los Balcanes occidentales, restos de la antigua Yugoslavia. Scholz habló de formar “un bloque de 30 a 36 miembros “. Pero Scholz planteó, además, una segunda propuesta sobre la que Von der Leyen en su discurso sobre la Unión ha pasado de puntillas.

Scholz declaró que cada nueva adhesión hace más difícil la toma de decisiones en la UE y que hay que agilizarla.  Dijo que la actual normativa de votaciones “es una reliquia del pasado“. Utilizó precisamente en Praga, el lugar más indicado, el adjetivo “kafkiano“ para describir la falta de sentido de la exigencia de unanimidad en una Europa cada vez más amplia. “Las áreas de decisión por unanimidad se han de ir reduciendo y ampliando las de mayoría, especialmente en política exterior y también en otros ámbitos como la fiscalidad“, declaró Scholz.

¿Renovará Von der Leyen su mandato?

La presidenta ha eludido aclarar si quiere renovar su mandato de cinco años, que expira en 2024.  Pero ha dado muestras en su discurso de que quiere tutelar ese segundo proceso crucial de ampliación al este.

La política alemana inició su camino al frente del Ejecutivo comunitario en 2019 con la aspiración de conducir al club a una UE más geopolítica, y esa nueva gran transformación europea sería un enorme punto álgido en ese campo. “Es hora de que Europa vuelva a pensar en grande“, ha dicho. El discurso de la presidenta no ha sonado a despedida.

La agenda que ha propuesto la presidenta para lo que queda de legislatura (las próximas elecciones son en junio de 2024) se basa en tres pilares: 

Pacto Verde, ampliación y política migratoria. No lo tendrá fácil en la última parte de su mandato. El Pacto Verde actualmente está muy contestado en numerosas instancias, su concepción y su velocidad previa. Contestado incluso dentro de su propia familia política, el Partido Popular Europeo (PPE) donde su presidente, el también alemán Manfred Weber, encabeza una andanada tras otra contra algunas medidas verdes estrella de la Comisión Europea.

En 2019 Úrsula von der Leyen se presentó ante el Parlamento Europeo con un programa de gobierno que proponía una Europa digital, verde y con una unidad geopolítica. En el discurso sobre el estado de la Unión que acaba de pronunciar no ha podido reprimir un cierto sentimiento de orgullo y satisfacción por el trabajo hecho durante el pasado cuatrienio. Su lema ha parecido ser algo así como “vamos a acabar el buen trabajo que hemos hecho durante los últimos cuatro años“. Pero sin precisar si necesita un año o seis años (con un segundo mandato) para hacerlo.  Quedan 300 días para las elecciones europeas.

La presidenta Úrsula von der Leyen concluyó su discurso anual con estas palabras:

“Hemos visto el nacimiento de una Unión geopolítica que ha dado su apoyo a Ucrania y se ha opuesto a la agresión rusa, ha respondido a una China cada vez más asertiva y ha invertido en nuestras alianzas. Tenemos un ambicioso Pacto Verde Europeo en el centro de nuestra economía. Tenemos que terminar el trabajo que hemos emprendido”.

No ha precisado cuándo ni cómo.

Su firme defensa de los éxitos conseguidos (“una refundación “), su énfasis en la necesidad de “terminar el trabajo“ y su determinación en pos de la segunda ampliación al este de la UE, que será el reto principal de la próxima Comisión, pueden ser interpretados como indicio de su deseo de continuar al frente de la Comisión Europea cinco años más.

La presidenta ha eludido aclarar si quiere renovar su mandato de cinco años, que expira en 2024. Pero ha dado muestras en su discurso de que quiere tutelar ese segundo proceso crucial de ampliación al este. Share on X

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