Sánchez: Un discurso sin atisbo de autocrítica

Vaya por delante la comprensión hacia lo infausto que es gobernar en las actuales circunstancias,  pero esta comprensión no puede ser óbice para añadir que lo peor que nos puede pasar es que quienes nos gobiernen combinen los graves errores con la autocomplacencia.

Y mucho de ello hubo en las intervenciones del sábado y domingo del presidente del gobierno, donde las rectificaciones, que las hubo y abundantes, entraron por la puerta de atrás: fueron presentadas como grandes aportaciones. El discurso preparado por sus asesores giró en torno a tres argumentos: “les pasa a todos”, “todo lo hemos hecho bien”, “lo vamos a hacer todavía mejor”.

La narrativa de que España ha seguido todas las recomendaciones internacionales no es cierta. Desde el principio desoyó la recomendación del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades de impedir toda concentración de masas formulada el 3 de marzo, al alentar y participar oficialmente en la manifestación feminista del 8 de mayo en Madrid. Aun está por estudiar la posible relación entre lo que ha sucedido luego en esta comunidad y aquel hecho que claramente generó múltiples contagios al concentrar 150.000 personas.

También afirmó que se había seguido la estrategia marcada por la OMS. Tampoco es cierto. La Organización Mundial de la Salud insistió en que el confinamiento no era suficiente y que se necesitaban pruebas masivas de contagio, incluso en una de las advertencias se produjo la referencia específica a España. A pesar de ello, el doctor Simón reitero que los test de pruebas quedaban limitados a los casos de contagio ingresados en los hospitales. ¿Por qué se perdió tanto tiempo hasta asumir que deben ser de uso masivo? es una explicación pendiente.

Sánchez alardeó de múltiples pruebas, habló de 15.000 al día y de 300.000 realizadas. La realidad es que hasta hace pocos días, antes de la rueda de prensa del día 22, el número de pruebas realizadas era un secreto, y España no facilitaba esta información. Solo la evidencia del grave error cometido, que está pasando una terrible factura en el caso de las residencias de ancianos, les obligó a rectificar.

Porque, y esa es otra en la que Pablo Iglesias tiene una grave responsabilidad, hay que apuntar en el haber de los grandes errores, la elevada letalidad en las residencias de ancianos. Este hecho lamentable está relacionado con tres hechos, cuyo corolario converge en Iglesias: el apuntado de la falta de pruebas de contagio, la falta de material de protección, y la ausencia de un plan de contingencia para las residencias asistidas de toda España.

Antes de la rueda de prensa del día 22, el número de pruebas realizadas era un secreto, y España no facilitaba esta información Share on X

Desde el día 14 que entró en vigor el decreto ley del estado de alarma, las competencias autonómicas siguen en vigor, pero ejercidas bajo la autoridad central. Los centros de la tercera edad forman parte de las atribuciones del vicepresidente para Asuntos Sociales, Pablo Iglesias. Su grupo lanzó en los primeros días, y a través del Ministerio de Igualdad, un Plan de Contingencia del Coronavirus para las mujeres afectadas por la violencia de género, pero sigue siendo incapaz hasta la fecha de hacer algo mucho más necesario y que era urgente: el plan para evitar lo que ha sucedido en las residencias asistidas, el único tipo de centro, donde al final, y en algunos lugares de España, ha tenido que acudir el ejército por decisión propia, para socorrerlas.

Y esta cuestión guarda relación con la falta de información completa. Hasta este viernes los números de casos no se proporcionaron desglosados por edades, lo que de hacerse antes hubiera exhibido a la luz pública, que la mortalidad se ceba en las personas mayores de 60 años.

La lentitud desde el primer momento, que aun continua en organizar la capacidad industrial propia para proveer los materiales sanitarios que tanto hacen faltan, organizando una verdadera economía de guerra, la habilitación de hospitales a una escala mucho mayor para prevenir la saturación de los existentes, que el propio Sánchez anuncia, son errores que deben ser explicados por el presidente del gobierno, y que en cualquier caso el Congreso debe tratar.

Esto va a durar, todos los expertos lo saben, y la salida es un escenario borroso. De ahí que sean necesarias medidas urgentes de futuro y otras a corto plazo. La construcción de una mayor capacidad hospitalaria para semicríticos y las UCI, es una evidencia no abordada. Se deben adoptar medias, sobre cómo abordar el fin del confinamiento, y la organización necesaria para evitar un repunte, sobre las vacaciones de verano, sobre el abordaje de la educación en todos sus ciclos, porque en el mejor de los casos el descenso a partir de mayo y durante el verano, va a seguir previsiblemente una nueva oleada en otoño. Es más. El gobierno debe informar de cómo piensa hacer frente a una posible coincidencia en el próximo invierno entre la gripe común, estacional, y el coronavirus, revitalizado por las bajas temperaturas.

Tampoco habló Sánchez de algo vital: la necesidad y urgencia de disponer de tratamientos con retrovirales, que se aplican a otros virus para atenuar el impacto, y su estrategia ligada a la detección temprana. Disponer de una política pública bien definida en este ámbito es vital para reducir la letalidad y el sufrimiento.

Ah!, y una necesidad nada menor: la sustitución del coordinador de la emergencia Fernando Simón. Necesitamos un especialista que realmente tenga capacidad de liderar, la previsión y el nuevo impulso necesario. Y esta necesidad no se resuelve por la puerta de atrás nombrando ahora un comité científico, para paliar los graves errores de misión y gestión.

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