¿Quién se acuerda de Kamala Harris?

Cuatro meses después de su nominación oficial como vicepresidenta de los Estados Unidos y mano derecha de Joe Biden, Kamala Harris sigue buscando su lugar en la Casa Blanca.

El puesto de vicepresidente es una invención de la Constitución norteamericana que tiene como misión principal sustituir al presidente en caso de muerto o de incapacidad. Sin embargo, más allá de esta función de “reserva”, no dispone de ningún poder en concreto. Cada vicepresidente debe labrarse su lugar junto al comandante supremo.

Kamala Harris se enfrenta pues al reto de encontrar su propio equilibrio con Biden y ganarse así un lugar de cierta influencia. Algo que su predecesor, el republicano Mike Pence, hizo admirablemente bien al convertirse en el alter ego moderado de Trump.

En apariencia, Harris siempre está al lado de Biden en cada una de sus apariciones oficiales, a las que siempre acude con su conocida risa particularmente sonora. Sin embargo, en términos políticos, no hay constancia de que haya jugado un papel destacado en ninguna de las grandes decisiones que el presidente ha tomado hasta ahora.

La realidad es que Kamala Harris adolece de varios problemas.

El primero y más destacado es que se ha convertido en la víctima de la imagen que ella misma ha trabajado y que los medios de comunicación como el New York Times han difundido a bombo y platillo.

Kamala Harris se ha convertido en la víctima de la imagen que ella misma ha trabajado y que los medios de comunicación como el New York Times han difundido a bombo y platillo

Primera mujer vicepresidenta y primera también de orígenes afro-americanos y asiáticos en alcanzar esta posición, su papel no va más allá, de momento, de icono de las minorías raciales de Estados Unidos.

Al mismo tiempo, la contra-campaña que los republicanos hicieron de Harris, presentada como un peligroso poder en la sombra ejerciendo una influencia de extrema izquierda sobre un presidente viejo y cansado tampoco se ha materializado.

Lo cierto es que Biden toma él solo todas las decisiones. No es de extrañar teniendo en cuenta que él mismo fue el vicepresidente de Obama durante ocho años, y conoce como nadie lo que es estar tan cerca del poder y no poder ejercerlo.

Un artículo publicado por la prestigiosa revista The Atlantic describe a Harris como una persona secreta y cerrada. Al parecer mantiene una lista de periodistas que, a su parecer, la han descrito de forma non grata.

Durante sus intervenciones, Harris entra rara vez en detalles, contentándose con declaraciones llenas de tópicos. Con esta actitud, pocos saben qué es lo que realmente piensa más allá de una retahíla de clichés progresistas que pueden llegar a ser extremistas, como la polémica que causó entorno a la libertad de religión.

El segundo problema es que la relación personal entre Biden y Harris es particularmente complicada.

Durante las primarias demócratas en las que ambos se disputaban la nominación de su partido, Harris atacó con particular violencia a Biden. Llegó al extremo de hurgar en las amistades que Biden mantenía en 1970, entre las cuáles habría senadores partidarios de la segregación racial.

Durante las primarias demócratas en las que ambos se disputaban la nominación de su partido, Harris atacó con particular violencia a Biden

Sin embargo, un año más tarde y tras ganar en las primarias, Biden escogió a Harris como su tándem presidencial. Se dice que a pesar de los receles personales que Biden sentía hacia Harris, comprendió el interés político de embarcar en su campaña a una mujer relativamente joven y proveniente de las minorías étnicas.

El tiempo ha demostrado que su elección fue correcta: Biden encarnó la moderación y la tradición norte-americanas mientras que Harris cosechaba el favor de la intelligentsia progresista y de buena parte de las minorías.

Ahora bien, llegados a la Casa Blanca, los dos parecen distanciarse de nuevo.

Si Harris quiere optar a una plaza en la campaña presidencial del 2024, tendrá que ponerse las pilas y demostrar que, más allá de su imagen, dispone de un verdadero talante para el gobierno.

Visto lo visto, no parece que haya comenzado con buen pie: ¿quién se acuerda de Kamala Harris?

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