El pasado viernes, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan volvió a declarar públicamente que su homólogo francés, Emmanuel Macron, debía hacerse examinar su salud mental.
Macron reaccionó de forma decidida y hizo volver al embajador francés en Turquía hacia París. Es la primera vez en la historia de las relaciones entre los dos países que un embajador recibe la orden de volver a su país.
El origen de esta nueva escalada se encuentra en la reacción francesa al atroz asesinato de un profesor cerca de París, Samuel Paty, por enseñar caricaturas de Mahoma durante un curso sobre la libertad de expresión.
Durante el homenaje al profesor, Macron declaró que Francia seguiría defendiendo la publicación de caricaturas del profeta fundador del Islam.
Protestas de numerosas entidades y países islámicos
Estas declaraciones sentaron muy mal no sólo a Erdogan, sino a numerosos países musulmanes.
Desde entonces, capitaneados por Erdogan, países aliados de Turquía, como Qatar o Kuwait, han anunciado un boicot de productos franceses.
En muchos otros lugares, como Jordania, Irán, Irak, Pakistán o Bangladesh, se han organizado manifestaciones antifrancesas. Otros países, como Marruecos o Argelia, han protestado oficialmente por las declaraciones del presidente francés.
La Organización de la Cooperación Islámica también se ha volcado en denunciar a Francia, al igual que lo ha hecho la universidad de Al Azhar en Egipto, la máxima institución académica del islam suní.
Como Turquía instiga el odio musulmán contra Occidente
En cualquier caso, ha sido el gobierno de Erdogan quien más provocaciones ha lanzado. De hecho, ya hace años que Turquía siembra el odio contra Occidente desde la religión islámica.
Los miembros de su gobierno no cesan en acusar Europa de querer «intimidar a los musulmanes», llegando hace unos días a comparar su situación con la de los judíos durante la primera mitad del siglo XX.
Turquía publica también estudios sobre la supuesta «islamofobia» occidental. Entidades gubernamentales turcas han incluso recibido fondos europeos para publicar un informe sobre la «islamofobia» en Europa.
Entidades gubernamentales turcas han incluso recibido fondos europeos para publicar un informe sobre la islamofobia en Europa Clic para tuitearMientras tanto, en su casa, Erdogan ordena la reconversión de iglesias ortodoxas en mezquitas y supervisa la persecución religiosa de los pocos cristianos que aún viven en Turquía.
Plenamente alineada con el movimiento islamista de los Hermanos Musulmanes, Turquía quiere erigirse como defensora y promotora del islam político en todo el mundo.
Desafortunadamente, numerosos países y organizaciones islámicas le siguen, o juegan, el mismo juego.
La cuestión del encaje del islam en el mundo occidental
El asesinato del profesor francés ha puesto en evidencia una amenaza preocupante para la libertad de expresión. Un valor que a pesar de figurar entre los más fundamentales de la Unión Europea, ha valido al presidente francés pocas defensas decididas de parte de sus vecinos.
Mientras en Europa los musulmanes gozan de los mismos derechos que los fieles de la religión troncal de los países que los acogen, el cristianismo, los seguidores de Cristo que viven en países musulmanes sufren en el mejor de los casos la marginalización y lo peor, la persecución activa, como en Pakistán.
La doble medida que utilizan numerosas autoridades políticas, religiosas y sociales del mundo islámico para defender su religión debería hacer pensar a los dirigentes europeos. Así como la intimidación que una parte de los musulmanes ejercen en Europa para evitar cualquier crítica a su religión, y que costó la vida al profesor francés Samuel Paty.
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