Conclusiones de la reunión del World Economic Forum en Davos sobre la situación de la economía mundial y de la Conferencia de Múnich sobre seguridad y geopolítica

Para España, lo más importante de la 50.ª reunión anual en Davos (Suiza) del World Economic Forum ha sido la presencia del jefe de gobierno Pedro Sánchez para tranquilizar a los inversores internacionales ante el nuevo gobierno de coalición con Unidas Podemos y con su compromiso de que se respetarán los objetivos de reducción del déficit público. La reafirmación de esta promesa, que los mercados financieros habían puesto en duda, condicionará de forma determinante la elaboración de los presupuestos españoles para este año, ya que no podrán ser tan expansivos como se pretendía. Es evidente que Sánchez ha ido a Davos a vender confianza.

Para la Unión Europea (UE), la mejor noticia salida este año de Davos ha sido el anuncio sorpresa de que en pocas semanas se llegará a un acuerdo comercial con los Estados Unidos. Así lo confirmaron Donald Trump y Ursula von der Leyen, la nueva presidenta de la Comisión Europea. Si esto se confirma, se evitará la guerra comercial entre europeos y americanos y se desbloqueará un contencioso que frena tanto a inversiones como a la creación de empleo en los países europeos.

Sobre la situación de la economía mundial, en Davos han soplado vientos más optimistas que el año pasado, ya que se han aclarado muchas incertidumbres que harán posible que el crecimiento global alcance un 3,3 por ciento, que no es mucho, pero que aleja los temores de una recesión. A pesar de ello, la nueva directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), la búlgara Kristalina Georgieva, no ha podido evitar escalofríos cuando comentaba la elevada deuda que hay en el mundo y los niveles de vértigo que han alcanzado las bolsas ante la elevada atracción por el riesgo que provocan los bajos tipos de interés. Flotaba en el ambiente que aquí se esconde un problema de grandes dimensiones. Junto con esta preocupación, los líderes mundiales reunidos en Davos han destacado otra: la crisis climática. Incluso la nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE), la francesa Christine Lagarde, ha anunciado que la institución impulsará acciones para promover la lucha contra el calentamiento global. Donald Trump, la estrella de la reunión de este año, se ha quedado solo en la defensa de sus postulados negacionistas. Un presidente de Estados Unidos ha tenido que enfrentarse a una adolescente, la sueca Greta Thunberg, a quien acusó de catastrofista por liderar la lucha contra el cambio climático. Pero ella ha insistido en que tenía toda la razón al denunciar en Davos que el mundo no hace lo suficiente para combatir esta crisis.

La edición de este año del World Economic Forum en Davos ha servido, una vez más, a las élites del planeta para tomar el pulso a los problemas y los retos del mundo, entre los que ha destacado la revolución digital y el impacto negativo que tendrá en el empleo. Por otra parte, se ha querido apostar claramente por el multilateralismo a la hora de afrontar los grandes retos del presente y del futuro, contra las pretensiones bilaterales y proteccionistas de Trump. También ha sobresalido la necesidad de revertir la desaceleración económica y la urgencia de combatir la emergencia climática de manera decidida. Cabe decir que Davos siempre ha querido representar el multilateralismo y la globalización. Los responsables del World Economic Forum saben perfectamente que los tiempos que corren no son muy favorables a ninguno de estos dos últimos conceptos.

La Conferencia de Seguridad de Múnich, a menudo conocida como «el Davos de la defensa» o «el Davos de la geopolítica», ha puesto de relieve la distancia que separa hoy en día los Estados Unidos de la UE y la subida de tono del contencioso tecnológico entre los Estados Unidos y China, en el que Europa queda atrapada. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, ha abierto la conferencia declarando que «con su actual administración, nuestro principal aliado, Estados Unidos, rechaza la idea de comunidad internacional». El representante estadounidense, el secretario de Estado Mike Pompeo, le replicó alegando que «unas afirmaciones similares no reflejan en absoluto la realidad». El presidente Macron ha apoyado al presidente alemán declarando que «vivimos un debilitamiento de Occidente ante Asia y Rusia mientras los Estados Unidos se repliegan, por tanto la UE tiene que rehacerse como potencia política y estratégica». El Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad, Josep Borrell, se ha sumado a las críticas de los dos presidentes europeos declarando que la UE necesita una política exterior y defensa más decidida y asertiva, con voz propia ante los Estados Unidos y China. «Europa debe tener más poder militar sin dejar de reforzar al mismo tiempo la OTAN, pero no sólo militar, sino también contra aspectos como la crisis climática, y no puede quedar atrapada entre la rivalidad chino-americana».

El tema estrella de la conferencia ha acabado siendo la guerra tecnológica entre los Estados Unidos y China. Los americanos han colocado a la empresa china Huawei en el centro de esta batalla por razones de seguridad nacional. Las empresas estadounidenses (como Apple, Microsoft, Google y Amazon) siguen dominando el universo digital, pero la competencia china es cada vez más importante y los americanos sostienen que detrás de ella se encuentra la acción del gobierno chino con pretensiones de dominación mundial. El crecimiento de Huawei en Europa desagrada profundamente a Trump. Huawei ha aportado 12.800 millones de euros al PIB de Europa en 2018 y ha generado 169.700 puestos de trabajo directos e indirectos a través de sus cadenas de suministro. El fabricante chino tiene 23 centros de investigación en 12 países europeos.

El secretario de Estado de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, declaró en Múnich que «la adopción del 5G por parte de China puede comprometer las actuales alianzas», y que «es necesario que la comunidad internacional despierte ante el desafío chino y su manipulación de las reglas del orden internacional». «El Partido Comunista chino avanza más y deprisa en la dirección incorrecta, con más represión interna, más prácticas económicas depredadoras, más mano dura y una actitud militar más agresiva».

No es descabellado pensar que la guerra tecnológica entre los Estados Unidos y China puede estar detrás de la reciente cancelación del Mobile World Congress en Barcelona.

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