Política exterior estadounidense: ¿primer año de Joe Biden o quinto de Donald Trump?

Un año después de haber asumido el cargo de presidente de Estados Unidos, ha quedado ampliamente demostrado que Joe Biden no ha aportado ningún cambio sustancial a la política exterior de su predecesor, Donald Trump. Y esto, después de habernos dicho y repetido que el demócrata «borraría» hasta el más mínimo detalle la obra de gobierno del republicano.

En términos de política exterior, Biden ha mantenido el enfoque básico asentado por Trump, y que gira en torno a dos ejes.

El primero es operar en el terreno internacional guiándose por una interpretación estrecha del interés nacional de los Estados Unidos.

Es el famoso América Primero, una invención trumpiana. Mucho más que un simple eslogan, es en sí misma toda una base filosófica de política exterior. América Primero implica reducir las iniciativas norteamericanas para centrarse únicamente en las cuestiones que afectan a los intereses fundamentales del país.

Cansados ​​de aventuras internacionales en Oriente Medio, los ciudadanos de Estados Unidos quieren estabilidad y prosperidad, pero no renuncian por completo a la visión ancestral de su país como único y llamado a un destino superior.

Como Biden ha afirmado, su política exterior está destinada a satisfacer a las clases medias estadounidenses. Una declaración que Trump pudo suscribir sin tapujos. Cansados ​​de aventuras internacionales en Oriente Medio, los ciudadanos de Estados Unidos quieren estabilidad y prosperidad, pero no renuncian por completo a la visión ancestral de su país como único y llamado a un destino superior.

Biden, como Trump, ha mostrado escasísimo interés por Oriente Medio y por África. Tanto es así que estuvo dispuesto a sufrir la humillación de la caótica retirada de Afganistán. No está nada claro qué hubiera pasado si Trump hubiera sido presidente, pero su ego quizás le habría empujado a autorizar el uso de la fuerza para detener o al menos ralentizar el avance de los Talibanes.

El segundo eje es la consecuencia práctica del primero en el contexto internacional actual: como Trump, la preocupación central de Biden es la competición contra China a fin de mantener el liderazgo de su país en términos geopolíticos, económicos y tecnológicos. Se trata de un objetivo que la población estadounidense entiende perfectamente y comparte.

A diferencia de Afganistán, Estados Unidos no se dejará humillar fácilmente en Asia-Pacífico.

Biden ha seguido el curso de Trump al tejer una alianza de democracias que rodean a China : Corea del Sur, Japón, Taiwan, Australia e incluso la India. Poco importa humillar a los franceses y en general a los europeos en el mismo proceso: Biden sabe perfectamente que no pintan nada en esta región que, sin embargo, está destinada a convertirse en el centro mundial dentro de poco.

A pesar de la impresión de “amigo de Putin” en que tantos rivales y medios de comunicación han insistido a lo largo de todo su mandato, Trump fue el presidente estadounidense que impuso las sanciones más duras contra Rusia

En cuanto a Rusia, Biden no hace otra cosa que seguir presionándola como Trump ya hizo. A pesar de la impresión de “amigo de Putin” en que tantos rivales y medios de comunicación insistieron a lo largo de todo su mandato, Trump fue el presidente norteamericano que impuso las sanciones más duras contra Rusia .

Asimismo, como Trump, Biden no parece dispuesto a defender militarmente a Ucrania, que no es miembro de la OTAN. Lo más probable es que Estados Unidos se acabe aviniendo por necesidad estratégica a un acuerdo con Rusia sobre el estatus de Ucrania, sobre el que el Kremlin pide garantías para evitar que acabe convirtiéndose en miembro de la alianza atlántica, como ha pasado con antiguos territorios soviéticos como las Repúblicas bálticas.

A Estados Unidos no les interesa en absoluto empujar a Rusia a los brazos de China Clic para tuitear

De hecho, a medio y largo plazo, a Estados Unidos no les interesa en absoluto empujar a Rusia a los brazos de China. Moscú y Pekín son rivales naturales, tanto por razones históricas como geográficas, y a medida que China siga ganando impulso, Washington necesitará a todos los socios posibles para contenerla, Rusia incluida.

Está aún por ver si Biden tendrá la visión suficiente para darse cuenta y el coraje para cambiar su política hacia Moscú. De hecho, su antecesor Richard Nixon hizo hace cincuenta años la misma maniobra pero en el sentido contrario: abrirse a China para prevalecer sobre la Unión Soviética.

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