¿Hacia el final de la Era Americana?

El famoso analista geopolítico, profesor de la Universidad de Harvard y comentarista de la cadena CNN, Fareed Zakaria, norteamericano de origen hindú, publicó un libro en 2008 titulado “El mundo después de USA“ (The Post-American World And the Rise of the Rest), en el que defendía la tesis de que la supremacía de Estados Unidos en el mundo había llegado a su zenit y empezaba a declinar.

Según Zakaria, el mundo liderado por Estados Unidos abría paso a algo nuevo, un orden post-liberal, post-americano y post-occidental, marcado por una gran rivalidad. El libro trataba, sobre todo, del ascenso vertiginoso, económico y geopolítico de China, pero también de la India, imperios que regresaban (Turquía, Irán, Brasil, Indonesia) y otros poderes regionales.

El presidente Barack Obama reconoció públicamente, en un determinado momento, que aquel libro era su libro de cabecera, lo cual contribuyó en gran medida en convertirlo en un best seller.

A partir de la Segunda Guerra Mundial, el orden mundial se caracterizó por su carácter bipolar, en el que solamente había dos superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética.  A partir de 1989 (caída del Muro de Berlín) y 1991 (implosión de la URSS), el orden mundial pasó a ser unipolar, con una sola  superpotencia, Estados Unidos.

La hegemonía de USA fue absoluta entre 1991 y 2001, pero a partir de esta última fecha (ataque terrorista islámico en territorio norteamericano), hasta agosto de 2021 (retirada de los ejércitos norteamericano y aliados de Afganistán) el declive relativo de Estados Unidos parecía imparable.

Después llega la guerra de Ucrania, que algunos han calificado de “regalo geopolítico“ de Rusia a Estados Unidos para remontar su declive relativo.  En todo caso, supone un cambio de ciclo hacia un nuevo orden mundial.

El 2 de febrero de 2022, veintidós días antes de la invasión rusa de Ucrania, el presidente de China, Xi Jinping, y el de Rusia, Vladímir Putin, firmaron una Declaración conjunta que establecía una declaración de principios para una “nueva era“ en la que Estados Unidos “ya no era el líder del mundo“, y por la que ambos países declaraban asegurar una relación “sin límites“. Ambos líderes acusaron a Estados Unidos de hegemonismo y unilateralismo, y se declaraban partidarios de un nuevo orden mundial multipolar. Rusia pretendía recuperar su categoría de gran superpotencia y China se reafirmaba en su camino hacia la supremacía global.

Las tesis de Zakaria son radicalmente contestadas por el profesor de la Universidad de Princeton, Gilford John Ikenberry, considerado “el académico líder mundial del orden liberal internacional“. Sostiene que Estados Unidos no solamente no está perdiendo su liderazgo global, sino que tiene fuertes probabilidades de aumentarlo en el futuro (Why American Power Endures. The US. Led Order Isn’t in Decline, Foreign Affairs, November/December 2022).

Esto es así, según Ikelberry, porque la narrativa antiamericana no tiene en cuenta circunstancias históricas profundas que indican que Estados Unidos puede continuar teniendo una presencia dominante en el mundo y siendo el organizador de la política mundial a lo largo del siglo veintiuno. Asegura que las fuentes profundas del poder e influencia americanos en el mundo persisten. Con el ascenso del fuerte iliberalismo de China y Rusia, estas capacidades distintivas americanas han aparecido más claramente a la vista de los analistas.

Piensa que el error fundamental cometido por los profetas del declive americano consiste en ver en Estados Unidos y su orden liberal un imperio en decadencia. Estados Unidos se ha comportado ciertamente en el pasado como un imperio, pero su papel en el mundo va mucho más allá de su pasado imperial. El poder de Estados Unidos no se basa solamente en la fuerza bruta, que también, sino en ideas, instituciones y valores que están profundamente imbricados en la misma concepción y existencia de la modernidad.

El orden global construido por Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial se entiende mejor como un sistema mundial que como un imperio. Se trata de una formación política multifacética y expansiva, rica en vicisitudes, que crea oportunidades para pueblos situados en cualquier parte del planeta.

El sistema mundial liderado por Estados Unidos se ha puesto en marcha recientemente con una reacción global contraria a la invasión rusa de Ucrania.

El conflicto entre Estados Unidos y sus rivales, China y Rusia, consiste en una competición entre dos lógicas alternativas de orden mundial.

Estados Unidos defiende un orden internacional, que ha liderado durante tres cuartos de siglo, caracterizado por ser abierto, multilateral, y anclado en pactos de seguridad y asociaciones con otras democracias liberales. China y Rusia pretenden un orden internacional que destrone los valores liberales occidentales, caracterizado por bloques regionales, esferas de influencia y autocracia.

Estados Unidos defiende un orden internacional que protege y promueve los intereses de la democracia liberal. China y Rusia, cada una a su manera, esperan construir un orden internacional que protege el autoritarismo de las fuerzas amenazadoras de la modernidad liberal.

Estados Unidos ofrece la visión de un sistema global postimperial. Los líderes actuales de Rusia y China construyen, cada vez más, políticas exteriores basadas en la nostalgia imperial.

Esta lucha entre órdenes mundiales liberal e iliberal es un eco de las grandes rivalidades del siglo veinte.

Después de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, Estados Unidos defendió una agenda de progreso para el orden mundial. Su éxito se basó sobre el factor evidente del poder americano, sin rival en el mundo económico, tecnológico y militar. Estados Unidos se mantendrá en el centro del sistema mundial en parte sobre esta superioridad. Pero Estados Unidos continuará prevaleciendo por otra razón: el atractivo de sus ideas, instituciones y sus capacidades para construir asociaciones, alianzas y coaliciones. Es la fuerza indispensable para construirlas. Este ha sido siempre, y puede continuar siéndolo, el secreto de su poder y su influencia.

A pesar de todos los cantos dedicados al declive americano, Estados Unidos no ha declinado realmente, sino que ha construido un orden distintivo en el que juega un papel integral. Y ante la amenaza de rivales iliberales, este orden permanece ampliamente en demanda. La razón por la que Estados Unidos no es decadente es porque muchos poderes existentes tienen interés en que Estados Unidos se mantenga activo e involucrado en mantener este orden. Incluso en el caso de un declive real, por ejemplo, ante China, el orden que Estados Unidos ha construido continúa reforzando su fuerza y liderazgo. El poder puede crear orden, pero el orden que Washington preside puede también reforzar el poder americano.

El orden liberal internacionalista de Estados Unidos tiene diferentes capas.

En la capa exterior se encuentran sus ideas y proyectos liberales internacionalistas, a través de los cuales Estados Unidos ha proporcionado “una tercera vía “entre la anarquía de estados compitiendo unos contra otros y la jerarquía de los sistemas imperiales. Es un arreglo que ha proporcionado más beneficios para mucha gente, más que cualquier otra alternativa.

Una segunda capa hacia el interior muestra que Estados Unidos es un imperio antiimperial. Es un poder mundial sin precedentes. Es el único de los grandes poderes nacidos en el Nuevo Mundo (América). El resto de grandes poderes, incluidos China y Rusia, tienen vecinos geopolíticos poderosos y luchan por su hegemonía territorial. Estados Unidos se ha beneficiado de su geografía y de su trayectoria única de desarrollo político. Su situación geopolítica y geoestratégica es única y la mejor: una gran masa territorial entre dos océanos. Esto le permite un papel único como equilibrador del poder global. Mira de reojo hacia el extremo izquierdo y el extremo derecho de la gran masa euroasiática, y se siente inatacable. Además, Estados Unidos ha tenido oportunidades clave para construir coaliciones para establecer reglas e instituciones globales. Como lo demuestra la guerra de Ucrania, la habilidad de promover coaliciones de democracias continúa siendo un activo esencial de su fuerza.

La tercera capa indica que Estados Unidos no es solamente un gran poder, sino una clase única de sociedad civil. Estados Unidos es un país de inmigrantes. La sociedad civil americana, enriquecida por su base multirracial y multicultural, conecta el país con el mundo en redes de influencia que no están al alcance de China, Rusia y otros poderes.

Finalmente, existe una última capa, que ya pertenece al núcleo duro. Se trata de una gran fortaleza: su capacidad de fracasar. Como es propio de una sociedad liberal, puede reconocer sus vulnerabilidades y sus errores, y tratar de superarlos. Es una clara ventaja frente a sus rivales iliberales a la hora de enfrentar crisis y reveses.

En la lucha actual por un nuevo orden mundial Estados Unidos puede basarse en las anteriores ventajas y en su larga trayectoria de construcción de un orden liberal. Ofrece al mundo una visión global de un sistema abierto y basado en reglas en el que la gente pueda trabajar libremente y mejorar su condición de vida.

El análisis del liberal Ikenberry acaba con las siguientes conclusiones.

Primera conclusión. Estados Unidos entra en la lucha por el orden mundial del siglo veintiuno con grandes ventajas.  Todavía posee las capacidades materiales de épocas pasadas. Continúa gozando de una posición geográfica única y privilegiada para desempeñar un papel de gran potencia tanto en el Este de Asia como en Europa. Su habilidad para colaborar con otras democracias para fijar reglas e instituciones globales es todavía manifiesta en su respuesta a la invasión rusa de Ucrania y continuará así en cualquier futura respuesta colectiva a una agresión china en el Este de Asia.

Segunda conclusión. Aunque China y Rusia pretenden mover el mundo en la dirección de bloques regionales y esferas de influencia, Estados Unidos ha ofrecido una visión de la orden mundial basada en un conjunto de principios más que en la competición por cualquier territorio. El orden internacional liberal es una manera de organizar un mundo interdependiente. Es, en opinión del historiador noruego Geir Lundestand, un “imperio por invitación “. Su éxito depende de su legitimidad y capacidad de atractivo, no de la capacidad de forzar obediencias.

Tercera conclusión. La confrontación de Estados Unidos con China y Rusia en 2022 es un eco de los grandes acontecimientos producidos en 1919,1945 y 1989.  Como en aquellos momentos, Estados Unidos se asocia con otras democracias para resistir los movimientos agresivos de grandes poderes iliberales. La guerra de Ucrania es mucho más que el futuro de Ucrania, es también sobre las reglas básicas y las normas de las relaciones internacionales.  Y también proporciona Estados Unidos la oportunidad de repensar y defender su lucha por un orden mundial abierto y multilateral. Ningún otro poder está mejor situado para construir los necesarios partenariados y liderar el camino para afrontar los mayores problemas del siglo veintiuno.

Conclusión final. Otros poderes pueden estar ascendiendo – es el caso innegable de China – pero en todo caso el mundo no pude permitirse el fin de la Era Americana.

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