En Cataluña, entre parados (que han crecido un 29% en un año) y personas en ERTE, llegamos a los 900.000 catalanes que no tienen trabajo, 512.000 en paro y 190.000 en suspensión del empleo. Es un dato aterrador para un país de 7,5 millones de habitantes. Si descontamos a los menores de 16 años y a los mayores de 65, y le añadimos ese casi un millón de personas que es el conjunto que no trabaja, es fácil constatar que nos estamos quedando en la piel y los huesos.
Y eso no es todo, porque la gran empresa ya está pasando los ERTE a ERES. Al menos 15.000 personas serán despedidas por empresas como El Corte Inglés, Banco de Santander, Coca-Cola, Airbus, Banco de Sabadell, Heineken, entre otros, que ya han comenzado el proceso de sustituir las suspensiones temporales de trabajo por despidos.
No olvidemos que el crecimiento del paro castiga a las finanzas públicas de dos maneras diferentes. Por un lado, incrementa los costes de la prestación por no trabajar, y por otro, genera una entrada en la Seguridad Social porque se continúa pagando la cuota, pero a cargo del estado. El resultado es el empeoramiento de la ya de por sí difícil situación financiera española.
Por si fuera poco, la venta de coches ha caído un 45% tras la subida del impuesto de matriculación. Es un indicador adelantado de lo que sufrirá el sector en los próximos meses. Toda esta pérdida de puestos de trabajo genera situaciones trágicas, como es caso de las mujeres que trabajan en la limpieza de hoteles que, si antes tenían una situación difícil ahora es literalmente desesperada y pueden llegar a trabajar por menos de 3 euros la hora.
Además, esta falta de trabajo ha generado toda una sobreoferta en el ámbito de las trabajadoras domésticas, generando una repercusión negativa más amplia. Acceso de oferta de mano de obra y reducción salarial. Este último es, sin embargo, un hecho que se va generalizando. Los salarios están cayendo cuando en realidad sería necesario todo lo contrario para reactivar la economía. Es de manual que la inyección de ingresos a los sectores más desfavorecidos económicamente es la manera más rápida de reanimar el consumo, aunque este se ve constreñido por las limitaciones que las administraciones públicas imponen debido a la Covid-19.
Con este panorama, el escenario político señala lo que el título de esta información apunta, la clara posibilidad de que nos dañemos, porque a estas alturas el gobierno que se ve más cerca es el formando por ERC y la CUP, los antisociales que aún tienen que condenar el vandalismo que ha sufrido Barcelona estos días. La caída de Roma comenzó cuando algunos bárbaros llegaron al generalato. Mientras, Laura Borràs, la líder de JxCat, se entretiene en ir a visitar a Pablo Hasél en prisión.
Para decir exactamente lo que vemos, el problema de Cataluña es que no tenemos un partido político de cordura que sitúe los intereses de las personas por delante de sus tacticismos. En Cataluña falta el espacio político Merkel capaz de regenerar la política, reformar las instituciones, hacer eficiente y eficaz al gobierno, y mantener todo aquello que forma parte de las buenas tradiciones de nuestro país.
El problema de Cataluña es que no tenemos un partido político cuerdo que sitúe los intereses de las personas por delante de sus tacticismos Share on X