Ni Messi ni nuevo gobierno Torra: CaixaBank

El gran hecho, lo que señala un antes y un después, seguido a lo largo de estos últimos días no es ni las incertidumbres en torno a la continuidad de Messi, ni el golpe de mano de la crisis de gobierno de Torra que, al tiempo que castiga al PDeCAT, liquidando al único consejero que le quedaba, sitúa el balón de las elecciones lo más lejos posible, en el mes de marzo, si es que los jueces no aceleran la comunicación de la sentencia.

El hecho más importante que ha sucedido es el anuncio de fusión entre CaixaBank y Bankia para configurar el primer banco del estado, removiendo así el ranking tradicional, con el Santander y el BBVA por delante, y creando también una institución financiera de dimensión suficiente para tener liderazgo en Europa.

No es la primera vez que se produce este intento. Ya hubo un precedente cuando Rodrigo Rato presidía Bankia e intentó la fusión con la Caixa presidida por Isidre Fainé. Pero ahora todo es muy diferente y parece que la decisión está tomada y cuenta con el visto bueno del gobierno. El nuevo banco tendría más de 45.000 empleados y 7.000 oficinas. Como es lógico, como en toda fusión, se producirán economías de escala y, por lo tanto, se reducirán servicios y oficinas que quedarían duplicadas. Precisamente este ahorro de costes es siempre uno de los atractivos de la fusión, aunque ni mucho menos el único ni el más importante. La difícil situación del negocio bancario con una nula o muy baja retribución al ahorro, consecuencia de los bajísimos tipos de interés, estimulan el crecimiento de escala, porque es una de las vías claras para alcanzar unos mejores beneficios.

En este nuevo banco, el socio mayoritario y de referencia será la Fundació la Caixa, porque con el 30% de las acciones constituirá el primer accionista a mucha distancia del segundo, que es el mismo estado a través del FROB, si bien es muy posible que en un futuro esta participación estatal sea vendida a un precio revalorizado y de esta manera el estado pueda hacer caja, que buena falta le hará. Por lo tanto, a medio plazo el peso del primer accionista tenderá a crecer porque esta presencia estatal desaparecerá y quedará en manos privadas en bloque o posiblemente de manera fraccionada. En definitiva, Fainé se convierte en el líder financiero de este nuevo banco.

Es por él y gracias a la institución que preside, la Fundació la Caixa, que Cataluña podrá tener una importante puerta abierta a esta nueva institución, porque todas las demás habrán desaparecido. El presidente seguramente será José Ignacio Goirigolzarri, que es el actual presidente de Bankia, mientras que el consejero delegado sería el mismo que ocupa este cargo en CaixaBank, Gonzalo Gortázar. El hecho de que ambos bancos tengan las sedes en Valencia hará muy probablemente que esta ciudad se convierta en un centro financiero de primer orden al situar allí la sede de la nueva institución financiera, pero con una diferencia importante en relación con el actual escenario, que es fruto del desplazamiento de la razón social de la Caixa de Barcelona a aquella ciudad debido al procés, pero sin un traslado de los núcleos de dirección. Ahora sería diferente y Barcelona perdería una pieza importante como capital financiera. Su peso a escala española, y no digamos europea, sería mínimo y sólo la figura de Fainé y la Fundació la Caixa le permitiría tener una cierta significación, pero a años luz de la de Madrid, e incluso distanciada del peso que aún mantiene la burguesía financiera vasca en Bilbao. Ahora, a estos dos núcleos se les añadiría Valencia.

Dos reflexiones se hacen evidentes. Una en forma de interrogante: ¿qué habría pasado si el procés no hubiera impulsado a CaixaBank, como a otras grandes empresas, a irse de Cataluña? Hoy podríamos aspirar a que Barcelona fuera la sede del primer banco español. La segunda consideración es que la dinámica de CaixaBank señala el camino histórico de Cataluña, lo que siempre le ha funcionado, y que desde el tiempo de Prat de la Riba y Cambó ha sido enseña del catalanismo: construir una Cataluña institucional y económicamente fuerte, como ha hecho la Caixa en el ámbito específico de las finanzas, para participar con un peso determinante en la gobernación de España.

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