Visiones de futuro sobre la UE (V). Tres modelos de estado: francés, alemán y británico

Sir Larry Alan Siedentop es un filósofo político británico de nacionalidad americana, formado en las Universidades de Oxford y Harvard. En su famoso libro «Democracy in Europe» (2001) trata sobre el futuro de la UE.

Este libro comienza reconociendo la existencia de diferentes formas de estado en Europa que han creado también culturas políticas diferentes. Según Siedentop, en Europa hay sustancialmente tres modelos de estado que aspiran a servir de modelo para la UE: el modelo francés, el modelo alemán y el modelo británico. Cabe decir, que hoy, a consecuencia del Brexit, ya no hay modelo británico para la UE, ya que los ingleses se han retirado del proceso integrador europeo, pero el modelo sigue existiendo como tal aunque no compita, y por tanto vale la pena hacer una referencia en relación con los dos principales modelos aún presentes en la competición: el francés y el alemán.

Siempre según Siedentop, el modelo francés es un modelo esencialmente burocrático . El poder del ejecutivo francés, gracias a las reformas introducidas con la Quinta República, no tiene comparación con ningún otro país europeo. Desde 1958, en Francia el parlamento está supeditado al ejecutivo . Dentro de un sistema hipercentralizado como el francés, es inevitable una gran arbitrariedad en el proceso político de toma de decisiones. Los checks and balances (controles y equilibrios) y la transparencia brillan por su debilidad. Un aspecto crucial de este modelo consiste en que es fácilmente exportable. El nombre verdadero del juego es «poder».

El modelo alemán es el polo opuesto al francés. Alemania es un estado federal. La Constitución alemana encuentra enormes dificultades a la hora de crear diferentes esferas de autoridad y de protegerse unas de las otras. Los länder (estados federales) temen invasiones de poder por parte del gobierno federal central. El modelo alemán se inspira en la diversidad territorial de Alemania anterior a la unificación por Prusia en 1870. En consecuencia, hablar de un futuro «federal» en Alemania significa un futuro con estrictas limitaciones del poder central y respecto al estado de derecho. El nombre del juego en Alemania es «autoridad y estado de derecho».

El modelo británico es diferente de los dos anteriores . Además de no ser federal y de conceder soberanía al «monarca en el parlamento», su distinción es la informalidad, la confianza en los precedentes y las costumbres y el carácter de common-law. El modelo británico se basa en la existencia de una clase política diferente que acuerda implícitamente métodos y fines de gobierno. El método de gobierno preferido es el consenso basado más en el sentido común que en normas y principios formales. Es una forma de gobierno que no puede ser exportada. Sufre de falta de claridad. Forma parte de un contexto social muy particular. Se basa sobre instintos, intimidaciones y presiones sociales que no se pueden crear ex nihilo . El nombre del juego es la costumbre .

De las tres formas de estado contempladas, por razones históricas la predominante en la UE es la francesa, que según Siedentop es «la menos aceptable moralmente» . Por razones obvias, Alemania no ha podido (ni querido) imponer la suya. La británica llegó tarde al proceso de integración y la abandona antes de que llegue a completarse, aparte de que siempre ha parecido poco clara y confusa de aplicación. Quedaba la francesa por exclusión y naturalmente por voluntad política de París desde la misma concepción y comienzo del proceso de integración europea.

El modelo francés es el que se encuentra detrás del Tratado de Maastricht, que ha llevado a la UE a la situación que hoy se encuentra: resistiendo después de dos décadas de «crisis existencial». Según Siedentop, Maastricht significa el intento francés de proyectar su forma de estado sobre el resto de Europa. No se trata de ninguna conspiración, sino sencillamente de una actitud inducida por una maquinaria administrativa a la disposición de los cuerpos de élite franceses, con representantes tan poderosos en la Bruselas preparatoria de Maastricht como Pascal Lamy, un «enarca», es decir, formado en la École Nationale d’Administration, La ENA, y jefe del gabinete del entonces presidente francés de la Comisión francesa, Jacques Delors. Maastricht propone una moneda única y una política de seguridad y defensa comunes, entre otros, según un diseño marcadamente centralizador francés.

La paradoja era que, detrás del impulso federal en Europa de los años noventa (Maastricht) había una clase política nacional, la francesa, que no admiraba o perseguía a los valores intrínsecos del federalismo (dispersión formal de la autoridad y del poder, checks and balances , democrático accountability , y en consecuencia maximización de la participación popular en el proceso). Siedentop ya avisaba entonces que el elitismo puede provocar una reacción de la ciudadanía europea en contra de esta manera de «hacer Europa», es decir,  up to bottom(De arriba hacia abajo). «Las élites europeas corren el peligro de crear una crisis profunda en Europa, una crisis de democracia, que incluso puede poner en cuestión la identidad de Europa. Ojo con la tiranía del lenguaje económico y del economicismo a expensas de los valores políticos «.

Según Siedentop, el modelo de estado francés es el menos indicado para promocionar una cultura federal en Europa. Es un modelo burocrático que a lo largo de más de tres siglos ha marcado las actitudes francesas en relación con el ejercicio del poder público. Sin embargo, hay que reconocer que el éxito del planteamiento inicial del proceso de integración europea posterior a la Segunda Guerra Mundial se debe fundamentalmente a los diseños estratégicos elaborados por las élites francesas.

El futuro político de la UE no está claro. Burocracia y autogobierno son dos formas opuestas de concebir el estado. A lo largo de la vida de la UE, Bruselas ha seguido particularmente el modelo francés . Muchas políticas comunitarias llevan la huella francesa, un caso paradigmático es por ejemplo la Política Agrícola Común (PAC).Tras la caída del muro de Berlín (1989), Francia reaccionó ante la inevitable reunificación alemana con fuertes presiones sobre el proceso europeo que concretaron particularmente en los tratados de Maastricht y de Amsterdam. La aceleración del proceso de integración fue la respuesta francesa a la reunificación alemana. Se trataba de controlar Alemania con nuevas herramientas, principalmente a través de una moneda única, contrariamente a la opinión mayoritaria alemana favorable al mantenimiento del marco.

Las últimas publicaciones de Siedentop sobre el proceso de integración europea y su futuro, más allá de las recogidas en su libro clásico indicado al principio, se concentran sobre las diferentes formas de estado que han creado diferentes culturas políticas en Europa y sobre la necesidad de su convergencia si la UE quiere coronar su proyecto federal .

Siedentop sigue pensando que «el federalismo es la meta correcta para Europa, pero Europa todavía no está preparada para el federalismo». Al cabo de veinte años, añade que «la parte final del camino que lleva hacia el federalismo será difícil de recorrer;  la gran cuestión sigue siendo si todas estas culturas europeas se pueden combinar con éxito y cuánto tiempo se necesitará para lograrlo «.

Visiones de futuro sobre la UE (IV)

El futuro político de la UE no está claro. Burocracia y autogobierno son dos formas opuestas de concebir el estado. A lo largo de la vida de la UE, Bruselas ha seguido particularmente el modelo francés Clic para tuitear

 

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