La presidencia española de la UE ha arrancado marcada por el adelanto de las elecciones españolas

La presidencia española del Consejo de la UE (en eso consiste esencialmente la llamada presidencia rotatoria semestral europea) acaba de ponerse en marcha.

Será la última presidencia completa antes de que se disuelva el Parlamento Europeo (primavera de 2024) y la Comisión Europea llegue al final de su mandato (2019-2024). Es, por tanto, una presidencia «escoba», ya que deberá tratar prácticamente sobre todos los asuntos pendientes de la actual Comisión. También será una presidencia especial al convocar elecciones generales en España el 23 de julio.

Desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009, las presidencias rotatorias semestrales han perdido importancia y brillo.

Ahora la UE tiene un presidente permanente del Consejo Europeo -la máxima institución de poder de la UE formada por la reunión de jefes de estado y de gobierno de los 27-  que es actualmente el belga Charles Michel,  tiene un Alto Representante para asuntos exteriores y seguridad, hoy Josep Borrell, que preside los consejos de ministros de exteriores y tiene también un presidente del Eurogrupo -la reunión de los ministros de economía y hacienda, responsable de la política económica del euro- puesto que actualmente ocupa el irlandés Paschal Donohoe.

Los Estados miembros de la UE ya no esperan a su presidencia semestral para marcar perfil propio en la UE. Ahora deben tratar de marcarlo de forma permanente.

Sin embargo, el papel de la presidencia sigue siendo crucial para el funcionamiento de la maquinaria legislativa europea. España presidirá este semestre los demás consejos de ministros sectoriales (justicia, interior, educación, energía, economía, sanidad, agricultura y pesca, etc.), así como las reuniones del poderoso Coreper (Comité de Representantes Permanentes), foro que reúne a los embajadores de los 27 frente a la UE, donde se tratan todas las decisiones importantes.

Las prioridades de la actual presidencia española están claramente alineadas con los retos actuales de la UE.

Las prioridades de la actual presidencia española están claramente alineadas con los retos actuales de la UE. La plasmación en reglamentos o directivas dependerá de hasta qué punto haya avanzado el proceso legislativo de cada propuesta y España encuentre espacios de consenso entre los gobiernos (el Consejo) y el Parlamento Europeo, con los que se negocia la aprobación final.

Prioridades de la presidencia española

Las prioridades fueron preparadas por el gobierno de coalición de Pedro Sánchez. Está por ver si, a consecuencia de las elecciones de julio, un ejecutivo liderado por el PP con Feijóo de jefe de gobierno, en asociación o no con Vox, mantendría las prioridades fijadas por Sánchez y en qué medida el posicionamiento como país alteraría los equilibrios internos.

La reindustrialización y la «autonomía estratégica abierta» de la UE

El primer objetivo de la presidencia española es la reindustrialización de la UE  y garantizar lo que la Moncloa define como  “la autonomía estratégica abierta de la UE”, de la que se tratará en la reunión informal del Consejo Europeo en Granada el 6 de octubre. Por eso es necesario profundizar las relaciones con América Latina para reducir la dependencia de otras regiones. España aspira a ratificar los acuerdos comerciales con Chile y México, así como negociar los detalles finales del pacto con Mercosur.

La digitalización de la economía y la transición ecológica

A continuación, el programa de la presidencia apuesta por la digitalización de la economía y la transición ecológica, los dos grandes objetivos iniciales de la actual Comisión Europea.

Este semestre deberían aprobarse varias medidas del paquete llamado Fit for 55, la ambiciosa agenda verde impulsada por la Comisión y que se ve cada vez más contestada por los partidos conservadores y la ultraderecha.

La expresión Objetivo 55 hace referencia al objetivo de reducción de las emisiones en al menos el 55%, fijado para el año 2030, con la perspectiva de lograr que la UE sea climáticamente neutra de aquí al año 2050.

El paquete de medidas Objetivo 55 consiste en un conjunto de propuestas encaminadas a revisar y actualizar la legislación de la UE y poner en marcha nuevas iniciativas con el fin de garantizar que las políticas de la UE se ajusten a los objetivos climáticos acordados por el Consejo y el Parlamento Europeo.

Inmigración y apoyo a Ucrania

Tercero, España se compromete a trabajar para el refuerzo de la unidad europea en asuntos en los que se ha logrado una posición común, como la inmigración, y también en asuntos en que mantener una posición común es absolutamente prioritario, como es el caso de apoyo a Ucrania contra la Invasión de Rusia. La presidencia española también se ha comprometido a «avanzar en una visión federal».

La UE quiere alcanzar un pacto migratorio. La presidencia española tratará de acercar a Polonia y Hungría al nuevo consenso europeo sobre este tema conflictivo, pero no descarta sacar adelante el acuerdo por mayoría cualificada, es decir, con la posible oposición de Polonia y Hungría.

Estos dos países han votado ya en contra de las medidas pactadas en junio bajo la presidencia sueca. La mayoría cualificada implica el apoyo de al menos 15 de los 27 estados miembros, siempre que representen a un 65% de la población de la UE.

El pacto migratorio, la agenda verde, la reforma de las reglas fiscales y el nuevo presupuesto común -que incluye la garantía de apoyo presupuestario a Ucrania en los próximos cuatro años- son dossieres prioritarios de la presidencia española y también de la Comisión Europea para el semestre.

En materia de reformas fiscales (Pacto de Estabilidad, retorno a los controles de déficit y deuda públicas), deberá propiciarse un acuerdo entre los países del Norte y los del Sur. Los nórdicos reclaman el regreso a la austeridad y los del sur, liderados por Francia y entre los que figura España, son más laxos en sus planteamientos.

Pedro Sánchez ha inaugurado la presidencia española de la UE

Pedro Sánchez ha inaugurado la presidencia española de la UE con un viaje en avión y tren a Kiiv. Paralelamente con la visita a la capital de Ucrania, ha expresado en un mensaje institucional la «gratitud» por todo lo que la UE ha hecho por España a lo largo de las últimas décadas y «la ambición de España que esta presidencia deje huella“.

Fue la tercera visita de Sánchez a Ucrania, esta vez como presidente de la UE, donde aportó un mensaje de ánimo y confianza ante la agresión rusa.

Ha pronunciado un discurso ante el Parlamento ucraniano, antes de reunirse con el presidente Zelenski. Sánchez ha declarado que “estamos y estaremos con vosotros el tiempo que sea necesario; daremos apoyo a Ucrania y no importa el precio a pagar. Ucrania ya ha ganado porque ha elegido la libertad y la apertura ante quienes sólo creen en la fuerza y en la arrogancia y tienen sueños de antiguos imperios”.

Tras la visita de Sánchez a Kiiv, el primer gran evento de la presidencia española de la UE ha sido la reunión del Colegio de Comisarios europeos con el Gobierno para ordenar todas las tareas pendientes, que ha tenido lugar el 3 de julio en la recientemente inaugurada Galería de Colecciones Reales de Madrid.

En esta reunión la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, ha querido lanzar de antemano un mensaje político:

«en un mundo cambiante, es crucial que demos confianza y tranquilidad a los ciudadanos, esto debe ser nuestra seña de identidad; los extremistas, sean de derechas o de izquierdas, miran atrás y tienen miedo a los cambios, nosotros las fuerzas políticas del centro, debemos tener claro cómo queremos responder a los cambios que se están produciendo; es necesario que los partidos de centro sean capaces de ofrecer alternativas a las promesas de los extremismos de derechas y de izquierdas».

La presidenta está preocupada porque ve peligrar en los últimos meses la coronación de la ambiciosa agenda verde lanzada bajo su liderazgo en el 2019. Peligra por la oposición de la ultraderecha y también del Partido Popular Europeo (PPE), que es paradójicamente la familia política a la que pertenece.

Las personas que conocen a Pedro Sánchez afirman que le gusta mucho la política internacional y que ésta es realmente su gran vocación. Habla idiomas (inglés, francés e italiano), se ha formado en el exterior, con 26 años fue asistente en el Parlamento Europeo y más tarde, entre 1997 y 1999, formó parte del gabinete del Alto Representante de la ONU en Bosnia y Herzegovina, el diplomático español Carlos Westendorp, con sede en Sarajevo.

Gane quien gane las elecciones españolas del 23 de julio, parece evidente que habría que poner fin a la crispación destructiva que se está viviendo desde hace tiempo y recomponer la colaboración PSOE-PP para responder a los retos pendientes. Sólo un proyecto común puede mejorar el futuro, porque los problemas estructurales tanto de la política (extrema polarización, frontismo) como de la economía española son graves.

Nos encontramos entre los países desarrollados más endeudados y con mayor déficit público del mundo

En el terreno económico, la productividad y la renta per cápita siguen cayendo, las administraciones públicas siguen sin funcionar y las clases medias cada día que pasa pierden poder adquisitivo. Nos encontramos entre los países desarrollados más endeudados y con mayor déficit público del mundo. Para resolver estos grandes retos haría falta un gran pacto de estado entre las dos principales fuerzas políticas, PSOE y PP. No parece que vayamos hacia ese camino.

Puede argumentarse que Pedro Sánchez, pase lo que pase el 23 de julio, gana. Si gana las elecciones, porque las habrá ganado. Si las pierde, porque su prestigio internacional le facilitará desempeñar un cargo a la altura de sus ambiciones.

Von der Leyen ha declarado que «independientemente de cuál sea el resultado de las elecciones, confío en que el Gobierno español y las instituciones serán capaces de cumplir con una presidencia efectiva». Y Sánchez ha añadido, por su parte, que “España cumplirá con su deber y será un intermediario imparcial”.

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