La guerra de Gaza, la UE, EEUU, la ONU y la Unión por el Mediterráneo (UPM)

La UE ha sido ejemplo para el mundo a lo largo de las siete últimas décadas como proyecto político de superación de guerras entre vecinos, ejemplo de paz, perdón, reconciliación entre antiguos enemigos y prosperidad. Desde hacía dos milenios, Europa no vivía un período de paz y prosperidad tan largo en el tiempo.

Pero la UE últimamente está fracasando por no haber sido capaz de evitar las guerras en sus fronteras este y sur, y ahí tenemos bien vivas las dos guerras actuales que nos preocupan y que perjudican muy directamente a Europa: la de Ucrania y la de Gaza.

Geopolíticamente, la UE es la potencia peor posicionada ante estas dos guerras. Están a sus puertas, ad portas como decían los romanos (Hannibal ad portas ¡).

A Estados Unidos, la potencia hegemónica, desde su imperial y ventajosa situación geopolítica entre océanos, ambas guerras le caen lejos.

China, la potencia reemergente, también desde lejos, observa y mantiene impasible el rumbo hacia el liderazgo mundial, mientras extiende sus redes de influencia por todo el planeta, -resto de Asia, África y América Latina, el llamado Sur Global-, a través de su política “Nueva ruta de la seda“.

Se trata de un conflicto de enormes proporciones al que, hoy por hoy, no se ve salida.

La UE no ha hecho correctamente sus deberes en su vecindad oriental y meridional. Ha desarrollado ciertamente una Política de Vecindad hacia aquellos territorios, pero no ha sido suficiente. No ha sabido evitar el choque con Rusia y su giro hacia Pequín, ni evitar que el conflicto árabe-israelí perdurara y se enquistara hasta convertirse en mecha permanente para una conflagración regional. Se trata de un conflicto de enormes proporciones al que, hoy por hoy, no se ve salida.

La última cumbre de El Cairo propiciada por la UE ha sido un fracaso.

Israel e Irán -las dos potencias regionales enfrentadas- no han asistido a la reunión, y la cita de treinta líderes ha terminado sin una declaración final. Estados Unidos ha enviado a un simple Agregado de Negocios de su Embajada en El Cairo, mientras que la UE en pleno, liderada por Pedro Sánchez como presidente semestral del Consejo de la UE, no ha visto avanzar sus propuestas.

Estados Unidos ha enviado a la región dos portaviones de última generación, que ya se encuentran maniobrando a pocas millas de las aguas israelíes. La potencia hegemónica dispone del mayor presupuesto de defensa del mundo.

La UE sigue sin política común en materia de defensa, tampoco en política exterior, mientras se debate sobre la posible creación de una “autonomía estratégica abierta», tema clave de la última reunión del Consejo Europeo en Granada, en el marco de la actual presidencia española.

La UE ha vuelto a la cacofonía, muchas voces y poca unidad y determinación entre los 27.

La respuesta incoherente a la guerra de Gaza de la UE ha puesto en evidencia los límites de su poder geopolítico. Hemos contemplado estos últimos días un episodio de diplomacia caótica y de peleas internas, detrás de una “UE geopolítica“ que aspira a jugar, y no consigue, un papel de tercera potencia al lado de Estados Unidos y China, por ser incapaz de terminar su proyecto de unión política.

Úrsula von der Leyen

El 13 de octubre la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen, viajó a Israel. Su mensaje era de total apoyo, pero desde las capitales de los estados miembros de la UE aparecieron inmediatamente muestras de desavenencia con su posición.

Manifestaron que no había hablado en nombre de la UE, sino solamente en nombre propio. Recordaron que la política exterior no es competencia de la Comisión Europea, sino de los Estados miembros de la UE. Las diferencias internas subieron de tono. Al cabo de poco, la Comisión Europea decidió unilateralmente triplicar la ayuda humanitaria a Gaza.

Lo ocurrido ha perjudicado la imagen de von der Leyen, que desde el inicio de la guerra de Ucrania había mostrado una gran determinación geopolítica. Su influencia y la de la UE parecían extenderse más allá de Ucrania.

En un discurso sobre relaciones con China se mostró a favor de un de-risking más que de un decoupling en lo relativo a relaciones económicas y comerciales, impulsó el concepto de “autonomía estratégica“ en cuestiones como defensa, energía o tecnología, daba muestras de representar un tercer poder en un mundo bipolar. Pero desde la llegada de la guerra de Gaza y la amenaza de su extensión a toda la región, la unidad mostrada por la UE en anteriores ocasiones ha desaparecido.

El papel de la UE

La guerra de Ucrania había unido el continente europeo, pero la última semana el canciller alemán, Olaf Scholz viajó solo a Israel para apoyar a Netanyahu. Cada estado de la UE parece tener su política propia y distinta sobre Israel y Oriente Medio. Se suceden últimamente las visitas de dirigentes políticos europeos de manera unilateral a Netanyahu.

La UE ha fracasado en el último choque entre Armenia y Azerbaiyán, que ha terminado con la retirada prácticamente total de los armenios de la región de Nagorno Karabaj.

La UE parece muda ante la práctica liquidación de los cristianos en Palestina, una cultura en fase de extinción. Las últimas divisiones muestran claramente una “desunión europea“ y una UE incapaz de jugar el papel de un tercer poder mediador entre Estados Unidos y China. No protagoniza la geopolítica, sino que sufre sus efectos.

Dividida sobre el conflicto, ahora la UE se centra en aliviar la situación de Gaza. Pide una “pausa humanitaria“ que permita hacer llegar ayuda a Gaza. Lo pide porque existe un “consenso“ de los 27 sobre esta propuesta.

Unión por el Mediterráneo (UPM)

Por otra parte, Pedro Sánchez propone que la próxima reunión (27 de noviembre de 2023) de los ministros de Exteriores de la Unión por el Mediterráneo (UPM), con sede en Barcelona, no sea “una cita más», sino que se convierta en un posible escenario de unas negociaciones de paz entre israelíes y palestinos.

Israel y Palestina son miembros de la UPM. Josep Borrell ha pedido a los 27 que envíen delegaciones de máximo nivel a la reunión de Barcelona.

La UPM surge del llamado Proceso de Barcelona que puso en marcha la UE en el 1995 y se fundó en 2008. Forman parte de ella los 27 Estados miembros de la UE y 15 países socios mediterráneos del norte de África, Oriente Medio y sudeste de Europa. Está radicada en el Palacio de Pedralbes (Bareclona)

Se trata de una organización que se ha revelado poco operativa a lo largo de su corta trayectoria existencial, pero por lo menos tiene la ventaja de ser un foro internacional en el que están representados israelíes y palestinos al mismo tiempo.

ONU

Mientras tanto, en Nueva York, Estados Unidos ha vetado en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU una propuesta brasileña de resolución humanitaria sobre Gaza que habría aliviado algo la agonía que sufre su población.

La resolución presentada por Brasil, que ejerce la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad, pedía pausas en el conflicto que permitieran la entrada de material médico, víveres y agua en la Franja de Gaza y condenaba los “atroces ataques terroristas“ perpetrados por Hamás.

El texto brasileño obtuvo la aprobación de doce de los quince miembros del supremo órgano deliberativo de Naciones Unidas. Entre ellos estaban China, miembro permanente del Consejo con derecho a veto; Japón, miembro del G-7; y Francia, también miembro permanente del Consejo. Se abstuvieron Rusia y Reino Unido, también miembros permanentes. La resolución acabó en la papelera debido al veto estadounidense.

La delegación de Estados Unidos explicó que vetaba la iniciativa de Brasil porque la resolución no se refirió explícitamente al derecho de autodefensa de Israel ni a su sagrado derecho de existir, que niegan Hamás y las demás organizaciones de la yihad islámica.

Todo ello pone al descubierto la existencia de bloques que dividen al mundo. Estados Unidos es el líder del bloque de las democracias liberales. Enfrente tiene el bloque de Irán, Rusia y China. Brasil se perfila como líder de un tercer bloque, el del Sur Global.

Dos días antes de la propuesta brasileña, el Consejo de Seguridad también había rechazado una resolución rusa que pedía el cese inmediato de hostilidades en Gaza y la condena de “todas“ las muertes civiles.

A Israel no le importa absolutamente nada lo que diga la ONU. El sionismo sabe que ha de valerse por si mismo para sobrevivir, con la ayuda incondicional, claro está, de Estados Unidos.

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