Armenia: un nuevo fracaso de la UE en las puertas de Europa

Desde Converses no nos cansamos de decirlo y repetirlo: la Unión Europea, pese a su discurso oficial, es incapaz de defender sus intereses geopolíticos más fundamentales.

Hace unos días este diario se hacía eco de dos episodios recientes que demostraban una vez más la extrema debilidad geopolítica de la UE: el primero fue la catastrófica visita de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen en Lampedusa, y el segundo la postura inflexible del Viejo Continente frente al conflicto de Ucrania, a pesar de que se ha convertido en una guerra de desgaste sin salida militar a la vista.

Ahora nos llega otra noticia que nos debería poner los pelos de punta: la invasión por Azerbaiyán de las regiones armenias en disputa, y la limpieza étnica por parte de este país de etnia turca contra los cristianos armenios que parece ya haber comenzado ante la inacción de los países europeos.

Los hechos que han conducido hasta ahí son los siguientes.

En 2020, en plena crisis mundial de la Covid, Azerbaiyán lanzó una ofensiva contra la región del Nagorno-Karabaj habitada por los armenios, Artsakh. El tradicional valedor de la causa armenia, Rusia, no se opuso activamente al agresor, en gran parte porque el nuevo gobierno del país había decidido buscar apoyos entre los países occidentales.

Azerbaiyán justificó la ofensiva en el derecho internacional porque el Artsakh es oficialmente suyo a raíz de una decisión administrativa de la época soviética. Sin embargo, la región está habitada desde hace más de mil años por cristianos armenios, como demuestran los numerosos monasterios e iglesias medievales que se encuentran allí.

Desde la ofensiva de 2020, la población armenia del Artsakh ha sufrido un progresivo estrangulamiento por parte de la dictadura azerí. La situación empeoró con la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022, que desvió definitivamente la atención política y los recursos materiales del Kremlin.

Europa y Estados Unidos desde entonces han mostrado cierto interés por el destino del pequeño país del Cáucaso. Por ejemplo, la UE lanzó en enero de 2023 una misión de observación civil (EUMA). Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, visitó a Ereván pocos meses antes. Además, precisamente unos días antes del ataque definitivo azerí, tuvieron lugar los primeros ejercicios militares entre tropas estadounidenses y armenias.

De poco han servido todos estos gestos para disuadir a Azerbaiyán de llevar a cabo el asalto final contra el bastión armenio del Artsakh. Un asunto que se solucionó en menos de 24 horas el pasado 20 de septiembre, dejando varios centenares de muertos en ambos bandos.

Tras la exitosa ofensiva, ya se han constatado los primeros convoyes civiles que abandonan el enclave hacia el territorio internacionalmente reconocido como armenio. Tanto las organizaciones humanitarias presentes sobre el terreno como el gobierno armenio están advirtiendo del peligro de que el éxodo sea masivo, convirtiéndose en una limpieza étnica por parte de Azerbaiyán en toda regla.

Cuesta creer que Europa no haya intervenido con más firmeza antes, sobre todo teniendo en cuenta el precedente de la guerra de los Balcanes de los años 90, cuando fueron Estados Unidos, y no los europeos, quienes acabaron interviniendo militarmente para evitar más barbaridades.

Pero es que además, en Armenia la situación es aún más flagrante ya que las víctimas son cristianas, y, por tanto, culturalmente cercanas a la población europea, mientras que el agresor es una dictadura que además actúa con el apoyo activo del presidente Erdogan , y Turquía se ha convertido en un importante rival de la UE.

¿Qué legitimidad puede tener Bruselas para reivindicar los derechos, por ejemplo, de la minoría rohingya de Myanmar, si es incapaz de defender a su prójimo armenio?

Pero evidentemente, decir estas verdades es políticamente incorrecto e implica ser tildado de extrema derecha. Hasta ahí ha llegado la pérdida de rumbo de Europa.

En definitiva, los recientes acontecimientos de Armenia demuestran una vez más la incompetencia e inoperancia de la UE en materia de estrategia. Y la falta es aún más grave porque la propia Von der Leyen se jacta de tener «la Comisión más geopolítica de la historia».

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