Enseñanza en Cataluña. Anatomía de una catástrofe

Los datos PISA ponen en evidencia la pésima situación de Catalunya y la cobardía moral de su gobierno, que no es capaz de asumir de frente la realidad del desastre, más cuando es público y notorio que sus causas empezaron hace tiempo.

Constatémoslo

El Índice de Progreso Social (IPS) de la UE con datos anteriores a la covid ya eran rotundamente claros. De los 12 apartados del IPS en el que globalmente Cataluña no queda bien, en 3 la situación es francamente pésima.

En estos tres indicadores nuestro país se sitúa entre un 28 y un 31% por debajo del nivel que le correspondería, ateniéndonos al PIB per cápita que detenta.

Entre estos malos indicadores, hay uno que nos interesa sobremanera. Es el llamado «Acceso al conocimiento básico«, que recoge los indicadores del grado de escolarización de la población de 14 a 18 años, abandono escolar prematuro y la proporción de población de 25 a 64 años que sólo tiene el primer ciclo de enseñanza secundaria. Los tres realizan una radiografía de la situación escolar de nuestro país. Por tanto, antes de la covid el problema ya era evidente. Lo reconoce el propio departamento de Enseñanza, cuando Joan Cuevas, director general de Innovación, Investigación y Cultura Digital de la conselleria de Educación, señala que desde el curso 2008-09 ya se sabía que el 13% del alumnado que terminaba primaria no tendría un nivel adecuado de comprensión lectora. Es decir, no entendía lo que leía y a partir de ahí, como una reacción en cadena, el acceso a todo tipo de conocimiento se hace muy improbable, y si no se resuelve este factor, al aumentar el volumen curricular, se multiplica el número de alumnos incapaces de entender lo que leen.

Por si no fuera suficiente en el 2018, también antes de la covid-19 a la que ahora se le atribuyen todos los males, el mismo informe PISA ya señalaba que Catalunya iba mal y sus resultados contrastaban negativamente con los que obtenía la escuela catalana en los primeros informes de este tipo a inicios del actual siglo. Pero todo esto ha pasado sin pena ni gloria porque nuestra sociedad, como en otros tantos temas, se mantiene inane. Y quienes deberían velar por el bien común, los partidos políticos, se dedican a sus partidas para el reparto de la tarta.

así llegamos al resultado actual, cuando Cataluña, que históricamente siempre había sido líder en calidad escolar, se encuentra a la cola de España y muy por debajo de los indicadores medios de Europa y de la OCDE.

En realidad, lo que ha pasado, como en otros tantos aspectos, es que la covid-19  ha acelerado tendencias de fondo que había en nuestra sociedad. No ha generado nuevas crisis, sino que básicamente ha acentuado las que había. Desde la tendencia autocrática de los gobiernos a los problemas de salud mental y la farmaco-dependencia en el conjunto de la población, por citar algunas.

En este bajón, España, que se encontraba a niveles más bajos que el conjunto de países de Europa, ha caído menos que ellos y esto ha provocado un efecto estadístico que es que ahora se está mucho más enrasado con los valores medios de la UE y de la OCDE en las tres materias que mide PISA, matemáticas, comprensión lectora y ciencias.

Pero, atención, porque ese efecto óptico no impide que las cifras registradas por España son también las peores de toda su historia y, por tanto, continúa el bajón de su sistema educativo. Este hecho agrava aún más el retroceso relativo de Cataluña porque se sitúa en la cola de un país pésimamente dotado para la enseñanza.

Los países con mejores resultados son respectivamente Japón, Corea y Estonia. En general, las sociedades orientales no registran la caída de la covid y es una señal, pero sobre todo deberíamos fijarnos en Polonia que está empatada con 498 puntos con Reino Unido, Dinamarca y Bélgica, países que ocupan todos ellos la 8ª posición. Pero el elemento notabilísimo es que el gasto por alumno de Polonia es muy inferior, no ya sólo a los de estos países, sino también de España. Hoy ya supera claramente el modelo finlandés al que nuestro país le ha dado tanta atención, que alcanza 484 puntos. España, con 473, no presenta diferencias significativas respecto a Portugal, 472, e Italia, 478.

Todo esto no es algo ajeno. La pobreza infantil, que marca al niño desde primaria, que por datos publicados también ahora mismo señalan que España es el país donde ésta es mayor, dado que el 28% de los niños se encuentran en esa desdichada situación. Existe una correlación entre pobreza de los niños, que significa obviamente pobreza de las familias, y rendimiento escolar.

En contrapartida, Polonia y Eslovenia, los dos países que más lograron reducir la pobreza infantil hasta 30 puntos, lo rebajó. Pero es que Polonia ha hecho una sólida política de ayudas a la familia, y a los hijos mientras que España sigue empeñada en dedicar miserias. Los resultados están a la vista. Y los vamos a pagar caro, porque no es posible un buen desarrollo económico con una población que sale mal preparada de la enseñanza secundaria. Pero éste ya es todo otro tema.

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