China se prepara para una fase de crecimiento bajo, pero más productivo

El mundo entero contempla con preocupación la evolución de la economía en China, la segunda más importante del planeta y la que más ha contribuido al crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial en los últimos 15 años.

Efectivamente, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), China ha concentrado el 35% del crecimiento del PIB nominal a escala mundial, mientras que Estados Unidos, que todavía conserva la primera plaza del ranking, ha aportado tan sólo el 27 %. Si China ahora entra en crisis, podría afectar muy negativamente a las economías europeas y de los países en desarrollo, además de a la propia estadounidense.

No en vano, las nubes se acumulan sobre Pekín. En 2023 la inversión extranjera directa en China registró las cifras más bajas desde la década de los 90 del siglo pasado. El Índice de Precios de Consumo lleva desde agosto del 2023 a la baja, denotando la desconfianza de los consumidores chinos, lo que se suma a la ola de impagos a los que hace frente su sector inmobiliario (que representa, junto con la construcción, un desproporcionado 30% del PIB) y a una elevadísima deuda privada de más del 210% del PIB.

¿Por qué el presidente chino Xi Jinping no reacciona con mayor contundencia ante un panorama tan poco halagador?

Una opción que el mandatario tendría es seguir los pasos de sus homólogos europeos y estadounidenses y arrojar un plan de estímulos masivos para relanzar la economía, el consumo y la confianza. A diferencia de éstos, además, Xi cuenta con una ventaja muy importante: una deuda pública que, a diferencia de la privada, es muy moderada y se sitúa todavía por debajo del 40% del PIB chino.

Salir el libro de cheques fue además lo mismo que emprendió su predecesor Hu Jintao en 2009, y que entonces logró activar un resurgimiento estratosférico que propulsó el crecimiento del PIB un 9,4% ese año.

Sin embargo, parece que este tipo de intervenciones financieras masivas para rescatar a la maquinaria industrial china no son la herramienta favorita del actual presidente chino. Xi antepone la seguridad y la resiliencia nacional, según recoge el analista Zongyuan Zoe Liu del think tank estadounidense Council on Foreign Relations.

Según Liu, Pekín pone ahora el énfasis en el «crecimiento de alta calidad», dejando claro que el foco ya no es publicar unas cifras de progresión que generen la envidia del mundo entero. También es una forma sutil, muy china, de admitir una nueva realidad económica basada en un crecimiento más lento, pese al malestar que esto parece estar causando entre la ciudadanía del país.

Así pues, si China no crece por encima del 5% (el hito que Xi se impuso para 2023) a partir de ahora no es porque Pekín no pueda lanzar paquetes de ayuda para llegar sino porque el gobierno es consciente de que un excesivo estímulo profundizaría los desequilibrios estructurales del país, ofrecería una mala imagen ante las agencias de notación del crédito y condicionaría el crecimiento a más largo plazo.

Aún hoy existe un consenso extendido entre las élites chinas de que los estímulos del período de Hu Jintao resultaron profundamente contraproducentes al incrementar la deuda de las autoridades locales, inflar el precio del inmobiliario y desequilibrar los sectores financiero e industrial.

La única excepción en el cambio de rumbo querido por Xi Jinping parece ser el sector tecnológico.

Y es que Xi considera la tecnología como la mejor garantía de la seguridad nacional y autosuficiencia tan buscadas, al tiempo que un motor que asegura un crecimiento sostenible y de calidad que permita a China conseguir el objetivo explícito de ser en 2050 la primera potencia mundial .

China cuenta con seguir realizando inversiones públicas multimillonarias para sufragar el desarrollo del sector tecnológico chino.

Sin querer entrar en alabanzas del sistema y políticas chinas, no estaría nada mal que nuestros dirigentes tomaran nota de la prudencia que demuestra en estos momentos el mandatario de Pekín en materia fiscal y presupuestaria.

Sin querer entrar en alabanzas del sistema y políticas chinas, no estaría mal que nuestros dirigentes tomaran nota de la prudencia que demuestra en estos momentos el mandatario de Pekín en materia fiscal y presupuestaria Share on X

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