En el fragor de la batalla Cataluña descuida problemas vitales: drogas e infraestructuras

Son dos temas muy diferentes, pero tienen un denominador común. A pesar de que su importancia ha ido creciendo, están totalmente fuera del debate político.

Uno de ellos es el de la extensión del problema de la droga en Cataluña con afectaciones en múltiples niveles. A pesar de lo que este hecho representa para la seguridad, la corrupción y la salud, está fuera de la agenda política de las grandes instituciones catalanas. Ni el Govern de la Generalitat ni el Parlament se ocupan de este tema. La Diputació permanece al margen y para el Ayuntamiento de Barcelona no es un problema.

La realidad es que Cataluña se ha convertido en un exportador de marihuana, tanto por los productos que llegan como por producción propia. La rentabilidad y facilidad con que se puede llevar a cabo una plantación y la multiplicidad de clubes de cánnabis que, en parte, aunque no todos, ayudan a blanquear el producto, han construido este potencial que está dañando duramente a la población más joven. El Departament d’Ensenyament de la Generalitat nunca ha estudiado la evidente correlación que se da entre parte del fracaso escolar y el uso de drogas por parte de adolescentes y jóvenes. Naturalmente, alrededor de esta actividad se organizan grupos, pequeñas y no tan pequeñas mafias para defender producciones, territorios y canales, y esto genera inseguridad y violencia.

En un reciente artículo de La Vanguardia del 3 de noviembre, Jordi Amat publicaba un valiente artículo titulado “Aquello que no se ve”, precisamente dirigido a denunciar este problema a partir de la batalla campal que se produjo en un parque del barrio del Gorg de Badalona entre grupos de pakistaníes dedicados al tráfico de drogas.

Los análisis de las aguas residuales de la ciudad de Barcelona, en una muestra comparativa con numerosas ciudades de toda Europa, sitúan la capital de Cataluña como uno de los adalides en cuanto a presencia de residuos de cocaína, lo que da una idea de la importancia del consumo. Además, como explica el cuerpo nacional de policía, en Barcelona se encuentra heroína muy barata y es un lugar de concurrencia de personas de España y Europa. Y precisa que una dosis muy adulterada puede costar entre 5 y 10 euros. Al mismo tiempo es un lugar de circulación de la droga que llega al mercado europeo desde el norte de África.

Todo ello significa la existencia de organizaciones mafiosas que se dedican a esta lucrativa actividad. Buena parte de la violencia que se grabó durante este año en Barcelona tenía en la droga su motivación principal.

 

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