Barcelona después de Colau. Más potencial que futuro (VI). Inmigración y productividad

Barcelona se configura como una población dual, con más de un 30% nacidos en el extranjero o con ambos padres de este origen, y constituye una de las grandes ciudades de Europa con mayor dependencia de la inmigración. La otra característica es que la población autóctona en regresión está cada vez más envejecida, por la muy baja tasa de natalidad de la población autóctona. El número de personas empadronadas que no han nacido en la ciudad es superior al de los nacidos en la misma por tercer año consecutivo. Estas dinámicas tienen poderosas consecuencias económicas, pero también políticas, sociales y culturales, que ya están presentes y se acentuarán con el paso de los años.

Para señalar una de estas consecuencias: la capital de Cataluña tendrá en el catalán, y cada vez más, una lengua ajena en la mayoría de los hogares, y sobre todo en los hogares más jóvenes, con el hecho adicional de que la población inmigrante tendrá en el castellano su lengua propia o será la de uso en su socialización.

Por razones ideológicas, ya apuntadas, existe toda una literatura empecinada en presentar la inmigración en España como un todo positivo, sin ninguna componente negativa. La intención de este enfoque será intencionalmente buena, pero en realidad no aporta ningún servicio ni a la economía del país y, por tanto, a sus ciudadanos, ni a largo plazo a la propia inmigración. Es el caso, por ejemplo, del Informe Anual del Defensor del Pueblo 2019. En el plano económico, la consecuencia negativa en el caso español se relaciona con la productividad.

El problema crónico de la productividad

La  evolución de la productividad en España desde la década de los 90 ha sido negativa y contrasta con la de otros países europeos. La productividad total de los factores (PTF), que mide la eficiencia con la que se utilizan el empleo y el capital en el proceso productivo, ha caído un 10,5% desde 1995, mientras que en la UE-28 ha crecido un 4,5% y en la eurozona un 1,4%. La productividad laboral, que es el cociente entre la producción y el nivel de empleo, también se ha reducido en España y se sitúa un 18,7% por debajo de la media de la eurozona. Algunas de las causas de este problema estructural de productividad son el menor esfuerzo inversor en I+D, en capital humano y en capital público, el sistema educativo segregado por origen social, el funcionamiento del mercado laboral y las fluctuaciones de la demanda. De acuerdo con la información de aquí, aquí, aquí y aquí.

Una visión más específica de Catalunya, aquí, nos indica que su crecimiento económico está determinado por la productividad total de los factores (PTF), la calidad de los factores de producción, donde el capital humano tiene una función decisiva y la productividad del capital.

Estas causas señalan la diferencia con economías más dinámicas como la de Estados Unidos, pero también en relación con la UE, si bien que en este caso la diferencia es sensiblemente menor.

Otro dato específico del marco de referencia español es el paro de larga duración, que sigue sin resolverse y afecta al potencial de crecimiento a medio plazo. El trabajo de referencia utilizado como base de esta dimensión catalana de la productividad, aquí, nos indica que «el PIB de la economía catalana crece desde el año 2000 a un ritmo medio del 1,6% (variación no acumulativa), con una contribución muy modesta de la productividad total de los factores. La acumulación del conjunto de factores de producción ha sido la principal fuente de crecimiento de la economía”.

La modesta aportación de la productividad es compartida con la economía española y la zona euro (con un avance de la PTF de 0,1 y 0,2 puntos porcentuales respectivamente) resulta insuficiente para converger  con el conjunto de la Unión Europea y nos aleja de los Estados Unidos. En esta acumulación de factores, el factor trabajo con origen en la inmigración tiene un papel destacado.

Aquí puede observarse la evolución de la PTF de Catalunya desde el año 2000.

Una de las causas de la baja PTF en el periodo de expansión después del crack del 2008 es atribuido a la asignación ineficiente del factor trabajo y capital entre empresas, en el que han tenido importancia los sectores más expuestos a la corrupción (el llamado capitalismo extractivo). Hernández de Cos (2016), por su parte, señala el impacto negativo de la reasignación de factores de producción hacia sectores con niveles de productividad más bajos, en concreto con respecto al periodo 2001-2007.

Con carácter general, el consenso económico señala que España tiene un problema multifactorial con la productividad, que en gran medida está conectado con la PTF y que existe una preferencia en la aplicación de los factores de producción hacia sectores con niveles de productividad más bajos. Esto es posible a pesar de la envejecida estructura de población por edades de la población autóctona gracias a la inmigración.

Quizás, antes de continuar con el diagnóstico es conveniente recordar algunas cuestiones básicas:

El  Producto Interior Bruto depende de la Productividad ×Tasa de empleo ×Factor demográfico; donde Productividad = PIB / Ocupados; Tasa de empleo = Ocupados / Población en edad de trabajar; Factor demográfico = Población en edad de trabajar / Población total.

En España, el PIB ha crecido sobre todo por el factor demográfico, y en estos últimos años, una vez superadas las dos últimas crisis, por la tasa de empleo, pero no por la productividad. El resultado es que el PIB per cápita y su consecuencia, la renta per cápita, no converge con la de la UE, porque el crecimiento del PIB se ha de dividir entre un número mayor de población. Crece el pastel, pero también el número de comensales y la porción que le corresponde a cada uno crece poco, y sobre todo crece menos que la media europea. Por lo dicho anteriormente, si la comparación se practica con los EUA, la separación se multiplica, factor de cambio monetario incluido.

El factor inmigración

¿Cómo juega la inmigración en todo esto? Lo primero que hay que señalar es que existen un número apreciable de trabajos sobre la inmigración y su aportación al crecimiento económico, a la Seguridad Social, con relación a los salarios, a la población, pero, y este es un déficit importante, hay en comparación poca cosa sobre su rol en la productividad; es decir, cómo incide en uno de los grandes problemas estructurales de la economía española.

Con todo veamos algunas constataciones. La primera es que facilita la vocación de una parte importante del capital de orientarse hacia sectores de baja productividad, turismo, hostelería, servicios personales.

Una segunda surge de los informes sobre la inmigración de la presidencia del Gobierno y del Banco de España, que si bien tienen más de quince años a sus espaldas siguen siendo una información cuantitativa relevante.

Como señala la tabla 7 del informe del Gabinete Económico del Presidente (2006) sobre productividad del trabajo 1996-2000, la aportación de los inmigrados fue cero en este periodo (0,1 para los nativos) de -0,2 para 2001-2005 y de –0,1 para el conjunto 1996-2005. Más información aquí.

Para el periodo 2001-2005, la tasa media del crecimiento del PIB por ocupado fue de 0,48, pero en realidad esta cifra se descompone en un 0,65 de la contribución nativa y una sustracción de -0,18 por parte de los inmigrantes.

En el trabajo Productividad y VAB de los profesores de la Universidad de Sevilla, Antonio García Sánchez, Cristina Borra Marcos y Luís Palma Marcos, se constata que la productividad de los trabajadores inmigrantes es inferior en un 18% a la de los nativos, medida en euros por trabajador, y también por hora/mes trabajada y en este caso resulta un 10% inferior. De todas maneras, se observan considerables diferencias sectoriales, tanto en los valores de la productividad aparente por trabajador como en el hecho de la mayor o menor productividad entre autóctonos y extranjeros. La característica de que ésta resulte más menor entre ellos no es general. Es muy clara y acusada en el sector primario y hostelería en las que es notablemente inferior, mientras que resulta semejante en el caso del comercio, de la administración pública, las actividades sanitarias y los servicios sociales, e incluso puede resultar superior en industria y construcción. Bajo este supuesto tendríamos que establecer una estrecha relación entre dónde se produce la ocupación mayoritaria de los inmigrantes, que en el caso que nos ocupa de Barcelona, está muy concentrada en el turismo y las actividades de hostelería precisamente donde, según este estudio, la diferencia entre autóctonos e inmigrantes por lo que se refiere a la productividad es mayor. También con carácter general hay que apuntar, como hemos visto anteriormente, que el 30% de los puestos de trabajo del sector turístico y hostelero están cubiertos por inmigrantes.

Para el período 2009- 2015 se  observa en el caso de la productividad de los inmigrantes, como apuntan las conclusiones de La inmigración en la productividad del trabajo en España, cómo esta cae con la recesión, aunque en los últimos años se ha recuperado ligeramente.

Por consiguiente, cuando se refiere a la aportación positiva de la inmigración, que es bien real, hay que circunscribirla principalmente al factor demográfico, pero al mismo tiempo debe señalarse el signo negativo de su aportación a la productividad. En el caso concreto de la economía española, la inmigración no deja de tener un efecto de “dopaje”. Hace posible un mayor crecimiento del PIB, a expensas de reducir o frenar el crecimiento del PIB per cápita y de la convergencia con Europa, a la vez que enraíza todavía más la estructura económica española en actividades de baja productividad. Naturalmente, esta consideración no suprime la aportación positiva de la inmigración al crecimiento económico, ni a las pensiones, sino que señala una característica adicional, la de la productividad que conviene retener cuando apliquemos el foco a la ciudad de Barcelona. La elevada inmigración facilita la preferencia de un sector de la inversión hacia el turismo, sin necesidad de mejorar su productividad (ni los salarios).

La distribución sectorial de los ocupados nacidos en el extranjero muestra lo constatado sobre su impulso a actividades de baja productividad. El 30,4% del total de ocupados en la hostelería responde a aquella condición, así como un 18,9% actividades administrativas y servicios auxiliares, proporciones claramente superiores a su peso en el total de la población, que en enero de 2021 se situaba en el 15,8, exactamente la misma proporción que su ocupación en el comercio al por mayor y al por menor. En contrapartida, solo un 5,2% de total trabajan en educación.

El hecho conclusivo y determinante es de que la productividad total de los factores de la economía española es en la actualidad un 14,7 % inferior a la del año 2000, lo que  constituye un grave problema que no puede abordarse al margen de la cuestión inmigratoria, y todavía resulta más decisivo en un espacio más acotado como es el de la ciudad de Barcelona y su población residente, que sufre un creciente proceso de sustitución al combinarse el déficit vegetativo con la inmigración.

Cuando se cuantifican las causas de la pobre PTF española se señala en relación con el contexto europeo un esfuerzo en innovación menor  (I+D/PIB); 44% inferior a la eurozona. Un stock de capital tecnológico, que es el 43,9% de la media de la eurozona medido en porcentaje del PIB. Menor inversión en la formación de los trabajadores, como demuestra el hecho de que su stock de capital humano (indicador corregido por calidad) es un 4,2% inferior al europeo, y es aquí donde juega uno de los factores de la inmigración. Un stock per cápita de capital público un 26,6% inferior y un stock de capital productivo por empleado un 29,9% inferior al que utiliza de media un trabajador de la eurozona, lo que condiciona su productividad. Y que está relacionado con el mayor peso de sectores por la menor productividad.

 Según un informe de Cáritas de 2020, el 75% de los migrantes desempeña trabajos elementales y precarios, y solo un 25% logra empleos de cualificaciones medias y altas, y esto señala su productividad, que se debe tanto a las limitaciones de su capital humano, como a las consecuencias de la pérdida de parte de su capital social a causa de la emigración de su país.

La diferencia a causa del capital humano y el capital social entre autóctonos e inmigrantes no es grande entre los que han terminado la educación primaria. La brecha a favor de los nativos aumenta con la educación. Hay una diferencia de casi 20 puntos porcentuales en la tasa de empleo entre los trabajadores con títulos universitarios. Por tanto, parece que no solo hay relativamente pocos inmigrantes con estudios elevados en España, sino que también tienden a no estar (tan) empleados en ocupaciones acordes con su titulación. Se da un proceso de subocupación; trabajadores inmigrantes con títulos universitarios empleados en trabajos asociados a una educación inferior. No se trata solo de su nivel de educación sino del capital social. Pero Barcelona, Catalunya y España carecen de políticas para corregir esta desviación que, por otra parte, también se da en una parte de la población  autóctona con título universitario.

La cuestión  presenta más dimensiones a considerar. Según De la Roca y Puga (2017), los trabajadores que se mudan a las grandes ciudades consiguen un mejor aprendizaje y ven crecer su productividad más rápido, pero este hecho general estará condicionado por la estructura productiva de cada ciudad, y en el caso de Barcelona la orientación de la inversión hacia el turismo en términos comparativos de capacidad de ocupación no deja lugar a dudas. Al mismo tiempo, los datos analizados parecen indicar que los inmigrantes están limitando la capacidad de los trabajadores nativos para mudarse a las grandes ciudades. Esto puede ser así, porque a los inmigrantes les importa relativamente menos el coste de la vida. El componente más importante del mismo es la vivienda. Por tanto, las políticas de vivienda en Madrid y Barcelona, tan limitadas, son decisivas para asentar población autóctona.

Sígueme en Twitter: @jmiroardevol

Sígueme en facebook

Creus que és normal que el govern municipal de Barcelona estigui recolzat per 10 regidors sobre 41 que té?

Mira els resultats

Cargando ... Cargando ...

 

Print Friendly, PDF & Email

Entrades relacionades

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.