Buceamos en los datos del paro: no es oro todo lo que reluce – 10 señales que no puedes ignorar

Los datos del paro del cuarto trimestre de 2024, según informa la Encuesta de Población Activa, son, a primera vista, francamente buenos: la tasa de paro se sitúa en el 10,61%, la más baja desde el segundo trimestre de 2008, cuando se inició la crisis de la Gran Contracción. Por su parte, el número de ocupados alcanza la cifra récord de 21,857 millones, la más alta de toda la serie histórica.

Si nos detuviéramos aquí, podríamos pensar que el Gobierno tiene motivos para echar las campanas al vuelo. Pero la realidad es mucho más compleja y esconde potenciales problemas para el futuro. Lo constatamos mediante los siguientes hechos:

  1. La reducción del paro se debe, sobre todo, a la disminución de la tasa de actividad. Ésta se define como el porcentaje de población en edad de trabajar que participa en el mercado laboral, bien porque está ocupada, bien porque busca trabajo. Aunque el empleo ha crecido, lo que realmente ha disminuido es el número de personas que buscan empleo porque se han retirado del mercado. En este sentido, existe un descenso de la actividad que se produce desde mediados de 2023. Así, en el último cuatrimestre del año pasado, la reducción se desaceleró en medio punto. En 2023 se crearon 750.000 empleos, mientras que el pasado año fueron 468.100.
  2. La mayor parte del empleo creado corresponde a extranjeros. De los 34.800 empleos generados en el último cuatrimestre, 20.000 corresponden a extranjeros, y las mujeres desempeñaron un papel destacado. Esto significa que el problema crónico del desempleo estructural se mantiene.
  3. Aunque mejora el empleo de los jóvenes, sigue siendo el gran problema. La tasa de paro juvenil es del 24,9%, más del doble de la tasa general y una de las más altas de Europa. Este estrangulamiento en el empleo juvenil, unido a los bajos salarios que perciben en su primera incorporación al mercado laboral, es uno de los principales obstáculos que condicionan el futuro inmediato de la economía.
  4. El crecimiento del empleo se ha producido, sobre todo, a expensas de los trabajadores por cuenta propia. En muchos casos, esto encubre la dificultad de encontrar un trabajo asalariado y el uso de la indemnización por despido para intentar generar una nueva fuente de ingresos. En 2024, los trabajadores por cuenta propia aumentaron en 107.900 personas, mientras que los asalariados cayeron en 75.800.
  5. Se redujo el número de personas con trabajo a tiempo completo en 230.200, un dato preocupante, puesto que, al mismo tiempo, el trabajo a tiempo parcial aumentó en 265.000.
  6. El empleo creció, sobre todo, gracias al sector público. El empleo público aumentó en 50.400 empleos, alcanzando un récord histórico de 3.591.200 empleados públicos. Por su parte, el empleo privado disminuyó en 15.600 personas.
  7. Casi 600.000 personas (582.400) trabajan a tiempo parcial, un dato nada menor.
  8. Aunque el empleo creció en 2024 un 2,23%, las horas trabajadas sólo lo hicieron en un 1,99%. Esto significa que los empleados actuales trabajan menos horas.
  9. Dos datos fundamentales todavía no están disponibles, pero son clave. Una es la evolución del total de horas trabajadas y su traducción en términos de empleo a jornada completa, lo que daría una imagen más real de la evolución del trabajo en la economía española. Por otra parte, habría que saber cuántas personas con contrato fijo discontinuo perciben el seguro de desempleo a pesar de estar teóricamente ocupadas.
  10. El dato de la productividad será clave. Cuando conozcamos la productividad de 2024, es probable que no haya mejorado, lo que nos mantendría anclados en uno de los grandes problemas estructurales de la economía española: su baja productividad. Además, la mejora es difícil por el mismo perfil del empleo: un porcentaje elevado de extranjeros en sectores de baja productividad (hostelería, cuidados del hogar, construcción), el aumento de los trabajadores por cuenta propia y la creación de empleo público en detrimento del sector privado, al menos en el último cuatrimestre.

Al igual que ocurre con el PIB y su crecimiento, ni la evolución del empleo ni la del paro, a pesar de las mejoras en ciertos aspectos, reflejan una imagen realista de la economía del país. La aparente bonanza no casa con las quejas de la mayoría de las familias sobre sus dificultades económicas. Además, el modelo en el que se sostiene este empleo presenta dos riesgos extraordinarios para el futuro: el peso creciente de la inmigración y el aumento del empleo público como soporte de las cifras oficiales.

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