Enlace a Las claves de la reforma Escrivá de las pensiones (I)
Ahora Escrivá ya no nos habla de cuña fiscal, que es un argumento muy desfavorable a la solución que ha terminado adoptando, sino que nos remite a otro concepto, los costes laborales unitarios (CLU), argumentando dos cosas absolutamente ciertas. La primera, que el CLU de España es claramente inferior al europeo y, por tanto, aquí hay un margen para crecer. Segundo, que el incremento que representa a los nuevos elementos de sobrecarga de coste del trabajador son una fracción relativamente pequeña del conjunto.
Pero que estas razones sean ciertas no significa que resulten suficientes para justificar la nueva vía emprendida y descartar los efectos adversos del crecimiento de la cuña fiscal. Evidentemente, es poco sobre el conjunto del CLU, pero es mucho si se remite a los incrementos salariales que se han producido en los últimos 10 años, para situar una referencia temporal. Porque el CLU es bajo precisamente debido a que los salarios en España son comparativamente muy bajos.
Lo que llama la atención de cualquier inversor internacional que aterriza en nuestro país es lo poco que se paga a los trabajadores a todos los efectos, donde sueldos netos de poco más de 1.000 euros están en el orden del día. Por tanto, lo que puede tener como consecuencia la nueva política para equilibrar la Seguridad Social no es sólo una disuasión de la nueva contratación, sino un freno a la mejora salarial, que es una cuestión esencial.
Esto se complica por la existencia de dos factores objetivos. Uno, que la productividad del grueso de los sectores económicos españoles es baja a consecuencia del tipo de actividad, por ejemplo, el predominio del sector turístico, la escasa dimensión de las empresas y la escasa capacidad para mejorar la productividad total de los sectores. Por otro lado, el segundo hecho que presiona a la baja los salarios es el extraordinario número de personas en paro, si bien en este aspecto se detectan desequilibrios porque existen ámbitos en los que se produce una falta clara de mano de obra.
Por tanto, la primera cuestión es si las medidas que han adoptado los sindicatos y el gobierno resultarán equilibradas o no, y si favorecerán o no al empleo y a los salarios.
Pero no podemos olvidarnos de la cuestión central. ¿Equilibran realmente estas medidas el déficit de la Seguridad Social? Análisis de urgencia apuntan a que no, pero son necesarios muchos más datos para afirmarlo y el primero que debe hacerlo efectivos es el propio Escrivá.
El gobierno tiene la obligación de explicar a todos los ciudadanos las cifras que justifican que se ha resuelto el problema de la Seguridad Social que, no olvidemos, es muy grande. Por un lado, tiene un endeudamiento de casi 100.000 millones de euros con unos intereses progresivamente al alza y, por otro, en términos absolutos, en 2023 su déficit alcanzará los 31.800 millones de euros, si bien el gobierno hará una aportación para reducirlo por lo que se considera gasto impropio de la Seguridad Social y quedará así reducido a 13.445 millones de euros, el 0,9% del PIB.
A tal desequilibrio hay que añadir que se ha iniciado la jubilación que empezará a hacerse efectiva en 2023 e irá creciendo hasta alcanzar su máximo en 2050. Se trata de las generaciones nacidas entre 1957 y 1977, que es la más numerosa que ha tenido España y que significan alrededor de 14 millones de personas. Esta inyección masiva de jubilados se verá además multiplicada porque la pensión media crecerá más que proporcionalmente debido a que son personas que han trabajado durante muchos años y que muchos de ellos proceden de sectores industriales con altos salarios.
Ahora la pensión media es, al cierre del pasado año, de 1.094 euros y esta será la cifra que se multiplicará. También afectará sensiblemente a la tasa de dependencia. Si ahora hay 2 trabajadores por cada pensionista y niño, en 2050 sólo habrá 1,33 por cada una de esas personas que ya no trabajan. Por tanto, o la productividad crece mucho o es inviable mantener pensiones como las de ahora y una escuela gratuita, además de la sanidad y otras prestaciones.
Por tanto, este es el segundo punto dudoso del acuerdo. Hay que ver cuáles son las hipótesis en las que se basa el ministerio regentado por Escrivá para constatar si el equilibrio que dice que se va a producir es sólido o no pasa de ser un juego de números.
En definitiva, los dos puntos clave son estos: cómo afecta el empeoramiento de la cuña fiscal a las empresas, al empleo y al salario, y la verificación de que las hipótesis que formula Escrivá para asegurar que su fórmula elimina el problema del déficit son sólidas o no pasan de ser un buen deseo.