Colau al final lo ha logrado. Su proceso progresivo de deconstrucción del pesebre de la plaza Sant Jaume hasta conseguir liquidarlo. Cada año, con la excusa de la “creatividad”, el pesebre ha quedado reducido a una expresión alejada de su significación, que no es otra que recordar la fecha en que celebramos el nacimiento de Jesús en Belén y la escenografía que acompaña a San José y la Virgen María.
Éste es el núcleo fundamental de la tradición navideña y es el que con imágenes hace siglos que expresa el pesebre en unos términos universalmente inteligibles y que resultan atractivos tanto para las personas mayores como para los más pequeños.
Colau, que es una alcaldesa que milita claramente en el anticristianismo, ha hecho siempre lo posible para que esta tradición quedara oscurecida hasta hacerle perder todo el sentido. Luego vienen los exégetas que nos explican lo que debemos entender de lo que nos han enseñado, y nos hacen pasar buey por bestia gorda.
El testimonio de esta evidencia es tal que está construida con piedra viva. El símbolo internacional de Barcelona es hoy precisamente la Sagrada Familia que, coincidiendo con la fechoría de Colau y Aragonès, los poderes políticos de Cataluña coronaban la torre de María a 138 metros, con una estrella de 12 puntas y 7,5 metros de diámetro, que ahora constituirá y de forma extraordinariamente visible el sky line de Barcelona. Naturalmente, todo el esfuerzo está hecho al margen de los poderes públicos, pero lo que se ve de Barcelona en el mundo es precisamente esa imagen que aún crecerá más cuando se complete la torre más alta, la de Jesús.
Y por si fuera poco la visión de Barcelona, se hace evidente también y sobre todo por la noche con el templo del Sagrado Corazón del Tibidabo . ¡Qué paradoja! En una ciudad en la que mandan los descreídos, sus dos principales enseñas vivas son dos templos. Uno dedicado al lugar que Colau ha echado de la plaza Sant Jaume, la Sagrada Família, pero que permanece presente y bien visible en una construcción que soportará el paso de los siglos. El otro es aquél que hace referencia a una expresión malsonante. El anuncio de la Generalitat se manifiesta en lo alto del Tibidabo con una luz que es imposible no contemplar por las noches desde la ciudad.