Con el fin de combatir la contaminación, el gobierno municipal de Barcelona está a punto de cometer una injusticia social como nunca se ha producido desde la recuperación de la democracia.
Se trata de la implantación de la zona de bajas emisiones (ZBE) desde el 1 de enero. Constituirá un ejemplo de libro de cómo la transición energética y ambiental puede favorecer la desigualdad y la segregación social. Porque el gran riesgo, que en Barcelona será realidad, es que los costes de reducir el deterioro ambiental castiguen las costillas de los de siempre; las personas con menos ingresos.
Y es que la ZBE es una medida simple: se impide circular a los coches viejos. Sin más. Sin alternativas que atenúen el impacto, como ayudas para la sustitución del vehículo o una mejora del transporte público. Nadie tiene un coche viejo por gusto; quien lo posee es porque no puede comprar uno nuevo. Muchos de estos vehículos son necesarios para la vida cotidiana de sus propietarios. Todo esto será truncado sin remedio y todas estas personas serán duramente castigadas por el propio Ayuntamiento.
¿Por qué? ¿Es que no hay medidas mejores? Claro que las hay. Si quieren radicalidad y soluciones justas y rápidas, podían aplicar la limitación del vehículo en función de la matrícula en días alternos, excepto para los eléctricos e híbridos. Es una redistribución más justa, de mayor impacto en la calidad de la atmósfera, y que debidamente promovida estimularía el uso del vehículo compartido. Pero no hay que llegar a tanto. Resultados iguales a los teóricos de la ZBE se pueden lograr ordenando mejor la distribución de mercancías e incentivando la sustitución de sus vehículos por otros híbridos o eléctricos, y también los taxis y todos los demás de servicio público. Sólo la electrificación de todas las líneas de autobuses representaría un beneficio mayor. Se puede mejorar la situación mediante la capacidad de absorción de las partículas finas y el CO2de la vegetación. Poblar de árboles toda la vertiente municipal de Collserola, las plazas duras, hacer corredores verdes, vegetalizar la ciudad, sería otro impacto favorable de beneficios múltiples.
Nada de esto se ha hecho. Simplemente se ha depositado la losa sobre los más débiles. Señora Colau, todavía está a tiempo de evitar la injusticia: establezca una moratoria para la ZBE.
Artículo publicado en La Vanguardia