Débil, al menos al principio, porque si supera los numerosos obstáculos que tendrá a lo largo de los primeros meses, puede acabar convirtiéndose en todo lo contrario. Pero, por ahora, tiene que afrontar estas dificultades:
- Al menos seis pactos que nunca se han puesto juntos negro sobre blanco. Es conocido el contenido de los acuerdos de gobierno con UP y el texto de difícil interpretación firmado con ERC. Pero estos no son los únicos compromisos. También son importantes los alcanzados con el PNV y con el BNG, si es que el gobierno los acaba cumpliendo. Y a estos hay que añadir los de tono menor con Compromís y con Teruel Existe que, por ejemplo, significa dejar sin efecto la medida de Renfe de suspender la venta de billetes en 135 estaciones españolas, que quedarían limitadas a la expedición automática. Todo ello significa compromisos políticos importantes y sobre todo dinero.
- Y el dinero puede ser el problema. La primera cuestión vendrá con los presupuestos, muy difíciles de ajustar. Ver en detalle aquí. Claro que el gobierno puede optar por una estrategia tramposa. Puede elaborar unos presupuestos con un gasto que no se ajuste a las obligaciones contraídas por ser demasiado elevado, y enviarlos a Bruselas esperando que los recorten, y de esta manera presentar un presupuesto ajustado, consecuencia de una obligación impuesta desde el exterior. Gastar menos por fuerza mayor.
- Las grandes concesiones al PNV. Su presencia otorga estabilidad y amplía hacia la derecha el bloque que apoya al gobierno, pero la contrapartida es importante porque llueve sobre mojado. ¿Puede UP apoyar un mecanismo tan injusto como el «cupo» vasco (cuota vasca), que es totalmente insolidario con el resto del estado? ¿Puede resistirse a este privilegio junto con las nuevas inversiones pactadas por el actual acuerdo de gobierno?
- El acuerdo con ERC. Tiene una elevada carga explosiva, sobre todo en la perspectiva de unas próximas elecciones en Cataluña. Desde la presencia de Torra en las negociaciones, hasta la concreción de la consulta que no puede contemplar la autodeterminación, pero que difícilmente contentará al votante independentista más enrager si no se sitúa aquella cuestión en un calendario concreto.
- Una oposición desatada. La oposición no es que haya atravesado el Rubicón, es que ha hecho la travesía del Atlántico. Su desmesura es extraordinaria y profundamente negativa, porque a las críticas a las iniciativas de Sánchez no antepone ningún proyecto propio. Esta carencia es especialmente grave en el caso de Cataluña, porque parece que realmente se crea que a base de jueces y policías resolverá el problema. Lo que pasa es que puede llegar a paralizar muchas de las instituciones del Estado que necesitan ser renovadas, empezando por el importante Consejo General del Poder Judicial, porque requieren quórums que la pírrica mayoría de Sánchez no otorga. Está claro que la desmesura de la derecha favorece por contraste al asiento del gobierno PSOE-UP.
- El caso Junqueras. La decisión del Tribunal Supremo puede alterar sustancialmente el panorama político. Si acuerda que Junqueras puede ir a Bruselas y entonces tramitar su reclamación para que ingrese a prisión, lo que significará meses de libertad, la oposición de la derecha explotará, y si opta por no dejarle acudir al Parlamento Europeo, lo más improbable, el acuerdo con ERC puede quedar seriamente tocado.
- Más problemas con la justicia. Previsiblemente, el Supremo aceptará el recurso de Torra para evitar la inhabilitación automática que dictaminó la Junta Electoral Central, pero más adelante, dentro de unos meses, pocos, cuando vea el recurso de Torra contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña resolverá que la inhabilita, dando la razón a la misma. Llegados a este escenario se puede producir un grave problema político en función de la reacción de Torra, Puigdemont y JxCat, que hasta ahora han levantado la bandera de que nadie, excepto el Parlamento, puede inhabilitarlo. Y luego todavía la ristra de varios juicios, empezando por el de Trapero y otros mandos de los Mossos, que se irán produciendo a lo largo del 2020 y que incrementarán la tensión general.