Publicado en La Vanguardia
Parafraseando la primera línea de texto del Manifiesto comunista, bien se puede decir que un fantasma recorre Occidente y se llama derecha alternativa. O extrema, radical, populista, a gusto del lector. Alcanza el 20% de los votos en Europa, gobierna en Polonia, Hungría e Italia. Son partidos de gobierno en Suiza, Eslovenia, Suecia y Austria, como mínimo. Ha disputado la presidencia de Francia en las dos últimas convocatorias electorales y domina las dos cámaras en Brasil, y la Cámara de Representantes en Estados Unidos. Constituye un conjunto heterogéneo, dotado de rasgos comunes, entre los que destaca el surgido del acomodo de la tercera ley de Newton al orden humano: la reacción. Toda ideología que ejerce una fuerza que violenta a una parte del cuerpo social desarrolla una fuerza de intensidad parecida en sentido opuesto.
Hay, en el examen de esta realidad política, un error de perspectiva que define bien esta frase de Confucio: “Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo”. Se actúa así cuando se invierte todo el tiempo en descalificar a aquellos partidos, sin atender a las causas que los han llevado a crecer en votos. Sucede cuando la mirada prescinde de la realidad, que como siempre los libros ayudan a comprender. Sugiero uno imprescindible sobre Estados Unidos. Se trata de Hillbilly, una elegía rural. Memorias de una familia y una cultura en crisis, de J.D. Vance, miembro de una de estas familias pobres, exmarine, doctor en Derecho en Yale, convertido al catolicismo en el 2019 y ahora senador republicano por Ohio. Pero hay más: La sociedad decadente, de Ross Douthat, El desmoronamiento, de George Packer, y los de dos autores franceses, François-Xavier Bellamy con Los desheredados, y un especialista en el tema, Christophe Guilluy, del que destaco No society.
También fomenta la reacción, el estrabismo político y mediático, que solo ve el populismo y radicalismo en el espacio derecho, pero ignora este mismo radicalismo, incluso aumentado, en el izquierdo; comunismo, chavismo, revolucionarismo del “asalto a los cielos”.
La reacción es también resultado del deterioro de una parte de la clase media y del empobrecimiento de las clases populares. El voto a Meloni procede en un 30% de los trabajadores, y en otro 30%, de los empresarios, sobre todo pequeños y medianos, y Le Pen reúne el 64% de los obreros. ¿No es significativo que los votantes de la CUP sean los de mayor nivel de ingresos?