Toque de alerta: casi 1 de cada 3 habitantes de Barcelona ha nacido en el extranjero

Según los datos de la estadística municipal, en enero de 2023 (por tanto, ahora ya serán más) el 68,7% de los residentes en Barcelona habían nacido en España y el 31,3% lo hicieron en el extranjero. Estamos muy cerca, por tanto, de la cifra de 1 de cada 3, y esto ha cambiado, y aún lo hará más, la caracterización de la población barcelonesa . Hay que contemplar que en 2013 los nacidos en el extranjero eran el 21,8%, lo que significa que crecen a un ritmo de casi 1 punto anual. En consecuencia, a estas alturas si no estamos ya en la tercera parte debe faltar muy poco.

Además, la población autóctona de Barcelona está cada vez más envejecida, mientras que la población fruto de la inmigración es mucho más joven. Tanto es así que la población activa más joven, la que llega hasta los 40 años, está ya formada en su mitad por personas inmigrantes. Asimismo, el 52% de los nacimientos totales en la provincia son de origen extranjero, pese a que su peso demográfico como hemos visto es sensiblemente inferior.

Tenemos, por tanto, una dinámica en la que el crecimiento viene por la inmigración y esa parte que aporta a la natalidad es, en su mitad o más, fruto de padres que, al menos, uno de los dos progenitores son inmigrantes.

El crecimiento por la vía de la natalidad es muy débil, sólo 7 nacimientos por 1.000 habitantes. Mientras que la mortalidad sube hasta el 8,8 por mil. Y todavía de esos 7, 3,5 son de padres con origen extranjero. Por tanto, sólo cada año las personas nacidas en Barcelona, ​​Cataluña o el resto de España que viven en la ciudad son de 3,5 por cada mil. Hay una carencia brutal de nacimientos. Y a ese ritmo combinado de baja natalidad autóctona y fuerte inmigración, la sustitución de la población se va produciendo de forma acelerada.

Detrás de todo hay dos razones. Una ideológica y cultural, aquellas ideas contrarias a la natalidad, a la maternidad, a la pareja estable y al mismo tiempo favorables a una llegada de inmigrantes sin límites. Sin embargo, también hay otro factor muy material. Es el dinero. El coste de un hijo se estima que se sitúa entre 556 y 736 euros al mes, según Save the Children. Por un coste medio mensual de 672 euros, la alimentación se lleva 117, la conciliación, es decir guardería, canguros y gasto extraescolar, 116, la educación 88, en caso de que se lleve a una escuela pública, pero pasa a ser uno de los primeros gastos si va a una escuela concertada, y la vivienda 84. Estos son los principales bloques. Junto a los gastos extras que significan 95 euros. En estas condiciones y sin ayudas dignas de este nombre, es evidente que tener hijos es una empresa imposible y eso explica que las familias con niños y jóvenes de España son las que tienen más riesgo de sufrir pobreza, y que ésta en su nivel infantil se sitúa al frente de Europa con un 28,9% de afectación, lo que significa 8 puntos por encima de la media general de pobreza.

Nuestros políticos de la ciudad, de la Generalitat, del gobierno español, también de la oposición, no quieren enterarse de todos estos datos, que son bien públicos y notorios, y remediarlos. Si no hay una respuesta cívica muy fuerte que cambie las cosas, pagaremos muy cara esta desidia.

sequera a Catalunya Servià

 

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