Reino Unido, siete años después del Brexit, aún no ha logrado superar el choque político y social. El país ha tenido desde entonces a cuatro primeros ministros, sufre una inflación particularmente fuerte y constante y ha vivido los movimientos de protesta social de mayor alcance desde los años 80.
El Partido Conservador (Tories)
Esta inestabilidad encuentra sus orígenes en la falta de rumbo del propio partido organizador del referendo sobre la salida de la Unión Europa. Efectivamente, los conservadores británicos o Tories llevan 13 años ininterrumpidos en el poder que tiene su sede en el 10 de Downing Street. Un tiempo que visto de lejos habría sido más que suficiente para imprimir un rumbo claro al país, y desplegar importantes políticas con carácter transformador.
Pero Reino Unido, y específicamente el partido conservador, ha malgastado lamentablemente todo este largo período. Seguramente uno de los personajes que tienen una responsabilidad más acusada es Boris Johnson, uno de los partidarios más ruidosos del Brexit dentro de los Tories.
Johnson ocupó la importante cartera de asuntos exteriores en el gobierno de Theresa May que surgió en 2016 después de la dimisión del artesano del referéndum, David Cameron.
May tuvo una terrible falta de visión sobre el rumbo que el Reino Unido debía tomar, pese a que el propio referendo del Brexit reforzó el peso electoral de los Tories ante un partido laborista incapaz incluso de definir una posición clara sobre si convenía o no salir de la UE.
Boris Johnson
Por su parte, Johnson se presentó a las elecciones anticipadas de 2019 con una nueva y particular visión del partido conservador, que aliaba liberalismo económico con la agenda que había empujado a la mayoría de británicos a votar a favor del Brexit: mejorar los servicios públicos y en particular el decayente NHS (el servicio público de salud), restringir severamente la inmigración y reafirmar el carácter británico.
Algunos dirían que esta agenda era populista, pero sería más pertinente considerarla como identitaria, como la reafirmación de una población que se identifica con sus raíces y se encuentra desprotegida frente a una globalización que ha cambiado profundamente la fisonomía de su país.
La idea podría haber funcionado (nunca lo sabremos) pero su puesta en funcionamiento fue catastrófica, con una parte importante de la culpa recayendo sobre los hombros del propio Boris Johnson, que acabó dimitiendo en julio del año pasado salpicado por múltiples escándalos.
Pero lo que siguió a Johnson fue aún más calamitoso para el Reino Unido: su sustituta Lizz Truss intentó profundizar en la visión esbozada por su predecesor, pero con tan poca traza económica que la presión se hizo insostenible tan sólo 49 días después de llegar al poder.
Rishi Sunak
Desde octubre pasado es el antiguo rival de Truss, Rishi Sunak, quien lleva las riendas del país. El consenso de los analistas es que Sunak ha logrado asumir la estabilización del Reino Unido desplegando políticas pragmáticas (acuerdo sobre Irlanda del Norte). Pero por otra parte, los cinco indicadores que él mismo se había impuesto para su primer año de gobierno están todos en rojo.
Se trataba de: recortar la inflación a la mitad (1), hacer crecer la economía y crear empleos mejor remunerados (2), reducir el endeudamiento público (3), acortar las listas de espera del NHS (4) y aprobar legislación para detener las llegadas de inmigrantes por mar (5).
El Partido Laborista
Así pues, no debería sorprender que las encuestas señalen desde finales de 2021 que los laboristas ganarían a los conservadores. La distancia entre ambos partidos alcanzó su punto máximo con Truss, pero Sunak no ha logrado revertir la tendencia y hoy la diferencia sigue siendo enorme: 46% en intención de voto para los laboristas, sólo 26% para los conservadores.
Cabe apuntar que los laboristas han dado pasos en la buena dirección desde 2019, después de años dirigidos por un personaje con marcadas tendencias de extrema izquierda, Jeremy Corbyn. Desde abril de 2020, su líder es Keir Starmer, quien ha logrado construir una cierta imagen de moderación y gobernabilidad, si nos atenemos en las encuestas.
En definitiva, Reino Unido se encuentra sumido en una profunda crisis política y social. Su modelo de crecimiento basado en el sector de los servicios y que es heredero de las reformas de Margaret Thacther parece haber llegado a su límite y ha producido como efecto secundario numerosos descontentos que seguramente influyeron en la decisión de salir de la UE. Hoy este importante cuerpo electoral se encuentra particularmente frustrado y se siente olvidado por los conservadores.
Reino Unido se encuentra sumido en una profunda crisis política y social. Su modelo de crecimiento basado en el sector de los servicios y que es heredero de las reformas de Margaret Thacther parece haber llegado a su límite Share on X