La Unión Europea (UE) ha creado una larga serie de Agencias especializadas, que tienen su sede en distintas ciudades de sus estados miembros. España cuenta con las siguientes Agencias: Propiedad Intelectual (Alicante), Seguridad y Salud en el Trabajo (Bilbao), Prospectiva Tecnológica (Sevilla), Satélites (Torrejón de Ardoz) y Pesca (Vigo).
Barcelona ha sido candidata a sede de varias Agencias europeas, como por ejemplo las dedicadas a seguridad alimentaria y a medicamentos, sin conseguir su objetivo. La llamada Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Safety Authority, EFSA) se acabó radicando en la ciudad italiana de Parma, tiene unos quinientos empleados y funciona desde el año 2002. La Agencia Europea de Medicamentos (European Medidas Agency, EMA) se creó en 1995 en Londres, con unos mil empleados. Posteriormente, debido a la salida del Reino Unido de la UE (Brexit, 2016), se ha trasladado a la ciudad holandesa de Ámsterdam (2019).
Lo que sí Barcelona ha conseguido es ser la sede de una organización que tiene como objetivo gestionar la contribución europea al programa internacional ITER, el mayor proyecto científico del mundo para demostrar la viabilidad de la fusión como fuente de energía. Esta organización se llama Fusion for Energy (F4E).
El objetivo del programa es conseguir energía a partir de la fusión nuclear. F4E es una empresa común de la UE, un ejemplo de organismo creado por la UE que permite la colaboración público-privada para la ejecución de programas de investigación, desarrollo tecnológico y demostración de la UE. F4E colabora con el sector industrial, las pymes y los institutos de investigación europeos para desarrollar y proporcionar los componentes de alta tecnología para el ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), además de prestar servicios de ingeniería, mantenimiento y soporte.
El ITER es un proyecto internacional de construcción de un reactor nuclear a gran escala.
El proyecto está formado actualmente por la UE, Suiza, China, India, Japón, Corea del Sur, Federación Rusa y Estados Unidos, bajo los auspicios de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). El reactor se construye físicamente en Cadarache, localidad del sur de Francia, y se estima que costará unos 25.000 millones de euros. Se espera que conduzca a una nueva forma de energía de enormes posibilidades a través del perfeccionamiento de la fusión nuclear. Puede llegar a ser una fuente energética ilimitada y viable. La energía proveniente de la fusión es diferente a la que proviene de la fisión, utilizada en la energía nuclear tal y como se conoce en la actualidad. La fusión es el proceso que proporciona energía al sol y las estrellas fusionando átomos ligeros. La UE es la sede del proyecto ITER y su principal contribuyente, con un 45% aproximadamente del total. El resto de miembros aporta cada uno un 9%.
F4E se creó en 2007 para un período de 35 años por decisión del Consejo de la UE mediante el tratado constitutivo de EURATOM de 1957 (Comunidad Europea de la Energía Atómica). Las oficinas barcelonesas de la F4E se encuentran en un rascacielos de las Glòries, conocido como “Torre Glòries” o “Torre AGBAR”, que diseñó el arquitecto francés Jean Nouvel. Trabajan unas cuatrocientas personas. Existen también oficinas en Cadarache (Francia) y Garchig (Alemania).
En Barcelona también tiene su sede una oficina de representación de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo en Cataluña y Baleares, que se inauguró en 1991.
Su principal objetivo es situarse “cerca de la ciudadanía” y crear vínculos con las autoridades locales. Ambas representaciones son “el punto de contacto y la cara visible” con los ciudadanos, las instituciones y los representantes de la sociedad civil en estos territorios. Buscan “crear relaciones con las autoridades locales, regionales y nacionales, además de organizar visitas de comisarios europeos y otros altos cargos de las instituciones europeas, hacer análisis de la política, mantener relaciones con los medios de comunicación y comunicar con los ciudadanos y otras audiencias“.
La Comisión Europea cuenta con una Representación con cada Estado miembro y en algunos Estados también existe una representación regional. Son los casos de España con Barcelona, de Francia con Marsella, de Italia con Milán, de Alemania con Múnich y Bonn y de Polonia con Breslau.
Barcelona también acoge la Unión por la Mediterránea (UpM), una organización intergubernamental constituida por 42 países de Europa y de la cuenca mediterránea. Concretamente, por los 27 estados miembros de la UE y por los 15 países socios mediterráneos del norte de África, Oriente Próximo y el sudeste de Europa (Albania, Argelia, Bosnia, Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Marruecos, Mauritania , Mónaco, Montnegre, la Autoridad Palestina, Siria, Túnez y Turquía). Siria es un estado miembro suspendido y Libia tiene estatuto de observador. El UpM se creó en 2008 en la Cumbre Euromediterránea de París, con el objetivo de reforzar la Asociación Euromediterránea (Euromed) establecida en 1995 y conocida como Proceso de Barcelona. La UpM está instalada en el Palau de Pedralbes, situado en la Avenida Diagonal.
La organización tiene la finalidad de promover la estabilidad y la integración en toda la región mediterránea. Se trata de un foro en el que se debaten cuestiones estratégicas para la región de acuerdo a los principios de toma de decisiones conjuntas y responsabilidad compartida entre las dos orillas del Mediterráneo.
Su secretario general, el egipcio Nasser Kamel, ha declarado recientemente que «si la UE quiere seguir siendo relevante en el mundo del futuro, debe mirar hacia el sur».
En la cuenca mediterránea que separa tres continentes viven casi 500 millones de personas y concentra el 20% del comercio mundial, pero es también una de las fronteras más desiguales del mundo, la de una orilla norte desarrollada y próspera económicamente y una orilla sur lastrada por la pobreza y la inestabilidad política; un abismo demográfico entre una población en la orilla norte cada vez más envejecida y una orilla sur demográficamente explosiva con un mercado de trabajo que no es capaz de absorber a los miles y miles de jóvenes que cada año quieren acceder. El Mediterráneo también es testigo de migraciones descontroladas que a menudo terminan en tragedias y un caldo caliente víctima del cambio climático y la contaminación de los países ribereños.
El Proceso de Barcelona iniciado en 1995 fue muy prometedor en su arranque, pero su institucionalización, hoy en forma de UpM, ha tenido que enfrentarse con las duras realidades de la región que han obstaculizado en gran medida sus buenas intenciones.
El balance que puede hacerse de Barcelona como sede de organismos europeos e internacionales en general es claramente mejorable. Una ciudad de la importancia de Barcelona, una de las ciudades del mundo no capitales de estado con más representaciones diplomáticas -junto a ciudades como Nueva York, Shanghai o San Petersburgo- puede aspirar a mucho más.
El balance que puede hacerse de Barcelona como sede de organismos europeos e internacionales en general es claramente mejorable Share on X