Notas sobre la pandemia: significado, impacto y el papel de la UE

Se ha escrito que, después de la pandemia del Covid-19, «nada volverá a ser igual». Quizás es una afirmación exagerada. En cualquier caso, se ha demostrado históricamente que, después de cada una de las grandes calamidades epidemiológicas que ha conocido la humanidad a lo largo del tiempo, las cosas han cambiado mucho y se han abierto nuevas épocas.

También se ha llegado a defender la tesis de que la Covid-19 equivale -en términos de «gran historia» – a una Tercera Guerra Mundial, que habría seguido a la Gran Recesión económica de origen financiero de 2008, replicando de esta manera dos grandes acontecimientos del siglo pasado: la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión de 1929.

Es discutible si la Covid-19 ha sido un «cisne negro» (evento importante totalmente inesperado) o un «cisne gris» (evento importante esperable, de baja probabilidad, pero que habría podido prever y preparar).

Lo que parece indiscutible es que sus impactos son muy relevantes y que, a consecuencia de la pandemia, nuestro mundo cambiará de manera muy importante .

Veamos algunos ejemplos.

  • Aceleración de la digitalización en todos los ámbitos: económico, empresarial, político, social, educativo, informativo, administrativo, etc. Hace unos años, un famoso especialista en la materia profetizó que «todo lo que se pueda digitalizar será digital y todo lo que pueda ser móvil será móvil». Los grandes cambios en el campo del teletrabajo, las presentaciones virtuales, las reuniones científicas, el comercio electrónico, etc. han llegado para quedarse.
  • Desarrollo y consolidación de las grandes plataformas y corporaciones tecnológicas. Estamos explotando plenamente las nuevas tecnologías. Esto genera tensiones con las autoridades reguladoras de defensa de la competencia debido a las posiciones dominantes en el mercado de las grandes empresas del sector -como ya se está viendo en la UE y en Estados Unidos- y con las autoridades y agencias en materia de protección de datos por cuestiones de privacidad. También hay tensiones sobre la fiscalidad a aplicar a las grandes tecnológicas.
  • Reestructuración de sectores afectados plenamente por la digitalización. La banca es un claro ejemplo, pero hay muchos otros: sector financiero en general, medios de comunicación, seguridad, sector sanitario, educación, cultura, administración pública, logística, etc. 
  • Constatación que no se está invirtiendo suficientemente en investigación biomédica, sanidad y prevención de enfermedades, incluidas las epidemias. Es más barato prevenir que curar. El éxito del desarrollo rápido de las vacunas -un verdadero recuerdo temporal- es un triunfo de la ciencia y una ventana abierta a la esperanza para superar la pandemia. Pero aún hay que invertir mucho más en investigación y desarrollo en general.
  • Comprobación de que la interacción del hombre con la naturaleza no ha sido suficientemente respetuosa. Se han incrementado los casos de transmisión de virus de especies animales a humanos en varios episodios recientes (Ébola, Sida, SARS …) y la globalización ha acelerado la expansión del contagio. Los efectos del cambio climático nos confrontan con episodios catastróficos ante los que hay que prevenir y paliar sus consecuencias. Hay que afrontar el cambio climático y plantear una economía verde.
  • Constatación de la necesidad de sistemas de gobernanza globales -regional y mundiales- en materia de salud y cambio climático. Es evidente la necesidad de «bienes públicos mundiales» en materias clave para la humanidad como salud, clima, paz, conservación de la tierra, seguridad en el mar, seguridad aérea, etc.
  • Marcha atrás en la globalización, al constatar que el mercado puede colapsar en momentos de gran tensión (como cuando no se tenían respiraderos en marzo de 2020). En las cadenas de producción se ha pasado del just in time al just in case . Necesidad de replantear las cadenas de suministro y de reducir la dependencia de un solo país (particularmente de China). Planteamiento de una nueva política de «autonomía estratégica» por parte de la UE.
  • Enorme choque económico y social. Las últimas cifras de la publicación Global Economic Perspectivas del Banco Mundial son abrumadoras. La estimación de la caída del PIB mundial en el año 2020 es del 4,3%, y en el caso de las economías avanzadas, como las europeas, es superior: el 5,4%. La buena noticia es que las perspectivas de crecimiento mundial del PIB para el año actual son del 4% y para las economías avanzadas el 3,3%.
  • Tensión entre la potencia emergente (China) y la hegemónica (Estados Unidos). China, de momento, ha salido reforzada después de cada crisis económica global. Su control de la pandemia, a pesar de la opacidad inicial, contrasta con las incapacidades del mundo occidental. El éxito de su estrategia contra el coronavirus impulsa la recuperación económica y consolida su posición en el mundo. Fuerte contraste entre el empuje chino y el repliegue con declive de Estados Unidos, propiciado por la presidencia Trump y su final escandaloso con el asalto al Capitolio.
  • Planteamiento de grandes interrogantes políticos: ¿Acabarán prevaleciendo los régimenes autoritarios o los populismos sobre la democracia liberal? ¿Acabarán los sistemas de vigilancia tanto en Occidente («capitalismo de la vigilancia») como en Oriente ((sistema autoritario chino con libertad de empresa) predominante sobre la privacidad y los derechos fundamentales de las personas?
  • Dudas sobre si serán capaces los países de la UE, y particularmente España, de aplicar correctamente los fondos europeos provenientes del programa Next Generation EU contra la Covid-19. Estos fondos han sido concebidos para impulsar un cambio estructural de la economía y hacerla más eficiente, más sostenible y más justa. La tentación de aplicarlos a otros usos puede ser muy fuerte.  España espera que lleguen unos 140.000 millones de euros de la UE, entre ayudas y préstamos. Existe un consenso entre los expertos sobre la gran importancia de utilizar correctamente estos fondos europeos de cara al futuro de las economías. Deben ir destinados a «reformas estructurales» y deben poder sufragar «costes de transición» hacia una nueva economía digital y verde. La UE exige que cada país elabore un plan para invertir de manera eficiente los fondos que le corresponden.
  • Impactos en el comportamiento de los actores económicos y en la política económica. La Covid-19 ha supuesto una segunda crisis cuando aún no nos habíamos recuperado del todo de la Gran Recesión de 2008 y de la Crisis del euro de 2010. La crisis del coronavirus refuerza el ahorro como precaución y la tendencia hacia tipos de interés bajos. Actualmente, los gobiernos pueden endeudarse a un coste muy bajo, incluso negativo. España cobra por endeudarse a diez años. Pero los estados no pueden seguir acumulando deuda de manera indefinida para combatir el virus. Los acreedores quieren seguridad no sólo sobre el pago de intereses, sino también sobre el regreso del principal. Tarde o temprano se exigirá la estabilización y los estados deberán volver de alguna manera a la austeridad (característica de las recetas de política económica contra la Gran Recesión de 2008), y eso España lo tiene que tener muy en cuenta.Los retos a los que se enfrenta la política económica son formidables.

El programa Next Generation EU adoptado en julio de 2020, por un importe de 750.000 millones de euros, es uno de los tres grandes instrumentos aprobados en la UE para luchar contra la crisis del coronavirus. Los otros dos son anteriores: el programa pandémico del Banco Central Europeo (BCE) del mes de marzo, también dotado con 750.000 millones de euros, y el paquete adoptado en primavera por un importe 540.000 millones de euros, que incluye el programa SURE (100.000 millones destinados a los trabajadores en forma de subvenciones a los expedientes de regulación temporal de empleo), nuevos préstamos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) por un importe de 200.000 millones dirigidos a las empresas y la disponibilidad de una nueva línea de crédito del Mecanismo Europeo de Estabilidad por 240.000 millones destinados a los gobiernos. Todo ello supone un conjunto muy ambicioso de actuaciones y un verdadero paso adelante hacia la federalización de la UE.

Actualmente nos encontramos en plena tercera ola de la pandemia, parece que más dura aún que las anteriores. La gran esperanza para frenar definitivamente la pandemia son las vacunaciones masivas. Apenas está comenzando el proceso de vacunación. En este terreno, el papel coordinador de la UE es clave.

La Comisión Europea actúa como agente de compra de las vacunas para los 27 países de la UE y ya ha autorizado la distribución de dos vacunas: la de BioNtech / Pfizer y la de Moderna. Las dos últimas empresas mencionadas son estadounidenses y la primera es alemana. La Comisión Europea está sometida a una fuerte presión de los países miembros de la UE, ansiosos por vacunar. A finales de febrero, la UE dispondrá de una tercera vacuna: la desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford. La Agencia Europea del Medicamento (AEM), Con sede en Amsterdam, tiene previsto dar el visto bueno a esta tercera vacuna en su reunión del 29 de enero. Lo que en principio es una noticia excelente, el inicio de la vacunación, queda enturbiada por los datos alarmantes de la expansión de la pandemia en su tercera ola, mientras que el inicio del proceso de vacunación va a un ritmo lento. La Comisión Europea ha dicho que el mes de abril llegarán muchas más vacunas y que el proceso se acelerará.

Alrededor de la UE vemos un Reino Unido en busca de su nuevo destino en el mundo después del Brexit y que se ha convertido en el epicentro del virus. Países europeos que están fuera de la UE y que querrían estar dentro, como Ucrania, piden ayuda a la UE, para no tener que recurrir a la vacuna rusa. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, acaba de declarar en un discurso televisado: «Los estados miembros de la UE deben prestar una atención especial a los países del partenariado oriental en cuestiones como la compra conjunta de vacunas y acelerar la distribución. Recibir la vacuna es extremadamente importante para todos los países del partenariado». El partenariado o Asociación Oriental está formado por: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania. Esta Asociación es una dimensión específica de la política europea de vecindad (PEV), creada en 2009.

Los países europeos miembros de la UE se encuentran afectados por las amenazas y las incertidumbres que provoca el coronavirus, pero al menos se sienten amparados por una institución supranacional decidida a hacer frente de manera ambiciosa y coordinada, y que al mismo tiempo sigue avanzando hacia un horizonte federal.  Las ventajas para España de estar dentro de la UE son claras desde hace tiempo. El que fue Embajador español ante la Comunidad Europea (hoy UE) al final del franquismo, Alberto Ullastres, solía decir: «Dentro de la Comunidad Reducir texto <br> haber goteras, pero Fuera llueve en Cantaros». Más tarde, el que fue ministro de Asuntos Exteriores español con Felipe González, Francisco Fernández Ordóñez, lo decía con otras palabras: «Fuera de la UE hace frío». Hoy se podría decir lo mismo.

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