Nos están llevando a la guerra con Rusia

Ursula von der Leyen ha pedido a Finlandia que prepare un programa para preparar a la población civil en caso de guerra con Rusia. Deberíamos sentirnos muy alarmados ante estas decisiones, que no son únicas porque el alto representante por los Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, ha reiterado que es necesario estar preparados para la guerra, aunque ésta no sea algo evidente.

Incluso el director de La Vanguardia, Jordi Joan, publicaba un llamativo recuadro «La amenaza real de Putin» en el que nos recordaba que España está al alcance de los misiles de Rusia. Una frase que hacía la ministra de Defensa, Margarita Robles. Obviamente no es noticia. Es así desde los tiempos de la Guerra Fría y las bases de Zaragoza y de Rota, pero ahora nos lo pasan por la cara para ver si nos asustamos.

Pero claro, todos sabemos que la Rusia actual, una potencia menor que Italia, poco tiene que ver con el coloso que era la URSS. Pero a efectos de propaganda les da igual. Los gurús del nuevo camino vienen de los países bálticos, esos pequeños estados todos fronterizos con Rusia que cada noche se acuestan pensando que serán invadidos. Y esa opinión cada vez es la que se nos quieren vender como propia en Europa.

Una nueva estrella en el firmamento europeo es la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, quien ha hecho el siguiente razonamiento: «para evitar la III Guerra Mundial, Rusia debe perder». Claro, el problema es cómo se hace perder a Rusia en la guerra de Ucrania cuando tiene todas las de ganar y cuando es evidente que al menos no cederá para nada los territorios conquistados. Precisamente, el riesgo de una nueva guerra nuclear reside en este punto. Kallas defiende entregar más y más armas a Ucrania y al mismo tiempo prepararse para la guerra, todo esto estaba en declaraciones a El Periódico del día 21 de marzo.

Mucho antes, el primer ministro alemán, Scholz, pedía la producción masiva de armas en Europa y ésta es la nueva palabra de orden de muchos dirigentes europeos y de la Comisión. Hay que producir muchas armas. Todo ello son tambores de guerra, aderezado por las incitaciones de Macron de enviar soldados a Ucrania. Si esto ocurriera, se desencadenaría el conflicto entre Rusia y la OTAN, y como escribe el diplomático Jorge Dezcallar, ex embajador de España, sería una tragedia global.

¿Quién gana y quién está perdiendo en esa estrategia? 

Clarísimamente las empresas armamentísticas. Si nos fijamos en los índices bursátiles y situamos el punto de partida en febrero de 2022, antes del inicio de la guerra, en relación con la cotización de esa fecha el índice STOXX Europe 600 ahora está por debajo del 110. Si utilizamos el S&P 500 Índice está ligeramente por encima de los 110, partiendo de la base común 100, pero es que el conjunto de empresas armamentísticas han subido hasta el 160%. Mucho más allá de la evolución de la bolsa.

Está claro, pues, quiénes son los ganadores en esta carrera armamentística: el complejo político-militar. Pero es que este querer hacer crecer el gasto militar hasta el extremo de que Nadia Calviño, la nueva presidenta del Banco de Europa de Inversiones, apunta la conveniencia de dar crédito para endeudarse en armamento, ese gastar mucho más en defensa lo que hace es estropear el estado del bienestar para nosotros y nuestros hijos, los que precisamente no les estamos dejando una sociedad, lo que se puede decir, en buenas condiciones.

La primera ministra Margaret Thatcher, que no puede decirse que fuera una pacifista acérrima, ya lo dijo en 1976, como recuerda en un artículo el periodista Mariano Guindal: «los soviéticos antepusieron las armas por encima de la mantequilla, pero nosotros lo antepusimos casi todo antes que las armas». El resultado de esta apuesta es evidente: la URSS hizo implosión y se fue por el desagüe de la historia. Europa se fortaleció.

La cifra del 2% de gasto militar parece razonable, pero no con la intención de sostener una guerra con Rusia, sino sencillamente como un elemento necesario de defensa. De ahí que debemos exigir a nuestros políticos de la Comisión Europea que deberían hablar mucho más de paz y no de una guerra con Rusia que no conduce a ningún otro lugar que a la exterminación, al menos, de nuestra juventud. Lo que queremos de la futura Comisión y Parlamento Europeo son iniciativas concretas de paz en Ucrania y de mejora de las relaciones con Rusia porque no hay mejor previsión para construir la paz que trabajar por ella.

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