Macron gana, pero la descomposición de Francia lo amenaza de derrumbe

Emmanuel Macron se impuso con claridad en las urnas ante Marine Le Pen el pasado domingo, validando así un segundo mandato de 5 años más al frente de la presidencia francesa.

Sin embargo, Marine Le Pen ha obtenido su mejor resultado de la historia con más del 41% de los votos. El “frente republicano” de rigor contra los lepenistas ha vuelto a funcionar, pero lo hace cada vez con un margen más reducido.

El frente republicano de rigor contra los lepenistas ha vuelto a funcionar, pero cada vez lo hace con un margen más reducido

Este hecho, junto con una abstención también en máximos históricos, hace que en los próximos cinco años se presenten de una dificultad extraordinaria para Macron.

De hecho, a pesar del triunfalismo que le caracteriza, Macron ha sido reelegido con una victoria pírrica.

Su presidencia ha exacerbado las tensiones existentes, satisfaciendo sólo a quienes temen ante todo por el fin del status quo .

En los barrios acomodados de París, el domingo dominaba un ambiente de voto de clase dominante. La Francia de Macron es la de los jubilados (recogió casi el 40% de sus votos en la primera vuelta), pero también la de los privilegiados que miran con desprecio a los lepenistas . Y es que estadísticamente, los votantes de Macron son los directivos, mientras que los de Le Pen son los obreros.

En los barrios acomodados de París, el domingo dominaba un ambiente de clase dominante

A la derecha de Macron, Le Pen se mantiene de pie (atención, derecha sólo en sentido cultural, ya que económicamente Le Pen es de izquierdas). Más a la derecha (y esta vez sí que económica y culturalmente hablando), el partido Reconquista de Eric Zemmour no se da por vencido.

El electorado de Zemmour votó ayer masivamente por Le Pen. También lo hizo un 25% del de Valérie Pécresse. Muchos de ellos votaron a Le Pen por primera vez, rompiendo el frente republicano en una parte no despreciable de la burguesía y de las élites intelectuales francesas .

Se trató mayoritariamente de votantes acomodados que escapan a Macron porque ven con consternación su inacción ante los profundos problemas del país, empezando por la inmigración pero extendiéndose a los costes del sistema social francés, a la pérdida de competitividad de su economía y a la guerra cultural que lleva al progresismo woke.

A pesar de la caricaturización y diabolización que hacen de ellos sistemáticamente los medios, el ideario de este electorado conservador va mucho más allá del rechazo a la inmigración, constituyendo innegablemente el proyecto de gobierno mejor articulado como alternativa a Macron.

Junto con los lepenistas, los seguidores de Zemmour constituyen lo que se empieza a llamar «la derecha nacional«.

A la izquierda de Macron, la progresía de inspiración marxista (tanto económica como culturalmente hablando) parece haber encontrado a su líder en la figura de Jean-Luc Mélenchon. Esa “tercera Francia” se abstuvo ayer masivamente. De hecho, sólo un 40% de los votantes de Mélenchon en la primera vuelta hicieron caso al llamamiento de su líder de votar contra Le Pen en la segunda.

El eslogan «Ni Macron ni Le Pen, pero sobre todo No a Le Pen» no acabó de funcionar ya que para un número creciente de votantes de izquierdas, Macron ha resultado tan nefasto como Le Pen. Esto se ha demostrado entre los electores de origen no europeo de Mélenchon, y en particular los de confesión o cultura musulmana.

Así lo corrobora el hecho de que fue en las circunscripciones con mayor porcentaje de estos últimos votantes (y allí donde Mélenchon arrasó en la primera vuelta), como Seine-Saint-Denis en la banlieu de París, donde la abstención en la segunda vuelta fue más elevada.

Macron, Le Pen y Mélenchon representan a tres Frances irreconciliables más vivas que nunca, y que se miran con un recelo que no para de crecer.

El panorama que se presenta para Macron es aún más complicado que el de 2017. A pesar de la acumulación de crisis, Macron gobernará gracias a unos resultados electorales que suponen una degradación de su victoria del 2017, ya poco representativa del país en su conjunto.

La falsa incógnita de las elecciones legislativas

La próxima y última cita que fijará el gobierno francés hasta el 2027 son las elecciones legislativas de junio. En el sistema electoral francés, en estas elecciones quien se lleva cada escaño es el candidato más votado de la circunscripción.

En el actual contexto, la fragmentación de la oposición favorecerá de nuevo a Macron. Pero el sistema también sonreirá a Mélenchon, ya que a diferencia de Le Pen, su electorado se encuentra geográficamente muy concentrado. Estos dos factores juntos conducirán hacia una aberración democrática: en un país que se declara más que nunca de derechas, los progresistas serán probablemente hegemónicos en las instituciones políticas.

En un país que se declara más que nunca de derechas, los progresistas serán probablemente hegemónicos en las instituciones políticas

Más que contribuir a la legitimidad del presidente, las legislativas corren el riesgo de generar aún más la frustración y, quizás, las llamas de una nueva revuelta.

La gran fuerza política central y vertebradora que reivindica Macron no es más que una fachada que se sostiene cada vez más difícilmente gracias a la desvinculación de la sociedad francesa y a las reglas electorales presidencialistas de Charles de Gaulle.

No parece estrafalario pensar que el sistema político francés de la Quinta República podría hundirse definitivamente antes del fin de este segundo mandato de Emmanuel Macron.

Mantindrà Aragonès el seu ultimàtum a Sánchez o bé votarà a favor seu a la primera ocasió que tingui?

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