- El primero, obviamente, es la capacidad de que se moje y actúe en relación al aeropuerto de El Prat. Ésta es una demanda a gritos. Y por el momento se desconoce la respuesta.
- Hay que saber cómo el urbanismo de la ciudad se articula con lo que ya está dibujado de reforma del plan general metropolitano y cómo encaja un aspecto con el otro. De momento parece que se trata de dos cuestiones distintas. En parte, es lógico que así sea, a la vez que resulta muy negativo, porque Colau no tenía ninguna idea metropolitana, pero de un responsable socialista hay que esperar otro comportamiento.
- La realización del ecobarrio, un proyecto privado de gran escala, bendecido por el Ayuntamiento en los terrenos de la antigua fábrica Mercedes Benz en Sant Andreu. Son casi 9 hectáreas que albergarán 1.300 viviendas y 350 vecinos, lo que dotará a esta zona de una densidad alta como la mayoría de las de Barcelona, de 361 habitantes por hectárea. Pero el ecobarrio, y de ahí el nombre, se programa como un modelo de sostenibilidad con grandes espacios verdes. De hecho, los promotores lo definen como “un gran parque diseminado entre viviendas”, pero por la densidad que presenta las viviendas tendrán una ocupación bastante efectiva del suelo. El objetivo es una gestión sostenible de los residuos, del ahorro de agua, de energía, la integración con la naturaleza. La gestión de la movilidad que en este caso, al tratarse de una acción ex novo, sí puede concebirse como una única supermanzana, con tráfico con las calles perimetrales, acceso a los coches por los parkings subterráneos de todo el conjunto y cubicación a ras de suelo sin vehículos. Ahora hay que ver cómo se despliega esto y hasta qué punto cumple con los compromisos de tiempo y calidad apuntados.
- Collboni se comprometió a revocar el proyecto de los comuns para la Ronda de Sant Antoni, un agujero negro del urbanismo de Barcelona que todavía no ha encontrado solución. Anunció que lo haría dentro de los 100 primeros días como alcalde, un plazo que terminará a inicios de octubre.
- Una acción realmente transformadora en los barrios olvidados. Se trata de lugares como Torre Baró, Ciutat Meridiana, Trinitat Nova, en los que las condiciones de vida son pésimas y que requieren una acción urbanística, económica y social que les dignifique y revitalice. El estándar del plan de barrios no ha servido para resolver los profundos problemas y, por tanto, Collboni debe afrontar estas situaciones con nuevas respuestas.
- El abordaje de callejones sin salida que tiene planteados Barcelona desde hace tiempo. Uno de ellos es el de la Rambla. Su reforma lleva 7 años de retraso y no se debe esperar más tiempo para llevarla a cabo. Las obras se han iniciado a paso de galápago europeo y el alcalde debe definir un compromiso en cuanto a su finalización.
- Dentro de los agujeros negros de la ciudad uno de ellos es el de un barrio emblemático y bien asentado, pero que el turismo ha degradado de forma muy eficaz. Se trata de la Sagrada Familia. Este barrio de casi 52.000 habitantes presenta una densidad total singularmente alta para lo que es Barcelona. Casi 500 habitantes por hectárea y una densidad neta de más 1.000 habitantes, por tanto, es uno de los barrios que estructuralmente ya está más apretado, pero a este hecho se le añade el turismo, que se ha convertido en una plaga, decenas y decenas de miles de personas y cientos de autocares se concentran cada día en pocas calles en torno a la Sagrada Familia. La consecuencia ha sido la destrucción del comercio del barrio y la imposibilidad de los vecinos de desarrollar una vida normal. El Ayuntamiento lo ha mirado a distancia. Collboni no puede seguir haciéndolo.
- Los grandes espacios vacíos de la izquierda del Eixample. Ya hace tiempo que es un agujero negro la Modelo. Una vez más, se demuestra la imprevisión. Muchos años reclamando su traslado y cuando éste se produce la inacción municipal es su característica. Pero es que en breve se añadirá un segundo agujero, que será el traslado del Clínic a los espacios deportivos de la ciudad universitaria. Los efectos que puede acumular este despoblamiento de actividades sobre todo en el segundo caso son muy peligrosos porque pueden contribuir a degradar la izquierda del Eixample.
- La Sagrera. Si bien el ritmo de terminación de las obras ferroviarias progresa, todo lo demás, el urbanismo del entorno, está perfectamente parado y va para largo. Una ciudad territorialmente pequeña y densa como Barcelona no puede permitirse estos grandes espacios vacíos por falta de dinámica de los poderes públicos.
- La ampliación de la estación terminal de Sants y la reurbanización de su entorno. Es necesario disponer de un calendario y compromiso concreto sobre esta gran obra que la ciudad necesita con urgencia porque ni la estación es la que requiere una gran capital como Barcelona, ni el entorno está bien aprovechado. Más bien, cada vez presenta más síntomas de degradación.
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