Las polémicas del VAR, el Real Madrid y el rugby

El fútbol está inmerso en un sensacional escándalo provocado por la actuación arbitral de Hernández Maeso (árbitro de campo) y Hernández Hernández (árbitro del VAR). Todo radica en la forma en que se utiliza esta técnica de reciente implantación en el fútbol.

No es el primer escándalo, sí que es uno de los grandes y no será el último. Las tres intervenciones de la pareja arbitral dieron la vuelta al partido que jugaba en su casa el Real Madrid contra el Almería, y que en el descanso perdía el anfitrión por 0-2. Por medio de tres decisiones controvertidas el resultado acabó siendo de 3-2, favorable a los madrileños. Sin embargo, las imágenes transmitidas por la televisión “Gol” revelan que hubo una agresión del jugador del Real Madrid, Vinicius, que fue vista por los árbitros y fue pasada por alto.

Este hecho ha salido a la luz, ya que se han conocido las grabaciones de la conversación entre los dos árbitros, porque es necesario saber que estos intercambios de opinión son considerados secretos. De hecho, el Comité Técnico de Árbitros (CTA) está indignado y se reunirá con urgencia pero no por el escándalo del arbitraje, sino para saber cómo se han podido filtrar las conversaciones.

En este caso, añadido a las tres polémicas decisiones que dieron la victoria al Real Madrid, Hernández Hernández desde el VAR se constata que se percató del codazo de Vinicius en la cara del defensor del Almería. Dice: “posible falta en ataque. Quiero verla un poco más atrás. Buff, quiero verla en corto”. Maeso, el árbitro de campo, responde: “para mí no es nada. Forcejeo de ambos, se queja de la cara”. El árbitro del VAR añade “sí, se le quita de encima con el brazo y le da una vez, se lo quiere sacar de en medio y le da un golpe en la cara, ¿vale?”. Para finalizar la cuestión, señala “vamos al vivo” para indicar que volvieran al partido. Esa posible falta, que según técnicos arbitrales habría merecido la expulsión de Vinicius, ni siquiera fue motivo de revisión en el monitor que el árbitro tiene a un lado del campo.

Todo el problema nace de que las normas que rigen el fútbol están pensadas para un ejercicio sistemático del fraude y las actuaciones arbitrales se fundamentan en la oscuridad.

Comparémoslo con el rugby, donde hace muchos años que se aplica la televisión al árbitro con unos resultados excelentes. Para empezar, las imágenes que se revisan desde la sala de televisión son públicas en el campo porque existen grandes pantallas que permiten ver lo mismo que ven los árbitros, tanto desde la sala como desde el terreno de juego y también de los propios jugadores. Todos participan en la visión de la repetición. En el fútbol todo se mueve en la penumbra. En el Rugby las conversaciones entre el árbitro de campo y el de televisión son públicas y están conectadas a la megafonía. En el fútbol son secretas y puede sancionarse, como en el caso de Vinicius, si se sabe quién las ha hecho públicas. Las explicaciones del árbitro de rugby ante una sanción son públicas, la megafonía del campo transmite las explicaciones que el árbitro da al jugador.

El fútbol está pensado para la trampa, el rugby para la buena práctica del deporte y la honorabilidad.

El reglamento de este último deporte hace imposible, porque se penaliza mucho, lo que en el fútbol se conocen como faltas tácticas, que es una forma de interrumpir el juego. Mientras que en el reglamento de la pelota ovalada lo que quiere es la fluidez y continuidad. En el rugby están excluidas las exageraciones y fingimientos a consecuencia de un choque en una jugada. En este caso es la actitud de los jugadores que desprecian a aquel que exagera el golpe y, por el contrario, valoran la actitud de austeridad en la exclamación. Las protestas son prácticamente inexistentes, los jugadores no pueden dirigirse al árbitro salvo el capitán y raramente incumplen esta norma. El respeto a las decisiones arbitrales es absoluto.

El mismo papel del árbitro es radicalmente distinto en ambos deportes. En el rugby es un verdadero director del juego que tiene como misión hacer posible que éste fluya en las mejores condiciones. En el fútbol es un juez que solo se dedica a penalizar en términos que cuando el hecho es conflictivo, desaparece la transparencia.

Las reglas y la cultura del rugby modelan a un tipo de jugador básicamente honesto con el adversario. Un caso como el de Vinicius tendría muy pocos minutos de juego por muy bueno que fuera, porque automáticamente sería penalizado por la normativa del rugby.

El problema que ahora se constata con el escándalo del Real Madrid no es más que un caso extremo de la patología que sufre el fútbol: mezcla de reglas equivocadas y cultura deportiva inadecuada para aumentar las virtudes. Si en nuestras escuelas en lugar de tanto fútbol hubiera más rugby, con toda certeza el rendimiento escolar sería mayor.

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