Las claves de la victoria de Ayuso (I)

Hay un precedente que no se puede olvidar del todo: las tres elecciones autonómicas anteriores, Galicia, País Vasco y Cataluña, las ha ganado siempre el gobierno. La diferencia sustancial radica en que en todas aquellas cuya participación ha sido discreta, o francamente baja, como en el caso catalán, mientras que en Madrid se ha producido una concurrencia histórica en las urnas, participación y polarización han ido ligadas, y este pulso lo ha ganado Ayuso.

No estaría de más preguntarse por qué en el caso catalán, donde teóricamente se mantiene una gran polarización entre independentismo y contrarios, la participación ha sido escandalosamente baja. La sociedad y sus instituciones deberían alarmarse por lo que es el indicador de un desencanto extraordinario.

Pero, volvamos a Madrid. Toda la acción premia y castiga, otorga confianza de cara al futuro y selecciona a los gobernantes que considera más adecuados para afrontarlo. Asimismo, y cada vez más, es un rechazo a los oponentes. Es lo que parece una ley de la democracia en estas últimas décadas. Cada vez se vota más en contra que a favor. El PSOE y el PSC fueron los primeros en interpretarla en términos electorales, ya en 2008, con el lema socialista «si tú no vas, ellos vuelven». Es más importante el rechazo al otro que la proximidad con los tuyos. Este hecho explica porqué se votan gobiernos que han hecho una gestión insuficiente. El caso de Cataluña es espectacular en este sentido.

Disponer de un candidato que no implique gran rechazo puede ser una ventaja. Gabilondo podría haber sido eso, pero le faltaba la otra condición determinante: la capacidad de traspasar una imagen de futuro, de energía creadora. En realidad era un candidato amortizado, comenzando por la consideración de sí mismo, que las continuas intromisiones de Sánchez terminaron por enterrar.

Ayuso, a caballo de la pandemia y de los errores de Sánchez, ha acabado construyendo una identidad ideológica madrileña. No es ella quien lo ha hecho del todo, pero ha contribuido de una manera decisiva, seguramente de la mano de su asesor Miguel Ángel Rodríguez. Hay que recordar que Madrid es una comunidad favorable al PP desde 1995. Los socialistas empezaron muy bien de la mano de un buen presidente que, por cierto, ahora el PSOE quiere expulsar, José Luís Leguina. Gobernó a lo largo de 12 años y aún hoy es el presidente más longevo. Estuvo durante los años de construcción de la realidad autonómica, pero a partir de ellos el PSOE ha perdido casi siempre, excepto en las elecciones que dieron lugar al «tamayazo» y que permitieron a Aguirre gobernar. Hay que decir que esta configuración del PP durante bastantes años no ha tenido presidentes destacados.Todos recordamos a Gallardón, quien transformó la infraestructura de la región, y a Aguirre, pero nos hemos olvidado que desde 2012 han sucedido una serie de personas de escasa fortuna política: Jaime González, Cristiana Cifuentes, Ángel Garrido y Pedro Rollán, hasta llegar a Díaz Ayuso en una fecha tan reciente como el 19 de agosto del 2019.

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