En plena crisis económica provocada por la pandemia se producirá una exorbitante subida del precio del recibo de la luz. Es cierto que las incidencias climatológicas hacen fluctuar el coste de producción, pero también es exacto que ésta sólo es una parte del componente final del recibo que pagamos. El gobierno, facción PSOE, considera que es un hecho coyuntural y que no hay que hacer otra cosa que pagar y esperar a que baje. La otra parte gubernamental, UP, culpa a las eléctricas, pide una revisión del cálculo del coste y como ésta no es una cuestión de resolución fácil, facilita que las cosas sigan igual; pagamos y esperamos a ver cómo se arregla.
Pero no es cierto que el gobierno no lo pueda resolver, porque el 60% de la factura final son impuestos y cargas del estado; en otros términos, la mayor parte de lo que se nos detrae del bolsillo va a parar a los ingresos estatales. Pagamos un impuesto eléctrico que es un 4,8% de la potencia contratada más la energía consumida multiplicada por 1,50, pero el golpe más importante de todos es el 21% de IVA con que se carga el recibo y que es el factor que está más en manos del gobierno, que lo niega afirmando, como ya hizo falsamente con las mascarillas, que es una obligación que le impone la Unión Europea. No es cierto: Alemania aplica un IVA del 19%, Italia del 10%, Portugal del 6% y Francia, que tiene la electricidad a muy buen precio, sólo un 5,5%. La cuestión es clara: ¿por qué un bien necesario como es la electricidad soporta un IVA tan alto en lugar de la tarifa reducida? La respuesta es evidente, porque el gobierno de turno utiliza el recibo de la luz como un mecanismo recaudatorio más.
Pero no se trata sólo de este hecho, sino de la negativa de tratarlo en sede parlamentaria. Se ha habilitado el mes de enero para que el Congreso pueda funcionar, pero la mayoría de la Mesa, controlada por el gobierno, lo limita sólo a las cuestiones que son de su interés, como reducir las capacidades del Consejo General del Poder Judicial y lo que salpican. Pero se niega a debatir el problema de la tarifa de la luz y de esta manera hurta al ciudadano claridad y transparencia sobre el por qué tenemos que pagar tanto. Claro que tampoco es de extrañar que también se niega a analizar la situación y las consecuencias de la tercera ola de la pandemia o la utilización de los fondos europeos.
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