La sequía es inevitable en nuestro clima, pero que la carencia de agua ocasione los problemas que está produciendo no lo es. De la misma forma que no lo es para países que tienen disponibilidades del orden de la mitad o menos que las que tiene Catalunya, como es el caso de Israel.
Ya lo sabíamos. De hecho, hace décadas que sabemos que es un hecho estructural. En Cataluña, como en el conjunto de los países mediterráneos, los períodos lluviosos y torrenciales se alternan con otros de sequía más o menos intensa. También sabíamos que, al menos desde mitad de los años 80 del siglo pasado, cuando se llevó a cabo el primer modelo de cambio climático aplicado en Cataluña, esta transformación ambiental tendría entre otras consecuencias sequías más intensas, lluvias torrenciales y una evotranspiración más grande debido al aumento de las temperaturas. Lo que significa un incremento de pérdidas del agua envasada y la que circula por canales, y también un estrés hídrico más importante de bosques, prados y cultivos.
Las evidencias de que esto ocurre y sucedería más, eran abrumadoras, y por esta razón se abordó el siglo pasado el trasvase del agua del Ródano. Si miramos más atrás, encontraremos visiones integrales hidrológicas que tenían como finalidad conectar todas las cuencas internas y aumentar la capacidad de embalses y presas.
Más recientemente la necesidad de ampliar la depuradora de Tordera que ahora a toda prisa se hará. O aún más reciente, la capacidad de regenerar el agua de las depuradoras, un proyecto sobre el que Aigües de Barcelona viene insistiendo desde hace años a raíz de una notable indiferencia ignaciana de la ACA. Ya le vieron las orejas al lobo durante la sequía del 2008 que acabó trayendo agua por barco a Barcelona y por petición de consejeros agnósticos a la virgen de Montserrat para que lloviera. Todo esto lo sabíamos. Y el gobierno de Catalunya no ha estado ni de lejos a la altura de lo que iba a venir. Es un gran fracaso colectivo. Como lo está siendo, por si hace falta otra referencia, el retraso en las energías renovables o el fracaso en educación, uno de los puntos fuertes históricos de Catalunya.
Sin embargo, es que además todas, las fuentes técnicas y científicas nos lo señalaban. El Beta Aqueduct del World Resorces Institute señala que el riesgo de sequía en Cataluña se sitúa en un valor medio-alto y que el rango de estrés hídrico que mide la relación entre las extracciones de agua y los suministros de agua renovables disponibles señalan también un riesgo alto, sobre todo para la agricultura y, en menor medida, para el consumo humano. Nos situamos en el puesto 28 entre 164 países del mundo en relación con el estrés hídrico y, por tanto, debería existir un departamento que estableciese una vigilancia permanente y llevara a cabo el control de las obras necesarias para evitar que este estrés se transforme en un daño económico y para los bienes naturales.
Según el Anuario Regional de Eurostat 2022, todas las regiones del Mediterráneo presentan un grado severo de estrés hídrico. De hecho, Cataluña se encuentra en un área en la que se hace presente el clima semiárido, que significa que los recursos de agua renovables son limitados y que en una parte importante de su superficie proceden de la lluvia y la nieve que cae en su territorio. Es la situación de las cuencas internas que ahora están tan maltrechas, a diferencia de la del Ebro, que presenta un mejor panorama.
Los recursos hídricos presentan un grado de explotación muy elevado, demasiado, y eso lo sabemos también desde los años 60. Si a este escenario se le añade el cambio climático, ¿quién podía dudar de que en este ciclo entrábamos en un período de sequías profundas y probablemente más frecuentes?
Pero dicho todo esto, cabe añadir, lo que aumenta la irresponsabilidad de los últimos gobiernos de Cataluña, que nuestra situación comparada con otros países es gloriosa. Cataluña dispone de media de alrededor de 1.197 m³ al año. Israel, según la Autoridad del Agua, dispone de 225 m³, y no sufre las dificultades que ahora estamos sufriendo en Catalunya, que pese a la sequía estamos muy lejos también de la situación israelí. La agricultura marca la diferencia.
Pero es que aquí y en el marco de las imprevisiones muy graves de la Generalitat, se ha producido el olvido de la necesaria transformación de los regadíos que predominan todavía en nuestro sector agrícola por el riego por aspersión y sobre todo por goteo. Aún así, en un país tan desarrollado como California que tiene problemas de abastecimiento de agua, los tiene porque sus disponibilidades son normales, no ya en sequía, de 643 m³ al año, menos de la mitad de las catalanas. ¿Qué ha hecho el gobierno catalán durante esta última década con el agua? ¿Cuándo el Parlamento de Cataluña ha hecho un debate profundo sobre esta materia?, ¿Cómo es posible que al gobierno de Aragonès se les llene la boca de ecologismo, cambio climático y otros que tengan un departamento tan snob con el título de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural y ahora nos vemos abocados a una serie de crisis que ni siquiera están en la agenda política? Lo veremos con más detalle.