El doctor Simón, máximo responsable técnico de la política seguida contra la epidemia, no deja de sorprender cada día en sus intentos de justificar lo injustificable. Ahora, después de haberse visto obligado a presentar los datos de afectación por edades, y ante la mortalidad de las personas de mayor edad, ha afirmado en la rueda de prensa del lunes 23, que, si bien es cierto que hay una letalidad mayor, en realidad esta responde a la que más o menos corresponde a cada grupo de edad. O sea, que estadísticamente ya tocaba y entra dentro de lo normal.
Ante esta visión, que solo puede acarrear más errores, es necesario afirmar que las cifras no encierran ninguna ”normalidad”.
Primero, porque la causa de estas mayores bajas obedece a la oleada que se ha generado en las residencias de ancianos, al estar totalmente desprovistas del más mínimo plan de contingencia ni previsión, a pesar de que los datos de Italia, que actúa como precedente, ya mostraban cuál era el grupo de riesgo.
Segundo, porque una cosa es morir por causas vinculadas a la edad, y otra a causa de una enfermedad infecciosa. Si se hubieran efectuado los test desde el principio en las residencias, para acotar los focos, si se hubiera trasladado a las personas contagiadas para evitar que el confinamiento en poco espacio hiciera estragos, si se hubiera dispuesto de medios profilácticos necesarios, los contagiados habrían sido mucho menos. Recordemos que hasta ahora, el único plan de contingencia que ha anticipado el gobierno es sobre la violencia de género. Como en las manifestaciones del 8 de marzo, sigue primando la ideología.
Los datos a 22 de marzo señalan esta realidad:
4.618 hospitalizados tienen 60 o más años, sobre un total de 6.814. Esto significa el 67’77% del total de los hospitalizados. En relación a los muertos, la proporción es mucho mayor. Del total de 805 muertos, nada menos que 768 corresponden a mayores de 60 años, el 95% ¡Esto es un escándalo y agrava todavía más la intencionalidad de las declaraciones del doctor Simón dirigidas a relativizar el daño que se está cometiendo! Es más, una de las causas fundamentales de la gran diferencia de mortalidad entre Alemania y España, es que allí la mayoría de afectados son más jóvenes y en consecuencia la letalidad resulta mucho más escasa. Con 150.000 test de prueba de infección a la semana, Alemania ha evitado el estrago sobre las personas de más edad que, en España, a pesar de todo continúan sin ser una prioridad para el gobierno.
El Covid-19 mata sobre todo a partir de los 70 años. La letalidad es del 5’24% entre los mayores de 69 años, y del 17’91% entre los que tienen 80 años y más, mientras que para los menores de 59 es inferior al 0’5%, en línea con los resultados alemanes. Si no queremos que crezcan los muertos hay que proteger a los mayores.
El 95% de los muertos tienen más de 60 años, y los hombres doblan a las mujeres Share on XLa brecha de género
También existe una evidente brecha de género, dado que el Covid-19 es más letal para los hombres, un aspecto que ni Simón, ni Sánchez, han abordado nunca. En todas las franjas de edad, excepto en la de 10 a 19 años es claramente mayor en los hombres.
El factor de multiplicación es:
Edad | Factor multiplicador |
Entre 20 y 29 años | x 5 |
Entre 30 y 39 años | x 2 |
Entre 40 y 49 años | x 2 |
Entre 50 y 59 años | x 2’25 |
Entre 60 y 69 años | x 2’81 |
Entre 70 y 79 años | x 1’88 |
80 años y más | x 1’61 |
La máxima vulnerabilidad masculina se da entre los varones de 50 a 69 años. Hay que apuntar que la mayoría de ellos es población activa.
Pero, aquella división por corte de edad debe relativizarse por el escaso número de casos que hay en las poblaciones más jóvenes. 4 casos son el doble de 2, pero su significación con un número tan escaso es baja.
Por esta razón hemos agrupado el número de muertos en menores de 60 años y mayores. En el primer grupo de edad hay 13 mujeres y 26 hombres y se mantiene la proporción de 1 a 2. Pero es que en los mayores de 59 años hay 274 mujeres y 494 hombres, aquí ya no puede hablarse de dimensiones pequeñas, y la relación sigue siendo próxima a 2, de 1’8 hombres muertos por cada mujer.
Este hecho debe incorporarse a las actuaciones de prevención, y merece un análisis detallado, dada la elevada proporción de afectaciones entre el personal sanitario.
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