La consideración de cada día: destruyendo a nuestros jóvenes

Según san Bernardo de Claraval, autor de Sobre la Consideración, dedicado al papa Eugenio III para ayudarle en su discernimiento:

Considerar constituye una reflexión aguda del entendimiento o una aplicación intensa del espíritu para descubrir la verdad.

En términos más generales, se refiere a la acción de reflexionar con atención y detenimiento sobre algo, ponderar o tener en cuenta con atención y cuidado los aspectos de una cuestión, situación o persona.

Sin ninguna garantía de alcanzarla, vale la pena intentar aplicarla a los eventos de la agenda pública.

España se está convirtiendo en el paraíso involuntario de un modelo social que premia su conservación antes que su evolución. Y es una juventud castigada quien asume sus consecuencias. No solo se mantiene al frente de la pobreza infantil en Europa —superando Rumanía—, sino que lo crónico se ha vuelto catastrófico: mientras los pensionistas han visto crecer su pensión media un 28,6 % hasta los 21.070 € anuales, los menores de 29 años deben sobrevivir con un 75. Y eso no es todo: los mayores disponen ya de una vivienda y de ahorros, mientras que los jóvenes afrontan alquileres prohibitivos y un acceso a la vivienda sencillamente inalcanzable.

Entre 2020 y 2025, el gobierno de Pedro Sánchez ha priorizado las pensiones por delante del apoyo a la natalidad y la inserción juvenil. No solo ha dejado la vivienda juvenil a merced del mercado —entorpecido, además, por procedimientos administrativos kafkianos—, sino que también ha encarecido anómalamente el coste del puesto por obra y gracia de José Luis Escrivá, exministro de Seguridad Social y actual gobernador del Banco de España. Hoy, un 24% del salario coste empresa desaparece del bolsillo del trabajador para alimentar la caja de la Seguridad Social.

La juventud sufre en silencio: vivienda inalcanzable, trabajo precario —con bajos sueldos y jornadas parciales no deseadas— y una creciente dependencia de subvenciones que a menudo no llegan. No es solo una crisis social; es una injusticia institucional.

Que la vivienda juvenil sea una quimera no es anecdótico. El Ministerio de Vivienda tiene la peor ejecución presupuestaria de todo el gobierno, y la construcción de vivienda nueva ni siquiera apunta una mejora.

Hay una contradicción brutal: se gastan 9.915 millones de euros mensuales en pensiones, pero no se desarrolla ninguna política real para facilitar la vida de los jóvenes. Las guarderías son escasas y caras, y los incentivos para la crianza y la familia son prácticamente inexistentes. ¿El resultado? Unos jóvenes sin horizonte de futuro. Una fractura generacional que, voluntaria o no, parece formar parte de una estrategia gubernamental.

Una crisis generacional con base política

El fenómeno no es nuevo, pero toma cuerpo. España es ya uno de los países más envejecidos de Europa, y de cara al 2050 puede convertirse en uno de los más envejecidos del mundo. Cuando el elector mayoritario es el de más de 65 años (ya uno de cada cuatro, y será uno de cada tres próximamente), las políticas públicas se concentran en este grupo: pensiones, sanidad, subsidios. Pero… ¿qué ocurre con la inversión en investigación, vivienda juvenil, educación, o la lucha contra la pobreza infantil? Simplemente, los jóvenes han desaparecido de su agenda política.

Como señala La juventud atracada, de José Ignacio Conde-Ruiz y Carlotta Conde:

“Satisfacer las demandas políticas de los mayores lleva a orientar los programas de gasto a la edad… Por el contrario, los jóvenes tienen unas preferencias políticas mucho más diversas… Las políticas que más les benefician son aquellas que más benefician a la economía en su conjunto…”

Los jóvenes no piden un cheque: piden oportunidades. Pero cuando estas oportunidades (formación, vivienda, trabajo digno) coinciden con lo que hace una sociedad más competitiva y cohesionada, quedan relegadas. Y ahí está el corazón del problema: no se trata de un conflicto generacional, sino de una quiebra estructural.

Si no se corrige esta deriva, el futuro que nos espera es:
  1. Un país de empleo estructuralmente precario, con jóvenes atrapados en trabajos a tiempo parcial no deseado y sueldos bajos.
  2. Ocultación del problema juvenil, porque no va a generar alarma mediática, pero sí invisibilidad política.
  3. Fractura generacional creciente, con tensiones sociales difíciles de manejar.
  4. Fuga de cerebros, ya en marcha: una hemorragia de capital humano de calidad que ha costado mucho formar.
  5. Un modelo erróneo, en el que importamos masivamente capital humano de baja productividad y exportamos el más cualificado.

Urge un rediseño estructural. Y esto comienza por reconocer el drama: no estamos ante un problema temporal, sino ante una consecuencia directa de decisiones políticas tomadas conscientemente. El futuro de los jóvenes -y del país- está en juego.

Twitter: @jmiroardevol

Facebook: josepmiroardevol

Cuando el voto mayoritario es el de los mayores de 65 años, la juventud desaparece de la agenda. Esto no es democracia generacional. #JóvenesInvisibles #CrisisGeneracional Compartir en X

Donada la volguda ambigüitat del pacte sobre finançament singular de Catalunya, creus que a l'hora de la veritat aportarà avantatges significatius?

Mira els resultats

Cargando ... Cargando ...

Entrades relacionades

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.